Berlinale 2015: Día 2. El taxi que surcó el cielo de Berlín
Por 8 febrero, 2015 18:210


Tras una jornada de apertura bastante desastrosa, al segundo día resucitó de los cielos un viejo conocido del festival; un iraní en carro de fuego blanco que guió a través de 45 años a una pareja destinada a perderse por el desierto. Esto marcha señores.
Ya lo decíamos ayer, la panoja empieza hoy y de qué forma. El ganador del León de Oro por The Circle (2000) , Jafar Panahi nos presentaba su nueva película: Taxi. Bien prontito, a las 9 am en el Berlinale Palast. Y menudo viaje que se ha marcado dejando el taxímetro a cero.
Menuda lección de cine para los novatos que aspiramos a hacer algo distinto. Menuda forma de abrir sutilmente el negro velo iraní, extrapolado casi a una globalización que devora todo lo que toca, que rompe las barreras entre occidente y oriente para deleitarnos con problemas a la vuelta de la esquina.
Panahi homenajea a su manera a Taxi Driver, pero transmuta la cárcel de Travis en una especie de nave espacial de Méliès. Juega con los valores del cine, cómo éste crea y destruye expectativas y pone en jaque los propios conceptos de la realidad. El ejercicio metafísico al que nos somete Jafar es de maestro del séptimo arte, y todo esto bañado en una comedia palpitante, de un “realismo obsceno” y casi documental. Porque las escenas de contrabando fílmico son puro amor, un homenaje a algunos de sus autores preferidos y su ratificación del amor por el cine actual e intelectual.
La crítica al cine preestablecido late subterráneamente en un metro que todos los que amamos el cine alguna vez hemos recorrido, pero lejos de cebarse en lo que sería un atentado de grado 2, Jafar deja al espectador que saque sus propias conclusiones, muchas veces dejando que su cara (ups) sea el poema que debamos interpretar. Y qué decir del juego de la realidad documental, qué decir sin meteros spoilers a saco y chafaros las sorpresas que esta montaña iraní nos ofrece.
Pero ante todo, la película gira en torno al concepto del sujeto, del tema. “Esas historias ya están contadas, esos libros ya están escritos, la parte complicada es que nadie te dice sobre qué escribir. Tienes que buscarlo tú”. La tesis de su ensayo resumida en una frase. La intuición como medio de creación y la ruptura de reglas como única regla. Imaginad a Woody Allen dirigiendo Taxi Driver. Pues esto es mejor. Realmente precioso. Gracias Jafar.
Te gustará: Si valoras el cine el documental, experimental, pero con fondo.
No te gustará: Si al final del viaje piensas, ¿y todo esto para qué?
Nota: 8,5/10
Terrible. Absolutamente terrible. Lo he pasado peor que con muchas películas de terror o yendo al dentista. Peor que en una clase de CMC incluso. Quién me mandará meterme en el desierto. Lo de Werner Herzog jugando a ser David Lean es de las mayores torturas que he sufrido en una sala de cine. Sus 125 minutos han durado meses perdidos en las dunas de ESTA PELI YA LA HE VISTO. Porque por mucho que el alemán mueva la cámara como él solo sabe, la historia no puede ser más anodina, vacía y llena de oasis que en vez de agua provocan ébolas de inteligencia. Esta película mata neuronas, ojito. El tino con el que uno acaba ante este festival de Nicole Kidman performing mujer de armas tomar sobre el papel, pero mujer marioneta e imbécil en el real es para quitarle al alemán el carnet de director de cine.
Al igual que ayer con Coixet, se nos plantea una historia basada en hechos reales (y con figuras reales y reconocibles, ojo) a principios del siglo XX. Sigo sin entender como en pleno siglo XXI hay que volver al pasado, hasta las pelotas de ver una y otra vez la misma historia pero ojo, ¡AHORA CON MÁS CAMELLOS!
Que la película tiene sus virtudes es innegable, que mi odio irracional tampoco me vuelve ciego; buenísimas localizaciones, las actuaciones bastante bien (otra cosa son los diálogos) y la planificación en contadas ocasiones, brillante. Pero de nuevo esto no puede usarse para defender una producción multimillonaria. Damos por hecho que cuando se manejan estos números estos resultados se van a conseguir. Pero bueno, todos sabemos que este tipo de cintas tienen su cabida para traer a los famosos de turno a la alfombra roja, que sus ruedas de prensa se peten y poder decir que Nicole Kidman estuvo en mi festival. Así que flojito, que haga su taquilla y aquí no ha pasado nada.
Te gustará: Si te molan los cabezas de cartel del Primavera Sound.
No te gustará: Si eres más de ver a los grupos pequeños.
Nota: 3/10
Ojalá Andrew Haugh fuera mi amigo. Weekend (2011) es una de mis películas favoritas de los últimos años y el estreno de 45 Years, su nueva película cuatro años después lo esperaba con gran entusiasmo. Y el resultado pese a no conquistar, me ha parecido satisfactorio. La historia se centra en la vida de una pareja jubilada, ensimismada en su burbuja alejada de la urbe y que su estabilidad se verá en peligro con la llegada de una notificación desde Alemania que revolverá el pasado de la pareja hasta llegar a plantearse cuál es el fin de la misma.
Con tan sólo tres cintas en su haber Andrew ya muestra algunos de sus vicios estéticos como el uso de la música como elemento narrativo (e indispensable), las largas conversaciones de un dúo protagonista colosal con una maravillosa Charlotte Rampling y un adorable Tom Courtenay, o su ferviente y magnífica habilidad para crear unos personajes con los que empatizar, a los que querer y molestarse en comprender y por los que incluso llegar a emocionarse.
Pese a que quizás en algunos tramos es irregular, la incursión de Haugh en un terreno más maduro unido a algunas de sus inolvidables escenas (mención especial al baile nocturno en la casa o sobre todo, el maravilloso brindis del final) hacen de este aniversario de 45 años de vida en pareja una cinta más que recomendable, de cómo radiografiar las emociones más irracionales de un pasado que cuando vuelve, te devora hasta destruir lo realmente importante. El enemigo está en casa y Haugh lo sabe como nadie. Der lo mejor de la Berlinale.
Te gustará: Si te gustan los buenos personajes, huyes del dramatismo escénico y adoras la naturalidad.
No te gustará: Si no entiendes a la protagonista. En cuyo caso estás muerto por dentro.
Nota: 7/10
Primera de las proyecciones de la retrospectiva sobre Win Wenders que recordemos, recibe este año el Oso de Oro honorífico. Y qué decir de esta inclasificable joya que le costó en Cannes (1987) la Palma de Plata; una pieza de lírica y metafísica que rompe con toda concepción fílmica, mucho más cercano a la poesía visual y la cognitiva experimental que a la narrativa al servicio de la razón. Pero no nos dejemos engañar, la inmensa carga moral, filosófica y visual (en ella late un amor al cine inusitado) hace imposible que podamos disfrutarla únicamente jugando en el plano emocional. La cinta es extremadamente inteligente, concienzudamente meticulosa y ambiguamente terrorífica. Pero en ella nada la esperanza, late una realidad alternativa, teñida de color que emerge en el último momento y declina al ser humano a la balanza de la transversalidad. Absolutamente magistral.
Te gustará: Te debería gustar.
No te gustará: Puede llegar a aburrir y abrumar, dos conceptos tan opuestos como unidos.
Nota: Paso de ponerle números a esta obra maestra. No sería justo para Wenders (ni mucho menos digno) despachar esta película en 10 líneas, así que próximamente la analizaremos en profundidad.
Panorama mola mucho, es la única sección donde no sabes qué vas a encontrarte sin necesidad de comerte los bodrios de Fórum (que de momento este año van 0-4). Así que tras la gratísima sorpresa de Sangue Azul ayer, me metí en esta cinta recién llegada de Palestina y nos encontramos con el blanco y negro mediante una comedia negra que se deja ver. Sin más. Lo cierto es que tampoco se puede añadir mucho más, es de estas películas que tiene un puntito diferente pero que están vacías en contenido, que en la forma no arriesga y que su única baza es un tono que a ratos encandila y en otros parece más perdido que el propio país palestino.
Te gustará: Si te gusta reírte a costa de la violencia.
No te gustará: Si el blanco y negro y pistolas no son suficientes para ti.
Nota: 5/10
Y acabamos el día con una propuesta con sabor latino. Y menos mal, porque se agradece escuchar algo de castellano aunque sea por un rato. El incendio va al grano, a mostrarnos el proceso de descomposición de una pareja abocada al fracaso y que solamente a través del caos llega a mediar su única salvación.
El juego de la violencia verbal y física en los que se mueve la película, unida al sexo necesariamente salvaje, convierte a esta cinta en una excusa para ahondar en el yo más primitivo, en la clásica disyuntiva del egocentrismo disfrazado de razón, y cómo únicamente rompiendo las caretas podremos conectar realmente.
La dirección de actores es magnífica y los planos secuencia dotan a la cinta de una naturalidad en la que notas hasta el sudor de los protagonistas. La pareja que decide comprar un nuevo piso y comienza planificando su mudanza, empieza a decaer en su visión de futuro conjunto, en un claro ejercicio de como la unión social y emocional acaba derrumbando a cada uno individualmente. Un ejercicio de como cuando los anillos se fusionan para crear uno solo, al romperse, no se puede dividir en dos pedazos. Simplemente se destruyen a sí mismos.
Te gustará: Si te gusta el cine documental, o irrumpir en la vida de una pareja durante hora y media.
No te gustará: Si consideras que la cinta en cierto modo está vacía.
Nota: 5/10