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Sugar: caramelos de sangre ardiente

Por Marcos Gendre 0

Aprovechando la excelente reedición que acaba de salir a la calle con la obra completa de Sugar, la banda del enorme Bob Mould, no está de más hacer un pequeño recorrido por su corta, pero fabulosa, trayectoria.

Formados a principios de 1992, Sugar nace como un providencial paréntesis en la trayectoria de Bob Mould, por el que deja aparcados sus interesantísimos comienzos en solitario, para disponerse a volver al formato en trío que tantas alegrías, musicales, le había dado en el pasado con los imprescindibles Hüsker Dü.

Esta vez acompañándose de David Barbe – ex Mercyland – al bajo y Malcolm Travis – ex Human Sexual Response – a las baquetas, Mould pone la semilla de su proyecto más exitoso, y reconocido, a nivel masivo.

Tomando como base de operaciones sus dos últimos discos al frente de Hüsker Dü, “Candy Apple Grey” (1986) y “Warehouse: Songs and Stories” (1987), Mould se decide a prolongar el pop energético de corazón cada vez menos hardcore que tan maravillosos resultados le había dado en este binomio de obras maestras, añadiendo, a diferencia de estos, una nueva base rítmica mucho más potente y dinámica , a lo Pixies, y aumentando el uso de pedales para dar con un sonido  más matizado y poderoso desde las seis cuerdas. A partir de este modélico “recorta y pega”, se abre un esplendoroso camino  por el que Mould y compañía alumbrarán uno de esos debuts con los que a cualquiera en su sano juicio le gustaría aterrizar en el mundo indie. Bajo el nombre de “Copper Blue” (1992) Sugar se ganan las alabanzas de la crítica y un inesperado éxito de ventas provocado por uno de los temarios más inspirados de los ’90.  Que se puede decir de un disco compuesto de joyas como “The act we act”, “Changes”, “A good idea” o “If i can’t change your mind que no sea el de calificarlo de “obra maestra”, pues poco más, la verdad. Mejor escucharlo y dejarse llevar por este torrente de furia edulcorada y besarle el culo a un Mould inmenso.

Impresionados por las ventas de “Copper Blue”, sobre todo en el Reino Unido, habría que buscar las razones de este hecho, aparte de por la inapelable colección de singles que contenía, por el hecho de haber rellenado, en cierta manera, el hueco dejado por los Pixies y por coincidir con las bandas que habían generado la mítica escena shoegaze – My Bloody Valentine, The Boo Radleys,  Ride y Adorable – promovida desde Creation, su sello discográfico, y con las que, si bien no compartían sus postulados estilísticos, si se aprovecharon de su impacto entre el público británico, que ya se había acostumbrado a sus explosiones de ruido y melodía, para  integrar de manera proverbial sus vibrantes latigazos de pop avasallador. Todo este repentino reconocimiento, daría pie a una triunfante gira en la que no pararon de ofrecer conciertos memorables a lo largo de USA y Europa – la Rockdelux los consideraría como la mejor gira de aquel 1992 -. Durante estos conciertos ya podemos ir degustando demoledoras muestras de lo que nos tenían preparados para “Beaster” (1993), su segundo paso discográfico.

Grabado durante las mismas sesiones de su primer Lp, “Beaster” es su feroz reverso oscuro y  el verdadero clásico de Sugar: Un disco inmortal comprimido en media hora atronadora de cabalgadas pantagruélicas donde el espíritu del “New Day Rising” (1984) de Hüsker Dü se vuelve negro como el carbón, tomando velocidad de crucero, para dar vida a seis canciones de pegada mortífera, intensidad inabarcable y un continuo estado de erupción a través del que trasluce una poderosa aura pagana de religión en temas como “JC Auto” y “Judas cradle”.

Tras tan apabullante demostración, un nuevo paso discográfico iba a ser mirado con lupa. Y tanto que fue así. Fustigado por gran parte de la crítica, “Fuel Under Easy Listening” (1994) recibió un castigo inmerecido, y más ahora cuando se puede volver a valorar en su real medida. Escuchado casi veinte años después de su publicación, “F.U.E.L.” suena como el hermano pequeño de “Copper Blue”, un disco notable en el que no faltan momentos sublimes,  como el emocionante pop desenfadado “Your favorite thing” y “I can’t help you anymore”, el vértigo eléctrico, a lo Dinosaur Jr, de “The gift” o el desgarro profundo de “Explode and make up”. Razones de peso para darle una segunda oportunidad a esta obra que si no llega a los niveles de “Copper Blue” es por algún momento menor como “Granny Cool” y “What you want it to be”. Tras este nuevo éxito comercial, Sugar deciden separarse debido a los compromisos familiares de David Barbe, poniendo el cierre a tres años inolvidables en los que Bob Mould vivió la fama creciente que no pudo conseguir al frente de Hüsker Dü.

Como postrero dato, no puedo finalizar esta retrospectiva sin mencionar la gira que está llevando este año Bob Mould, en la que está reinterpretando completamente el “Copper Blue” para celebrar su veinte aniversario, y con la que esperemos poder disfrutarlo por tierras ibéricas.

 

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