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Tulsa en Sevilla

Por Violeta Camacho 0

Marichispa/El Enano Rabioso

Tulsa bajó ayer a la capital del sur, a ese barrio donde bohemios y raros pasean sus pelos, a ese pub donde aun se mezclan edades que no podrían estar juntas en otro mismo lugar bajo una misma excusa: disfrutar de la música.

Podría decir que íbamos medio perdidos, sin saber qué esperar de esos seis chicos del País Vasco, si sería un concierto largo y extendido donde lloraríamos sin parar con las canciones que tocaran o si, simplemente, nos hicieran sentir las letras tan dentro como todas las experiencias que compartimos con las artes. Esas historias pasadas. Desde un primer momento, en el ambiente, se olía algo extraño, había algo de melancólico en las caras de todos, “quizás el otoño” me decía para sí.

Marichispa/El Enano Rabioso

Comenzaron los teloneros, Mañana, cantando ese “disco bonito”, como agregó su cantante y no por ello le quitamos la razón, que vendían al final de la barra. Atendían a sonidos de guitarras acústicas y órganos, letras con muchos desengaños amorosos y pocos deseos de que todo vaya a mejor, con tonos más enérgicos que pesados. Hacia el final, Miren Iza, líder de Tulsa, se subió al escenario, con sus botas rojas y una sonrisa, de esta manera, acompañó en “Río Abajo”, al grupo.

En pocos minutos, subieron los seis chicos al caos de cables e instrumentos en ese pequeño terreno que les cedía la Fun Club, y comenzaron. Desde el primer momento en que tocaron “Barro”, metiéndonos en el fango de sus guitarras, teclados y esa voz, con la fuerza del último aliento en cada nota que nos prestaba a los oídos que allí estaban. Después, las canciones que siguieron fueron una especie de subida al cielo, mezclada entre melancolía y bailoteos, que nos arrastraban a esa incoherencia de lo bueno y lo malo en un mismo cuerpo en algunos momentos instrumentales. En “Te ofrecí”, pudimos disfrutar de velar una de las situaciones en que la música se mezcla con la voz, la voz con las letras, la letras con el público y queda el ambiente marcado de una particular sensación, parecía que hubiéramos escrito esa pregunta (¿cómo privar a alguien de velar esos ojos tan bonitos?) en el vaho del espejo en invierno. En “Matxitxako” pudimos arrancar de Miren esas subidas y bajadas de tono, espectaculares y precisas. Poco más adelante, Miren se atrevió a cantar “A mis brazos” (los chicos descansaban y disfrutaban de su acústico), con guitarra y acordes simples y, aunque todos pedimos a Dios que ese hombre singular que gritaba algunas veces las tonterías burdas que cualquier persona bebida puede garantizar, se callara, ella siguió violando el silencio, suplicando al misterio de ese protagonista angelical de la canción. Todos temblamos en aquellos cinco minutos. Con “Seguramente me lo merezco” y “Carretera”, la mayoría sentimos en la espina dorsal el lamento de hacerse mayor, el dolor y esas personas que nos hacen cambiar nuestra trayectoria. Para finalizar, sin sonidos de eléctricas ni luces abismales (Miren acabó hasta la coronilla de la luz que se estampaba de frente contra ella), versionaron una canción de Big Star, “Thirteen” y entonces, nuestras babas inundaron la sala.

En conclusión, todos alcanzamos el cielo con los ojos cegados por la extraña luz y las manos llenas de barro por reventar el jardín de las malditas flores. Y cuando llegamos a Matxitxako, ofrecimos nuestra psique a los brazos del príncipe que no creía en el amor, él dijo que seguramente nos lo merecíamos.

Y en esta carretera, larga y ancha, que une el norte con el sur, algo ha cambiado para siempre en nuestros infiernos particulares, viciosos y tullidos.

SET LIST MAÑANA

Tu cara en una nube
Godot
Funeral
De costa a costa
El fuego en casa
Tres deseos
Cataratas
Atardeceres
Buena suerte
El momento en que perdí
Río abajo (con Miren Iza)

SET LIST TULSA

Barro
Tocaré el cielo
Príncipe
Te ofrecí
Algo ha cambiado para siempre
Matxitxako
Dylan Thomas
Aniversario
Tus flores
A mis brazos
Iluminados
Seguramente me lo merezco
Carretera
Limonakis
Versión Thirteen de Big Star

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