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La consolidación del Ebrovisión

Por Alex Álvarez 0

Delorean/Ross Gallagher

Como cada año, la tercera semana de septiembre está marcada en nuestro calendario. Es la hora, es la hora (como diría Xuxa) del Ebrovisión, en esta edición del 2011.Con un cartel aparentemente menos llamativo que otros años, aunque con la presencia de los escoceses The View como reclamo extranjero, así como los siempre aclamados en nuestro país Vetusta Morla, se presentaba un evento siempre muy bien montado y organizado, con cosas que hacer a todas horas del día. Se podía trasnochar cerrando la sala Orosco y yendo a dormir de mañana, o bien se podía ir a dormir “pronto” e ir a ver los conciertos, de la Fábrica de Tornillos o de la Plaza España, en el Red Bull Tour Bus. Así que se convierten en tres días muy intensos, llenos de vivencias, de música y, sobre todo, de un ambiente fantástico.

Yendo al grano, el jueves se llegaba a todo trapo a dejar las cosas al camping, en el polideportivo. Es de agradecer un recinto cerrado para dormir y para estar, pues la lluvia hace acto de presencia casi siempre en estos días. Y eso que en las webs meteorológicas decían que iba a hacer buen tiempo hasta el domingo, pero eso es un tema que no es para debatir aquí. Se llega algo justo para Maga, en una Fábrica de Tornillos que cada año parece más pequeña, quizá porque da la sensación de más gente, quizá porque realmente encoja con la lluvia. Tocaron sin arriesgar, se ganaron a la gente con “Agosto esquimal” y se fueron. Después fue todo bastante extraño, musicalmente hablando. The Wellingtons sonaron a banda de serie juvenil de Disney Channel y Estereotipo parecieron más un sketch del Tricicle con música que un concierto, pero animó mucho al personal, que al fin y al cabo y a esas horas se puede decir que es lo que cuenta. Llegados a la sala Orosco, Chema Rey pinchando, últimos coletazos del día, duro día pero que siempre al final te deja con una sonrisa en la boca.

Bigott/Ross Gallagher

El viernes era el día menos “potente” del festival a priori. En la Plaza de España, y subidos al autobús, El Secreto de Amelie, Last Dandies y Ruidoblanco fueron los encargados de ponerle música a la hora de la comida y las cañas. Ya por la tarde, en el Multifuncional de Bayas, Biggott empezó con su folk, y con su gente. No sé si se hizo corto, o es que realmente duró un santiamén. O ambas. Pero el maño siempre cumple a la perfección, y además como primer grupo de la tarde fue un inicio de día bastante acertado. Supersubmarina sonaron bastante regular, a pesar de ello, su pop (no me he atrevido a poner pop-rock) encandiló a buena parte de la gente que había asistido. Quizás les falte un punto para acabar de enganchar, y defraudaron un poco como uno de los priciaples reclamos del día (aunque también cabe decir que muy objetivo no soy con los andaluces). Lapido rompió con Supersubmarina, y dio un concierto totalmente distinto. Un rock más puro y más duro. Parecía que el siguiente grupo se había equivocado de festival, ya que empezaron a intentar deleitar al público con un pop-rock muy adolescente, o peor aún, a los guiris FIBers. Eran los escoceses The View que, dentro de lo que nos pueden ofrecer, hicieron un concierto más que correcto, aunque no parecieron enganchar mucho al público. El broche lo dieron Mendetz, que estuvieron muy enérgicos. Cabe destacar la versión de “Freed from Desire”, archiconocida de Gala de los años 90, que encandiló a buena parte del público. Acto seguido, abandonar el Multifuncional y dirigirse a la sala Orosco, donde Optigan1 y Amable pusieron todos los hits habidos y por haber, uno tras otro, para deleite de todo el personal. La sala estaba llena hasta la bandera. No éramos conscientes de que todavía quedaba otro día más de festival, y que iba a ser muy duro. O sí.

El sábado empezaba demasiado temprano. Una hora en la que no se pudo apreciar el talento de Micah P. Hinson al lado de los Tachenko (llamémosle The Pioneers Saboteurs) en la Fábrica de Tornillos, a pesar de ser uno de los conciertos que un humilde servidor más ganas le tenía. No todo se pudo tener, lamentablemente. Después tocaba recorrer la ciudad de Miranda de Ebro para llegar a la Plaza de España (se hizo en taxi, claro, que uno ya está mayor), donde estaba instalado el escenario del autocar Red Bull Tour Bus, para recibir a Eladio y los Seres Queridos, The Bröntes y Varry Brava, que amenizaron la comida popular (donde, por cierto, la paella sigue estando difícil de tragar, y le siguen poniendo huevo y chorizo, aunque al menos habían macarrones para elegir), a pesar de que la gente no parecía prestar mucha atención a los conciertos. Los bares de la plaza estaban llenos, la gente con su buena cerveza (y algún que otro café) para poder pasar el mediodía y las primeras horas de la tarde.

Público y Vetusta Morla/Ross Gallagher

Llegando al Multifuncional, llegan los Pony Bravo, con un concierto que duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio, en el que quizás faltó un poco más de chispa o de conexión con el público, pero en un concierto más que correcto. Es lo que pasa cuando el hacha siempre dice la verdad. Seguidamente Atom Rhumba le pusieron un poco más de pimienta al asunto, y subieron la temperatura del recinto, que se empezaba a llenar, seguramente para ver a los vetustos. Erland & the Carnival volvieron a bajar a la gente al planeta tierra (hubiera sido mejor, quizás, haber cambiado el orden de estos dos últimos grupos en los horarios, a vista del humilde ebrovisivo, claro, sin entrar en temas de organización). A continuación, Javiera Mena hizo que no se supiera si estábamos en el Ebrovisión, o en un cásting de Operación Triunfo. Y eso que tampoco le pedíamos la luna. Se presentaba entonces el plato fuerte de la noche, Vetusta Morla, que aunque presenten disco siguen sin cambiar mucho su puesta en escena, venían como cabezas de cartel del festival, y consiguieron sacar al público de sus labios muchas de sus letras. Venían presentando su último disco, “Mapas”, pero fueron alternando las canciones de los dos, para mantener alerta al público. La verdad es que es un grupo que, dentro de sus “planos” recursos en su música, transmiten bastante energía, y así la entregaron a los asistentes. Para rematar la faena en el Multifuncional, llegaron los guipuzcoanos Delorean, que no fallaron y dieron un cierre espectacular al festival. La gente se volvió loca con “Deli”, sobre todo. Es un grupo que suele gustar o no gustar, pero que en directo no suelen dejar a mucha gente descontenta. Una vez más, y por última en esta edición, rumbo a la sala Orosco, donde Mr. Chase, Luiliminili, Patrullero y Pommelux(e) (sinceramente, no hubiera sabido distinguir a ninguno) pusieron el broche de oro, incluyendo el tema principal de Supercampeones (Oliver y Benjí). La gente se dejó las suelas de sus zapatos en los últimos coletazos al festival. Había que dar el extra, ya que esto se acababa (sin pasarse, que luego a ver quien coge el coche para volver a casa).

Además de los tres días de conciertos y música, cabe destacar todo lo que rodea al festival, empezando por el camping cubierto. el jueves semi-vacío, se empezó a llenar a partir del viernes ( para aquellos que aún conservan algún puesto de trabajo). Eso sí, aquello parecía una convención de personas con síndrome de Diógenes, por la cantidad de porquería que se llegó a acumular, y no solo de comida o de botellas, se llegaron a ver bancos y hasta una rueda de tractor dentro del pabellón. Sea como fuere, las instalaciones muy dignas, duchas con agua caliente (demasiado, a veces), lavabos decentes, incluso pistas de deporte para dar rienda suelta a la fantasía futbolística que atesoran los ebrovisivos. Al recinto se llegaba en autocar, cuyo servicio la verdad es que fue siempre excelente. Había colas, cosa normal con la cantidad de asistentes al festival que había este año también (eran autocares normales, no aviones para 400 pasajeros), pero todo transcurrió con normalidad. El recinto, con sus cuatro tiendas en los pasillos interiores que te hacen entretenerte entre conciertos, unos lavabos siempre bastante limpios (y aderezados con viñetas X), o un stand de patatas fritas salvadoras fuera del pabellón, quizás el acceso y la salida del Multifuncional un poco pequeños (por ponerle alguna pega), pero muy bien organizado todo, incluso pocos atascos para salir fuera. Y por su fuera poco, los de seguridad de la entrada eran majos y todo.

Ebrovisión ya se ha convertido en un festival puntero en nuestro país. La cantidad de gente venida de toda la geografía española, la gente disfrutando de todo el festival, la cantidad y variedad de cosas por hacer… nada le tienen que envidiar a los macrofestivales, proporcionalmente hablando, claro está. Da verdadero gusto ir a Miranda de Ebro así. ¿Por qué? (se preguntaría, entre otros, José Mourinho). Porque Ebrovisión te enamora, y además de verdad.

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