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The party ain’t over

Por Ross Gallagher 0

Wanda Jackson. Fuente: Facebook Cartagena Jazz Festival

Estuvo el enano rabioso el sábado pasado en el concierto de Wanda Jackson en el Nuevo Teatro Circo, a la cual teloneaban el grupo francés Herman Dune, en la jornada inaugural del Festival de Jazz de Cartagena.

Llegamos a la puerta a la hora en punto con la intención de recoger la entrada y meternos para ver el principio, pero fue imposible por lo lenta que avanzaba la cola debido a un problema informático que demoró veinte minutos el asunto para una cola de apenas quince personas. Apuntado queda la próxima vez llegar con diez o quince minutos de antelación.

Una vez superado este escollo, entramos con el grupo ya tocando. El Nuevo Teatro Circo, es un sitio peculiar. Tiene aspecto de auditorio, con sus butacas y piso ligeramente inclinado (asimismo igual el escenario), pero se respira ambiente de sala, casi casi familiar, con lo bueno y malo que ello conlleva. Nada de acomodadores que te indiquen tu asiento, nada de seguridad que evite acercarse a los artistas y huecos de aquellos abonados que no han querido o podido asistir al concierto en cuestión (ya que se trata de un ciclo de conciertos).

Herman Dune ofreció un show compacto, favorecidos por el sonido de la sala, logrando sonar bastante mejor que las dos otras veces que les he visto al aire libre y con un setlist de una hora centrado en su último disco en los que no faltaron sus éxitos I Wish I Could See You Soon o Tell Me Something I Don´t Know. La banda se mostraba agradecida de estar allí y mostró buenas palabras tanto al público como para Wanda Jackson a la cual aseguraron estar encantados de telonear.

Así fueron mezclando los temas de su repertorio, con momentos más intimistas en los que quedaba David-Ivar en solitario con la guitarra acústica encima del escenario, otros en los que sustituian la batería por una percusión más modesta o realizando unos solos de guitarra que  justifica que ocasionalmente a su etiqueta “Folk” se les sume ocasionalmente la palabra “Rock”. Un sonido característico y logrado sin duda que cuajó un buen concierto.

Eran aproximadamente las once y veinte minutos cuando salió al escenario Wanda. Bueno, realmente primero salió la banda que le acompaña durante la gira europea, los belgas The Seatsniffers, para presentarla en plan triunfal a continuación mientras sonaba Riot in cell block #9. La banda, compuesta por guitarra, batería, contrabajo y teclado, acompañaba a una voz que parecía rejuvenecer y recuperar su tono agudo y ligeramente rasgada cuando entonaba sus temas para posteriormente envejecer al narrarnos sus historias entre canción y canción.

Y es que la veterana cantante, reina del rock & roll y primera mujer que cantó este género, ofreció multitud de anécdotas, breves y no tan breves introducciones a las canciones, seleccionadas concienzudamente de entre su larga carrera por ella a modo de collage en el que podemos entrever su evolución tanto personal como musical.

Así por ejemplo nos enteramos de que aprendió a componer por necesidad ya que nadie componía canciones de este tipo para mujeres, seguramente porque sólo lo hacía ella, aseguró entre risas; de cómo consiguió su primer número uno… en Japón, antes que en Estados Unidos con la canción Fujiyama mama. Sobre cómo era ella cantante country antes de serlo de rock y cómo su primera gira fue con Elvis Presley, con el cual tuvo un breve romance y le animó a tomar la decisión de seguir sus pasos musicalmente, y al cual le dedicó un álbum hace no mucho llamado “Remember Elvis”. Sobre cómo abrazó el cristianismo, cosa que asegura “dió completo sentido a mi vida” antes de interpretar Praise the lord.

Y por supuesto, tuvo tiempo también para la actualidad; recordó como la llamó Jack White para proponerle la producción de un disco. Aquí aportó una de las notas humorísticas Wanda; “yo estaba preocupada por si quería hacer de mí una “rock&roll star” actual, pero me tranquilizó diciéndome que no quería cambiar mi estilo, sólo darme canciones nuevas”. Señaló lo raro que se le hizo trabajar con alguien tan jover de productor, aunque reseñó que tenía “muchísimo talento” y le rindió tributo tocando Shaking all over.

En otro apunte de actualidad, se acordó de homenajear a Amy Winehouse, lamentando la  muerte de tan talentosa artista y prometiendo “cantar en todos y cada una de sus actuaciones de aquí en adelante su canción You know that I’m no good, la cual aparece también en su último disco.

Musicalmente, la actuación no fue de sobresaliente pero sí que cumplió con las expectativas de manera sobrada y demostró tener la voz aún en buena forma. Además la banda demuestra buen hacer, y animó a cierto sector del público a levantarse de sus asientos ocupando buena parte de la zona lateral del foso frente al escenario, llegando a llenar el foso de gente bailando en Let’s have a party.

Así pues y para resumir, dos buenas actuaciones en los que primó sobre todo el valor añadido que tiene ver y enterarte la vida artística de un icono de la historia de la música, en un espectáculo que se podría definir como el título de su último disco y encabezado de esta reseña… The party ain’t over.

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