Optimus Primavera Sound; la crónica (1)
Por 13 junio, 2012 20:331




Primera mitad de la crónica en el que quedan para la memoria grandes conciertos de Chairlift, Mercury Rev, Yann Tiersen u Other Lives.
El jueves, tras dar una vuelta entera al Parque da Cidade, llegamos a la entrada mientras en el escenario principal actuaba Bigott, tocando Cannibal dinner. Para cuando ya estabamos allí, el concierto estaba en su recta final, pero aún así tuvimos tiempo para disfrutar de Dead mum walking y los bailecitos típicos y tan característicos de Borja Laudo. La verdad es que el músico aragonés va a mejor cada vez y resulta muy divertido y efectivo.


A continuación tocaría en el escenario optimus Atlas Sound. El proyecto en solitario de Bradford Cox resulta terriblemente experimental en directo, actuando sin banda y con todos sus pedales frente a una buena cantidad de gente que ya se agolpaba ahí a las siete de la tarde. Presentando su disco “Parallax”, su sonido en directo va más allá dándole matices distintos, alargando las melodías y restando efectos. Sinceramente a mí no me terminó de convencer, ni tan siquiera cuando interpretó mi tema favorito, Walkabout, echando de menos demasiadas sensaciones del disco.


Yann Tiersen sería el siguiente en subirse al escenario. Su propuesta sacada en buena parte de su disco “Skyline” resultó bastante emocionante e intensa, y la verdad es que lleva buena banda, que le acompaña tanto a los coros vocales como a la instrumentación. Ofreció un buen y animado concierto que tuvo su momento de lucimiento personal cuando interpretó su solo de violín con la canción Sur le fil. La verdad es que no defraudó en absoluto, siendo el mejor hasta el momento.
Servidor, que se había levantado a aquello de las tres y media de la madrugada para llegar a Oporto a tiempo, decidió que The Drums sería el concierto elegido para la hora de la cena. Me han comentado que han mejorado mucho desde que los ví hace ya dos años en el primavera sound de Barcelona, y sí, siguen tocando Let’s go Surfing, que la pudimos escuchar justo cuando volvimos, una canción antes de cerrar.


Fue el turno de Suede. La cosa empezó muy movidita, soltando sus éxitos Animal Nitrate y Trash en las primeros compases del concierto, para posteriormente seguir con el resto de su repertorio. Sinceramente, la sensación que me dejó fue de que, hits aparte, los mejores años de este grupo ya pasaron y ahora suenan francamente desfasados, y no en el buen sentido. Necesitan una buena vuelta de tuerca, y esto se notó en el público. Como me comentó uno de mis acompañantes, “esta no es la generación de Suede”. Eso sí, luego a pegar un buen par de saltos más en Beautiful Ones.


Después de los ingleses, sería el momento de Mercury Rev, que habían sido anunciados a última hora como motivo de la caida de los tejanos Explosions in the Sky. Los estadounidenses, que interpretaron el “Deserter’s Songs”, discazo donde los haya, sonaron contundentes, fuertes, arrolladores y muy emotivos. Un David Baker que dió medio concierto enganchado a una botella de vino y sin parar de moverse, ofreció todo un despliegue a lo largo del mismo, sonando genial a lo largo de la actuación y emocionando en Holes u Opus 40, para terminar cerrando de modo animado con Delta Sun Bottleneck Stomp. CON-CIER-TA-ZO en mayúsculas, y cita imperdible para los que puedan verlo en el próximo día de la música.
Cerrando el día, a eso de las dos en punto, empezó el concierto de The Rapture, uno de mis reclamos para el festival por ese discazo que es “In the Grace of Your Love“. Precisamente empezaron fuerte, con la canción que le da el título al disco. Para mi gusto, suenan un poco más lento en directo, les falta un punto de potencia y precisión, y la voz de Luke Jenner no llega siempre a donde debe, pero tienen esos temas que hacen que se les perdonen las imprecisiones.


Dieron un concierto corto, de apenas una hora de duración, cerrando a las tres en punto, pero, ¡vaya final! Encadenando seguidas House of Jealous Lovers, Echoes, Sail Away, Miss you y How Deep is your Love, en un final arrollador pero que sin embargo no convenció a parte del público. Especialmente extraño me resultó la falta de movimiento durante Sail Away, explicado creo yo en lo que comentaba en el anterior párrafo. Esperaba bastante más de ellos y no era el único.


Ya el día siguiente, con la puesta en marcha de los otros dos escenario, el movimiento fue más considerable. Llegué tarde a Linda Martini por estar en la zona de prensa mandando tweets sobre el festival, justo a tiempo para perderme el stage diving que se marcó el cantante a tan temprana hora. A continuación y cerveza en mano y tranquilamente sentado disfruté un rato de los también portugueses We Trust, los cuales sonaron bastante bien, un pop con toques de swing y arreglos de viento que lo hacían atractivo, pero nos aburrimos un poco y decidimos ir a los otros escenarios, donde actuaban Tall Firs, a los que vimos simplemente de pasada y Other Lives, donde nos quedamos porque estaban sonando del carajo.


Y es que la banda procedente de Oklahoma elabora un folk preciosista, en el que varios de sus componentes tocan tres o más instrumentos, a veces incluso durante la misma canción, sonando además compenetrados y fuertes. Tamer Animals es un disco bueno, pero en directo cobra vida, la canción del mismo nombre resulta evocadora, y For 12, totalmente sobrecogedora. Mención al pelazo de Jesse Tabish y al trabajo de Jon Mooney y Josh Onstott como verdaderos hombres orquesta, sin querer desmerecer a los otros dos componentes, la cellista Jenny Hsu, que también hace las segundas voces y el percusionista Colby Owens. Conciertazo de gente muy a tener en cuenta en el futuro.


Volvimos al escenario principal un poco antes de que terminaran para ver a Yo la tengo. Había bastante gente congregada para ver a los norteamericanos que arrancaron fuerte, con Cherry Chapstick. La banda sonó bien, enérgica, con pocas concesiones a su lado más melódico, alargando canciones en las que Ira Kaplan daba rienda suelta a sonidos distorsionados mientras batería y bajo sostenían el esqueleto de las canciones, resultando duros incluso opresivos a veces para llegar al hastío. Eso sí, para compensar, terminaron con My Little Corner of the World, aunque quién diría eso habiendo visto el resto del concierto.
Justo al terminar, salí disparado para llegar a las dos últimas canciones de The War on Drugs, aunque para lo que vi al final de la carpa, con un sonido regular, bien pude estarme quieto. Me abstendré de dar opiniones ya que sería muy precipitado tachar al grupo de cualquier cosa sólo por el breve tiempo que pude presenciar. Ya me quedé allí para ver a Chairlift, que elegí en lugar de Rufus Wainwright. Y bien que me alegro, porque dieron un verdadero conciertazo.


Su segundo disco, “Something“, me parece bastante bueno y estos chicos radicados en Brooklyn saben llevarlo al directo de forma natural, elegante, con la ayuda de tres músicos de apoyo. Tienen temas que sin sonar a lo de siempre, resultan tremendamente adictivos, pegadizos, desde Bruises, de su anterior disco, a Safari Sidewalk o Amanaemonesia, dieron un concierto consistente, en el que el público respondía tras cada canción. Mención especial para el look y bailes de Caroline Polachek, que se erige como una frontwoman con bastante carisma al frente de la formación.
Con el buen sabor de boca que me dejaron, corrí a The Flaming Lips, que ya estaban arrancando con su The Fear de fondo. Esta vez no había pantalla de fondo, pero el montaje de confettis, globos de colores, disfraces y demás parafernalia sigue intacta y estalló en Worm Mountain, asimismo como no faltaron el resto de trucos que sabe el bueno de Wayne (el gong con las luces, las manos gigantes que tiran rayos lasers a la bola de espejos o Wayne Coyne moviéndose por encima del público dentro de una burbuja de plástico).


Tiró esta vez por su faceta más participativa, dejando muchas veces que el público cantara por él. Y es que los conciertos de este grupo son una película, en la cual es muy divertido participar, pero muy aburrida si lo que quieres es contemplarla y disfrutarla desde fuera. Yo siempre que el ánimo lo permite prefiero lo primero, aunque esta vez no conseguí meterme. No faltaron The Yeah, Yeah, Yeah Song o una coreada hasta la saciedad Yoshimi Battles the Pink Robots pt. 1, un Race for the Prize que fue muy muy bailada por el público y terminó con un Do You Realize? realmente eterno, pero eterno de pesado de lo que le costó arrancar, aunque cuando por fin lo hizo, lo hizo como un tiro.


Ya después de esto, cambio de escenario para ver a Wilco. Arrancaron con The Art of Almost, pero hasta ahí puedo leer ya que me indispuse y tuve que retirarme hasta el día siguiente, perdiéndome además Beach House y M83 para mí desgracia. Según me comentaron, los primeros siguen siendo la máquina perfectamente engrasada de siempre, a Beach House se le quedó pequeño el escenario (literalmente, demasiada gente agotada en una carpa que no llegó a sonar del todo como debería) y M83 ofreció unos escasos 50 minutos de sus Oooohs y música electrónica que caracteriza su nuevo disco. Y ya hasta el día siguiente en la última parte de mi crónica…
Mis notas para estos dos días, sin entrar a valorar a algunos; Matrícula: Mercury Rev, Chairlift. Sobresalientes: Yann Tiersen, Other Lives. Notables: Bigott. Bien: Suede, We Trust, Yo la tengo, The Flaming Lips, The Rapture. Suficiente: Atlas Sound.