La Distorsión inteligente: Moss Icon
Por 16 octubre, 2012 13:180


Una de las vueltas más justificables de los últimos años, Moss Icon vuelven dos décadas después de su disolución para reclamar lo que no se les reconoció en su momento.
Si hubiesen surgido en Washington D.C…
Olvidadísima banda de culto del sub-underground perteneciente al post-hardcore americano, Moss Icon siempre han estado en la parte más escondida de una segunda fila entre la que hasta compañeros de generación tan seminales como Flipper, Rites of Spring o Soulside han llegado a tener un mayor seguimiento y reconocimiento por parte de crítica y aficionados desde los estamentos más crudos del rock.
Cuando ya no se acordaban de ellos ni sus padres, Jonathan Vance y Tony Joy toman la inesperada decisión de reunir a la banda que habían dejado morir en 1991 cuando ni siquiera les habían publicado “Lyburnum Wits End Liberation Fly” (1994), su único Lp. Esta vuelta a la acción, por otro lado, servirá para que nuevas generaciones sigan asombrándose ante resurrecciones de bandas como la suya, la de Keith Morris con OFF!, Swans o Refused que han vuelto para poner el grito en el cielo ante el panorama tan mojigato en el que vivimos.
Para llegar a este punto, Moss Icon empiezan a hacer sus pinitos en 1986, generando un rodaje a través del que rápidamente encuentran el punto intermedio a su sonido entre Minor Threat y Rites of Spring. Ya con un saco de canciones de gran envergadura, dan el pistoletazo de salida en 1987 con una demo autoeditada que anticipará los dos cortes – “Hate in me” y “What they lack” – más representativos de su fulminante debut oficial: el single “Hate in me” (1988).
Descomunal de principio a fín, “Hate In Me” es una de las pruebas más concluyentes del post-hardcore emergente en la segunda mitad de los ochenta. Hardcore punk sulfúrico galvanizado por unos pedales de freno y aceleración con los muelles oxidados. En esta obra, Jonathan Vance – uno de los frontman más capacitados de la escena post-hardcore -, la guitarra cruenta y sangrante de Tony Joy y una base rítmica de métrica criminal se encargan de cargar canciones tan contundentes e intimidantes como “Hate In Me”, “What They Lack y “Kiss The Girls And Make Them Die”.
Tras esta salvajada, Moss Icon van girando la perspectiva de su brújula diversificando su discurso musical hasta el fin de su producción discográfica con formas más angulares, reposadas y turbadoras. En éstas el fantasma de Joy Division toma forma real inmiscuyéndose en temas como “Familiar Presides” y “Sioux Day”. Este último tema, también es un claro reflejo de los textos de Vance encaminados a la defensa de los derechos indígenas, tanto norteamericanos como latinoamericanos -“Guatemala” -.
Sin contemplaciones, y siempre con un grano en el culo del tamaño de una pelota de baloncesto, esta banda originaria de Annapolis, Maryland, regresa a la palestra para intentar cambiar su suerte en un entorno favorable provocado por la gran aceptación – Pitchfork – de la edición de su legado a través de su fundamental recopilatorio. Ojalá sea así. Grupos como éste son los que nos hacen falta ahora.
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