Lisabö: animales de directo
Por 17 agosto, 2012 17:471




El ecuador de agosto en Nocturama recibió a la banda más salvaje de su programación: Lisabö. Con una audiencia más selecta que otras noches compuesta por oídos intrépidos y devotos de esta banda vasca, los jardines del Monasterio de la Cartuja-CAAC de Sevilla presenciaron la explosión de una bomba sonora cuya onda expansiva se mantuvo durante una hora y cuarto.
Desde su creación Lisabö ha sido aliento para amantes del sonido hardcore y aledaños, además de inspiración para jóvenes ávidos por definir sus bandas incipientes. Estos músicos de Irún conocen bien las posibilidades de los estilos que merodean y sabiamente los despellejan, visten, mezclan, superponen y enmarañan hasta alcanzar esa estruendosa amalgama que los caracteriza.


En su excelentemente valorado -por sobrados motivos- sonido directo, crearon también en Sevilla una atmósfera de experimentación sensorial, que en bucle entra por los oídos y sale de las entrañas. Aunque para much@s, entre l@s que me incluyo, no sea éste el estilo preferido para escuchar en sonido de estudio, en su performance gana un nuevo sentido y suma el tan importante grado de la experiencia vital. Para mí, disfrutar escuchando a Lisabö es ESTAR en uno de sus conciertos, como el de la noche de Nocturama.
Lisabö interpretan sus letras siempre en su lengua natural, el euskera. He aquí una gran pérdida para los no vascoparlantes a la hora de beber de su espectáculo. Por no entender su significado cualquiera podría pensar que son letras gores y violentas, debido a que la traducción de su marco sonoro está muy cerca de esos adjetivos. En cambio, sólo leyendo por encima la traslación al castellano de sus libretos, estas letras del escritor vasco Martxel Mariskal rápidamente se identifican con una poesía existencial.


Cercanas a la escritura automática, son desgarradoras y viscerales pero poseen una gran carga de metáforas sobre las relaciones humanas, el desaliento o la memoria. Muy interesantes.
La banda asistió a Nocturama con sus actuales seis componentes: dos guitarras, dos bajos y dos baterías que lejos de molestarse, se reforzaban como si fueran un único ejecutor. Sobre su base, una ametralladora de cuerdas conformaban una avalancha sonora, no por ello falta de matices y con un sonido realmente nítido.
El público entró en el mismo éxtasis que los músicos, quienes se movían por impulsos sobre el escenario. Su puesta en escena fue un ritual desgarrador donde cables, pies de micros y ellos mismos volaron. De ahí que el técnico subiera incontables veces a reparar los pequeños desbarajustes ocasionados por tal intensidad. Karlos Osinaga -guitarra y voz-, un alma máter de Lisabö fue quien más se introdujo en ese universo extrasensorial.


Fue también Osinaga quien recordó que su banda ya estuvo en Sevilla hace cinco años y rememoró a la banda sevillana Hiroshima Atomic Garden, quienes en aquella ocasión fueron sus teloneros. Por cierto que uno de sus miembros fundadores se encontraba presente en ese momento. Además adelantó que el próximo mes de octubre visitarán de nuevo el sur, haciendo parada al menos en Cádiz, ciudad que reconoció “molarle” mucho.
Hicieron un recorrido aquella noche por su discografía, haciendo hincapié en su último LP Animalia Lotsatuen Putzua (Bidehuts, 2011). Entre los doce temas que formaron el repertorio que ofrecieron aquella noche también se encuentran Bi Minutu (Ezlekuak, 2007), su éxito Hemen naiz ez gelditzeko baina (Ezarian, 2000), Zer egiteko gai gara? (Ezarian, 2000), Ur gainean (Ezarian, 2000) y Deliberazioa (Izkiriaturik Aurkitu Ditudan Gurak, 2005).
Los Lisabö mantienen el corazón en un puño. Enlazaron algunos temas con transiciones psicodélicas y jugaron a menudo con la intensidad de la música, creando una placentera tensión con bajadas de volumen mantenidas y vueltas repentinas a la fuerza.
Esta fue la tónica del paso de Lisabö por Nocturama 2012, uno de los pocos que ofrece esta banda poco prolífica en los estudios de grabación pero cuya potencia y personalidad arrasadoras no dejan indiferente, sino que envuelven al ser y dejan surcos en la memoria.