Future Islands queman la catedral de Manchester
Por 8 noviembre, 2014 18:260


Maldito solape triple mortal en el Primavera Sound entre Neutral Milk Hotel, St Vincent y Future Islands. Cada vez que lo recuerdo me entran escalofríos. Tiré de corazón y me fui a ver a los primeros. En la versión portuguesa del festival opté por la diva nocturna. Pero me quedaba la espinita de no haber visto al grupo ¿revelación? del año. Hasta hoy.
Aprovechando mi estancia en tierras británicas me acerqué el pasado sábado 1 de noviembre para ver por fin en directo al grupo del que todos hablan. Pero no estaban solos, formaban parte de la programación del Columns festival, un evento organizado en la majestuosa catedral de Manchester. Y aquí hay que hacer un frenado drástico, porque el marco para el desarrollo del arte en este espacio es incomparable, la acústica incontestable y la atmosfera irrepetible.
Festival de un solo día así que hay que ir a muerte, no hay tiempo para las medias tintas. Tras un cambio de programación en el que desaparecen unos interesantísimos Hockeysmith, pasamos a unos tal O>L>A.
O>L>A: Poco que decir de este dúo de guitarreros con bases pregrabadas, ideales para irte al baño mientras actúan o comerte unos doritos. Nada destacable, aunque nada desagradable. Neutros.
Cousin Marnie: De nuevo otro dúo, pero ahora sí, con batería. Y recalco esto porque la comparación entre ambas bandas es similar a la de comparar a Dios con un gitano. Una exuberante mezcla de globalización, ella, tailandesa exótica con voz apabullante, él, ario con ganas de romper bombos como de hacérselos a su compañera. Primera sorpresa del festival, un derroche de clase de Dark Synthpop, que se pasaban del trip-hop al machaca basecube con una facilidad y buen gusto admirable. Una mezcla perfecta entre Lana del Rey y Julia Holter, casi nada.
ROSIE LOWE: Grupo con pretensiones, me gusta decir cuando algo que escucho no me gusta. A mitad de concierto tuve que irme de este experimento fallido de Bjork meets Strange Drugs. Bastante insoportable.
East Indian Youth: 20 minutos esperando y el señor no arrancaba el show. El público británico que pululaba por allí no paraba de hablar haciendo imposible escuchar incluso la puesta a punto de la guitarra. Muy molestos. Decidí irme y cuando volví seguía sin empezar el concierto. Media hora después y teniendo que limitar su setlist a 3 temas, arranco este solista guitarra en mano, teclado midi y Mac en mesa. Mucho ojito a este proyecto porque esto es metralla, una autentica apisonadora Dance. Arrancando con un tema que hacia recordar a Jagwar Ma en plan depresivo fue avanzando hasta ofrecernos un festival de tralla electrónica de capas y estrellas, con Fuck Buttons, Suicide o Vatican Shadow metidos en una licuadora. Hizo bailar hasta al inglés más flemón y dejo a más de uno con la boca abierta. Me dio la impresión de ver a un Trent Reznor rejuvenecido. Recuerden este nombre, porque apunta a rompe piernas.
Zola Jesus: ¿Qué te ha pasado Zola? Esa es la impresión que me lleve tras ver el proyecto de la norteamericana Zola Jesus. Su oscura y melancólica música electrónica ha transmutado en algo banal, en genéricos farmacéuticos insuflados por la compaña We Love Lorde. Porque hasta el look le ha copiado a la neozelandesa. Si algo hace bien Lorde es construir su música con simpleza, casi minimalismo. Zola Jesus es ahora puro barroquismo, disparos de capas y más capas de bases random, haciendo alarde de su voz de ébano con gritos vacíos y bailes epilépticos. Una autentica decepción.
Y por fin Future Islands. La gira en España ha estado llevándose muchos halagos, y ahora entiendo por qué. No sería descabellado decir que Future Islands son los mayores ateos de la historia, porque ni en los mejores tiempos de la república se han quemado iglesias con tanto estilo. El huracán americano incendio la catedral de Manchester y la convirtió paradójicamente, en un lugar sagrado.
Había ganas, vaya si las había, la inmensa mayoría del público allí reunido solo había ido para verles a ellos. Y por fin se callaron, y por fin disfrutaron, y por fin dejaron de ser tan británicos. Abrieron con “Back in the tall grass” y Samuel empezó a contonearse a ritmo de funk. La gente tarareaba como si el mesías hubiese llegado, y comenzó a gritar cuando “Sun in the morning” empezó a romper la conexión pies-suelo del asistente. La canción que pone fin al último álbum de los americanos. “A Dream Of You And Me” trajo la paz y la clase necesaria para lo que venía a continuación. Cuando comenzaron a sonar las primeras notas de ese sinte embrujado en “Walking Throught that door” casi me da un trombo. Este tema tiene todo lo que se puede buscar en la música, tristeza, rabia, nostalgia, y esperanza, pero ante todo sinceridad. Fue sin duda la canción más redonda de la noche, el clímax de mi experiencia y el momento de confirmación. Bailándole a la desesperación y haciendo una fiesta de ella. La magia de la música.
Después aterrizó “Balance”, de su anterior álbum y siguió la fiesta con un sinte juguetón más propio de épocas de bonanza cultural que la que vivimos actualmente. Divertidísima rompió la barrera del público. A partir de ahí se formó un pogo que dejó a todos más desubicados que el Katrina. Del mismo álbum y la misma calidad “Before de Bridge”, tema bailable como pocos sirvió para que Samuel acabase por los suelos muerto de la desesperación que encierra la letra de ese tema. Y ahora viene la otra parte de la historia nos decía el bueno de Sam, comenzó a sonar el inconfundible ritmo de otro de los temas capitales del Singles, “Doves”. Mención especial al baile que se marca, moviéndose como una serpiente, convirtiéndose en la mayor tentación de Eva. Poco se puede decir de este tema que no sepáis ya, es puro sexo y en directo la experiencia es aún más erótica.
Y aquí hay que hacer una separación, porque si este grupo tiene su cara más desvergonzada y divertida, tiene también la cara seria, la transversal. Y es que la bellísima “The Great Fire” retumbando en la catedral de Manchester, iluminada hasta la locura mientras sonaban estos acordes del arpa de Zeus fue una experiencia única e irrepetible. Samuel lo dio todo y la humedad se apoderó de sus ojos. Por si esto no era poco, nos lanzó otro lacrimógeno tema, la preciosa “A Song For Our Grandfathers”, una joya dedicada a sus abuelos y la infancia que vivió con ellos. Apuntaba al cielo, señalando a quien le cantaba, pero todos nos fuimos con él, todos estábamos perdidos en esa espiral que es la infancia. Joder, fue precioso.
Pero había que recuperarse de la perdida, y nos hizo volver a movernos con “Light House” para lo que se avecinaba, el calentamiento perfecto para uno de los grandes temas de este 2014, “Seasons”. Pogo descomunal, gargantas a punto de romperse y comunión única entre los asistentes. Otro gran momento para recordar. Ante la pasividad de un público que parecía no reconocerla, empezó a sonar “Tin Man”, uno de los highlights de la noche. Probablemente el mayor momento de locura colectiva, personal y del propio Samuel. La subjetividad de un hombre de hojalata que no es capaz de mostrar a la chica que ama cuanto la quiere. ¿Acaso hay una mejor excusa para gritar?
Cerraron con “Spirit”, otro de los grandes hits del Singles, perfecto para hacernos creer que todo había acabado. Pero no, porque aún quedaba droga que venderse, y que naturalmente, nos inyectaríamos a la primera. “Inch Of Dust” abrió el bis con una potencia descomunal, de nuevo otro de esos temas mágicos, que esconden una felicidad destruida, que te cuentan lo que es una utopía desde el desconsuelo. La potencia en la ejecución de esta canción por parte de todos sus integrantes, la melodía épica que resurgía mientras una iluminación dorada impregnaba todo el escenario es de esas imágenes que se te quedan grabadas en la retina. Por fin en esa catedral había un Dios al que adorar. Y para terminar la rompe piernas “Vireo’s Eye”, y su “We are not kings here, We are Strangers” que tan bien ilustraba la situación en la que me encontraba fue otro ejercicio demencial de diversión y aceptación personal. Otro tema demasiado bueno como para ser cierto. Y broche final con “Little Dreamer”, la paz tras la tempestad. El fin de una bonita historia.
Samuel se despidió del público emocionado y con lágrimas en los ojos, impresionado ante la atmosfera religiosa que se respiraba allí. Es difícil escapar de algo así. Realmente difícil.