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Las tres caras de Yo La Tengo

Por Ignacio Sánchez 1

por Ignacio Sánchez
por Ignacio Sánchez

El grupo norteamericano ofreció un show dividido en dos partes, una acústica y otra eléctrica.

Yo La Tengo son esa clase de grupo que si le sale de las narices te hace dos conciertos en uno. Ellos se lo pueden permitir, son perro viejo en esto de la música y su discografía da para esto y más. Así, pocas horas antes de su cita con el público en La Riviera anunciaban a través de twitter, al igual que ocurriera el día anterior en su cita en Santiago de Compostela, que iban a ofrecer un set doble, para empezar un set en acústico que se vería complementado por otro ya con los amplis a su máxima potencia. Es lo que venían ofreciendo en su gira y la cita de Madrid no iba a ser menos.

por Ignacio Sánchez
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Cualquier excusa es buena para ver a Ira, Georgina y James en directo, y más cuando su presencia en nuestro país se suele ver reducida casi exclusivamente a festivales, donde por desgracia hay veces que no consiguen explotar parte de su potencial, el intimista, ese que con suaves melodías y la susurrante voz de Ira y Georgina nos emboba. Así fue como decidieron comenzar la noche, a modo acústico para presentarnos Fade y mirar al pasado en unos pocas ocasiones. Sobre el escenario tres árboles de ¿cartón? intentando hacer un guiño a la portada de su último disco, el cuál sirvió para dar el pistoletazo con “Ohm”, sin dudarlo el mejor de los temas que ahí se pueden encontrar. Con delicadeza fueron deshojando “Two Trains”, “The Point Of It”, “I’ll Be Around” o “Cornelia and Jane” donde el peso recayó sobre la suave voz de Georgina. Fue sin duda una manera más que apropiada de poder enseñar a los fans estos temas de pocas revoluciones pero mucha intensidad emocional separados de un repertorio donde Ira sacaría a relucir su gusto por el maltrato a la guitarra.

por Ignacio Sánchez
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Como sabiéndose entre conocidos, tranquilamente, su vuelta al escenario es recibida con más ganas si cabe de las que fueron recibidos al comienzo de la velada. Eran muchas las ganas de descifrar un repertorio que muta en cada ciudad, que sirve para ensalzar la figura de estos tres músicos que sin miedo a quedarse sin ideas siguen estando muy por delante de muchas de las formaciones “indies” actuales. La brújula que ha guiado el camino durante casi treinta años a Yo La Tengo te puede llevar a temas tan desquiciados y frenéticos como “Pass The Hatchet, I Think I’m Goodkind”, con uno de esos momentos que tanto gustan al público, con Kaplan haciendo virguería a su guitarra, o “Sugarcube”, uno de esos hits imborrables dentro de la mente de cualquier fan del grupo, hasta antítesis sonoras más actuales de la mano de “Stupid Things” o “Before We Run”. El público entregado no podía sino responder de manera casi instintiva a cualquier momento de lucidez en el repertorio aunque en algunos momentos se hiciera molesta tanta muestra de fervor, más cuando se producía a mitad de canciones, restándole magia al instante. En esta parte, al igual que en la primera, sobresalió de nuevo “Ohm”, que demuestra toda su fuerza y magnetismo cuando la guitarra no es acústica. Nuevo momento para que Ira captara las miradas.

Y aunque se nos vendiera el concierto como uno con dos sets distintos podríamos decir que realmente tuvo tres, ya que los bises se aprovecharon para mostrarnos otra de las facetas de la banda, la de las versiones, como la de “Gates of Steel” de Devo, amén del guiño nostálgico que supuso “Let’s Compromise”, donde Kaplan de “manera algo más extendida” se dirigió a los presentes al recordarnos su primera vez en Madrid. El broche final, simpático por la presencia de un ¿roadie? en los teclados y el tono amateur que le dieron pero algo descafeinado para acabar como dios manda, fue para “What Can I Say”.

Como punto negro de la noche, la eterna espera para verlos de nuevo sobre el escenario tras acabar la parte acústica. Y es que con todo el set montado desde el principio los más de veinte minutos entre ambos sets se hicieron interminables ante un público que aprovechó para echarle un vistazo a su móvil y ver qué tal iba el fútbol. Sí, ese deporte que hizo que La Riviera no presentara una mejor cara y se quedara en poco más de media entrada.

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