Entrevista a Mercedes Álvarez
Por 12 marzo, 2012 23:200


Hay dos tipos de leyes, unas están escritas en papel y hay que seguirlas o de lo contrario tendrás que pagar un precio con la sociedad. Las segundas no están escritas y son las que verdaderamente rigen nuestras vidas y nos han llevado al desastre en occidente, porque oriente y el sur están sometidos a nuestra gula, transformándonos poco a poco en corderitos que se han dejado llevar por falsas promesas de una vida mejor, o sea, de poseer lo que no necesitamos.
Codicia es sinónimo de humano, la historia está plagada de ejemplos en los que cualquier ideal muere en la orilla de la usura del hombre. Las leyes no escritas dicen que tienes que relacionarte con tus amigos, tener pareja, coche, comprar en supermercados y, nuestro demonio endémico, poseer una casa. Todo cuanto más grande y más rápido, mejor.
Mercedes Álvarez es una directora de cine que con dos películas nos enfrenta con lo que no queremos ver o no sabemos ver, imprimiendo un ritmo pausado y una personalidad a la hora de rodar que absorbe cada segundo de tu atención. Es el poder de enseñar lo cotidiano para dar fuerza a unas historias que bombardean nuestra imagen de estas trincheras infranqueables que han construido para que vivamos en la felicidad boba de la ceguera.
En tu película enfrentas dos formas de vivir, una de ellas sosegada y rítmica, la otra traficante de lo innecesario ¿hacia dónde nos dirigimos ahora que estamos tan perdidos?
No soy nada hábil como profeta, no sabría qué decir. Pero sí podríamos hablar de un cambio en la transformación del espacio de las ciudades, que está dentro de mi interés. En los últimos años-décadas ha habido una devastación salvaje de espacios para la vida, de barrios enteros y del tejido social que eso conlleva, a cambio de rediseñarlos en función de intervenciones e intereses especulativos, a veces simplemente por el aterrizaje de un gran macrocentro comercial en una zona determinada. Y hay una tendencia, casi una manía, por convertir la ciudad en un escaparate para el turista. Y el discurso político ya no ve la ciudad como un lugar para vivir sino una cuestión de “sectores estratégicos”.
Tampoco es fácil responder. El cierre de salas de cine, muchas pequeñas salas independientes, el descenso del cine español en taquilla, año tras año, no augura nada bueno. Pero soy optimista en cuanto a la pequeña producción, películas libres que buscan y encuentran también otro circuito de exhibición.
Tu cine vive en los arrabales de la marginalidad, lejos de los cines comerciales ¿Por qué crees que el espectador de nuestro país está tan ciego de películas de fuera y no tiene esa hambre por obras de nuestra tierra?
Mi experiencia con “El cielo gira” no fue marginal. Tuve mucha suerte porque era una película pequeña que se mantuvo cuatro meses en salas comerciales de Madrid y Barcelona. Después fue estrenada comercialmente en muchos países como Francia, Portugal, Estados Unidos, etc. Pero en cinco años las posibilidades de estrenar y mantenerse en las salas sin el apoyo de la publicidad es casi imposible. La industria de exhibición y distribución comercial está cada vez más concentrada en pocos y grandes grupos, casi todo el espacio es para ella, marca gustos y tendencias y a la vez tapona otro tipo de propuestas. Pero esto no es nuevo. Hay que rezar para que se mantengan los cineclub, filmotecas, ciclos especiales y salas que nos muestran otro cine.
¿Qué películas te han marcado a lo largo de tu vida, quiénes son tus maestros?
Muy difícil contestar porque son muchas y muy diferentes. No me canso de ver la época del gran cine italiano, de la nouvelle vague , los pioneros rusos, y a Ozu, Kiarostami, etc… Me gusta descubrírselos a mis alumnos y comprobar el asombro y la emoción que todavía provocan.
La primera parte de tu película muestra como una vida entera es empaquetada y vendida en un mercadillo, todo ocurre tan rápido hoy en día que no nos paramos a contemplar sosegadamente lo que nos ocurre y lo que hacemos, por eso me fascinó tanto el ritmo de Mercado de Futuros ¿crees que ha pasado lo mismo en el cine, que ya hemos perdido la sensibilidad y la paciencia a la hora de realizar y consumir películas?
En cuanto a mi experiencia, he realizado dos películas y las dos partían de las mis más premisas de producción: mucha paciencia y observación antes, durante y después de poner la cámara…y darle muchas vueltas en la mesa del montaje. Como espectadora, me sigue gustando la experiencia de elegir una película de la cartelera, salir de casa, ir al cine, dejarme invadir por las imágenes y dejar que la emoción se prolongue un buen rato después de acabar la proyección. En cierto modo es un ritual, que requiere su tiempo. Como ahora tenemos menos tiempo para casi todo, las imágenes del cine, del telediario, de la publicidad van rápidamente a captar tu atención. Todas quieren decirte algo urgente, ninguna puede permitirse el lujo de dejarte mirar en paz.
El camino para que una película de este tipo llegue a la cartelera y permanezca uno días es muy complicado. Si no cuaja el mismo viernes del estreno, no habrá una segunda semana. Y esa referencia ya inhibe su recorrido por otros cines. Es bastante frustrante porque durante dos años y pico trabajamos con la idea de expresar, comunicar y mostrar cosas que nos parecían importantes, más allá del cine. Una película nace cuando la ve el espectador.
¿Qué veremos la próxima vez que se estrene una película con Mercedes Álvarez como directora?
En estos momentos no lo sé. Quizá regrese a imágenes y motivos más elementales, más cercanos a mi experiencia, cosas que me provoquen afecto y no desasosiego.
Nuestra revista está enfocada a la música ¿cuáles son los discos que más has escuchado?
Ani di Franco, Mikel Laboa, Bob Dylan, Neil Young, Emmylou Harris, Gainsbourg.. .
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L´Harvre. De Kaurismaki