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Día de la Marmota 2015, Sevilla se sacude el frío

Por Jose Eduardo Medina 0

Y Phil se miró su sombra. Así comenzó la primera semana de febrero para los habitantes del pueblo de Punxsutawney, con la desoladora noticia de un invierno que se prolongará seis semanas más. Unos grados más al sur, en Sevilla, se daba la despedida oficial al frío con un festival que cumplió su segunda edición y, según nuestra opinión, debería alcanzar en longevidad a la tradición americana.

El Día de la Marmota / José Eduardo Medina
El Día de la Marmota / José Eduardo Medina

Hace más de una año, la compañía Green Ufos, una de las pioneras del país en dedicarse a la música independiente, se embarcaba en la creación de un evento arriesgado. Utilizando el nombre de la fiesta celebrada en Pensilvania, nacía El Día de la Marmota, festival diurno de dos jornadas de duración con un cartel exclusivamente nacional y enfocado a servir de escaparate a las bandas locales. Hasta ahí, todo bajo control, aunque un par de premisas necesitaban ser probadas en la práctica. En primer lugar, su ubicación, los jardines del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo habían sido más que solventes para las noches estivales, pero un recinto al aire libre en los días más duros del invierno era aún una incógnita. En contraposición, dos días gratuitos de conciertos serían lo suficientemente atractivos para contrarrestar al frío, no así una guadaña de la austeridad que pende sobre toda actividad cultural incapaz de cubrir gastos en nuestros días.

Sin red, se lanzaba al vacío la primera edición, aterrizando sobre el mullido colchón de la acogida popular y recompensada por un soleado fin de semana. Una vez vencida la inercia previa al arranque, y con un exitoso precedente, Green Ufos apremiaba los preparativos para el segundo asalto a las frías garras del invierno. Manteniendo igual enfoque en el cartel, repetían dos escenarios en los patios cartujos, acogiendo a debutantes y viejos conocidos del mundillo indie local, los que tienen reservado un hueco en el imaginario de la ciudad, ahí estaban las huellas del Colectivo Karma con los reunidos Sick Buzos o la sangre de Silvio corriendo por Los Labios, conviviendo con una tanda de jóvenes talentos buscando dar a conocer sus primeras grabaciones.

Los Labios / José Eduardo Medina
Los Labios / José Eduardo Medina

La peculiar marmota de gafas de pasta ya había iniciado su carrera en las redes sociales, y pese a los coloridos chubasqueros sacados del armario por los más agoreros, la velocidad de difusión entre perfiles dejaba claro que nadie estaba dispuesto a quedarse en casa por unas cuantas gotas. Hablamos de una cita invernal precedida por meses donde las noches se alargan demasiado y el frío pasa de helarnos los huesos a congelar nuestras rutinas, con un calendario en el que las grasas saturadas sólo pueden competir con la caspa acumulada en sus fiestas, es necesaria una corriente de aire fresco con urgencia que ventile el olor a rancio. Bajo esta filosofía, El Día de la Marmota ha convertido un par de días de conciertos en una fiesta popular disidente de la agenda tradicional sevillana.

Con un primer vistazo al recinto, queda claro que aquello no sólo trata de música. Las neumáticas torres del castillo hinchable rivalizaban con las chimeneas de la fábrica, una atracción infantil en la que más de uno se saltaría el límite de edad para zambullirse entre sus turgentes lonas, ¿y por qué no poder deslizarse por los toboganes al ritmo de un punteo de surf rock? En este improvisado parque de atracciones, las praderas se cubren de manteles de picnic, el country ameniza la sobremesa en la huerta y los neones iluminan las horas más oscuras bajo la carpa, un territorio diverso para acoger a un público que no sigue el patrón habitual de los festivales a gran escala. En los dominios de la marmota podemos cruzarnos con el fotógrafo que busca a su grupo favorito como fondo del retrato de familia, la pareja de grupies treintañeros que por fin pueden compartir un concierto con sus hijos o los modernos kamikazes que piensan vestir sus mejores galas a cualquier precio, porque a este lado del río no sobra nadie.

The Prussians / José Eduardo Medina
The Prussians / José Eduardo Medina

Un grupo así de heterogéneo necesita un programa variado y Green Ufos volvió a apostar por confeccionar un cartel abierto a estilos y generaciones. Mención especial para los veteranos en el oficio de la música, Chencho Fernández al frente de Sick Buzos consiguió escabullirse de la lluvia y organizar un viaje en canciones a los inicios de la banda, aprovechando los primeros rayos de sol. Llegamos a perder el olor a tierra mojada volviendo al garaje donde grabaron su primera maqueta, sacando lustre a las cuerdas con los juegos de acordes y esos largos punteos que devuelven a la memoria a The Feelies o a Luna recuperaron en directo su participación en ¡Bang!, recopilatorio imprescindible para entender la Sevilla de los noventa. No eran los únicos con horas de escenario a sus espaldas, nombres como Lõbison o Los Sentíos llevan siendo cabeza visible dentro de su género desde hace años en la ciudad, pero a alguien se esperaba con curiosa expectación.

Sorpresa similar a la de aquel treintañero inglés al descubrir sus raíces, fue la recibida por el público hace poco más de un año cuando Los Labios se presentaba como el grupo fundado por el hijo de Silvio Fernández Melgarejo. Desde que el legado dejado por su padre en el sur de España llegó a oídos de Sammy, su retorno a Sevilla se ha vuelto cada vez más habitual, no dudando ante la pasión con que se vive aquí la música en directo, buscar entre los rockeros sevillanos con solera al resto de su banda. Tras ver sus movimientos sobre el escenario, es difícil negar la ascendencia del vocalista. Rozando la hiperactividad, Sammy recupera el papel del rockero clásico, desde Mick Jagger a Marc Bolan, aunando la distinción con la extravagancia en una actuación donde su despliegue físico sólo puede competir en histrionismo con su colección de gafas, a las guitarras Charlie Cepeda y Álvaro Suite gozan de completa libertad.

Trepàt / José Eduardo Medina
Trepàt / José Eduardo Medina

Revisar el pasado no implica un delay con el presente y moderar la complaciente nostalgia es necesario para asegurar la continuidad de una escena local minoritaria, en constante desgaste a la hora de enfrentarse a la monolítica cultura oficial. Con este objetivo, la otra vertiente del festival ofrece sus escenarios a bandas noveles, abriendo un espacio donde visualizar las corrientes que agitan los estratos más jóvenes del indie local. Aquí encajan dos grupos sevillanos cuya trayectoria acaba de iniciar el despegue. Tras el cruce de ambos en el carte del pasado Monkey Week, El Imperio del Perro y Random Walkers volvían a su ciudad de origen. Heredada la pose del rock británico contemporáneo, las formas del frontman del Imperio del Perro podrían encajar en el perfil de Miles Kane,  Ricky WilsonAlex Turner, incluso por su similar peinado, no podríamos calificarlos de arriesgados pero ofrecen suficiente energía sobre el escenario para resultar creíbles en el papel de herederos del post-punk.

Camino distinto siguen Lucía, Francisco, Gonzalo y Ricardo, decididos a adentrase en un medio menos medido y más sucio. Las raíces del grunge funcionan como motor del sonido de Random Walkers, con resultado equivalente al que hubiera supuesto mezclar las chicas de Sleater-Kinney con los Screaming Trees en los noventa. No sólo viven del revival , y ganan enteros cuando dan libertad a las cuerdas, un reciente fichaje de Sello Salvaje que amplía el registro de su catálogo. Otros conocidos se sumaban a esta lista de nombres emergentes, Analís y su álter ego Antigua pero moderna desembarcaba con un dj set que consiguió por momentos trasladarnos a las playas de Isla Cristina, al igual que The Prussians, volvió a ganarse al público con las mismas armas que en el festival onubense, una buena dosis de rítmicas guitarras y pocos complejos sobre el escenario.

Tras aquel fin de semana, la marmota volvió a su madriguera, condenándonos a una ola de frío que congeló el país. Sin embargo, y pese a la temporal retirada al calor del hogar, en esta ciudad donde el frío no es el principal enemigo de una cultura cada vez más inmóvil e interesadamente ralentizada, queda demostrado que la mecha sigue activa esperando prender en una próxima primavera.

 

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