Julio de la Rosa abrió Sons al Botànic
Por 29 abril, 2015 12:460


Helena Goch y Julio de la Rosa fueron los encargados de inaugurar el pasado viernes Sons al Botànic, un ciclo de conciertos acústicos en el Jardín Botánico de la Universitat de València, que contará más adelante con actuaciones de Modelo de Respuesta Polar, Ángel Stanich, Maika Makovski y The New Raemon.
Helena Goch fue la primera en subir al pequeño escenario situado en la plaza de los magnolios dispuesta a presentar su disco debut “Little Tiny Blue Men”, producido por el propio Julio de la Rosa. Acompañada únicamente de su guitarra, la valenciana se mostró muy agradecida por la acogida de sus paisanos. Su potente aunque dulce voz encajaba como anillo al dedo con el entorno en que se encontraba, entre dos grandes árboles cuyas ramas casi la rozaban, y perfectamente iluminados para procurar un ambiente cuasi mágico.
Entre las canciones más aplaudidas estuvieron “Stay away” (con el público acompañando sus dadá-dadá finales), la divertida “Trafalgar”, “La Maga” –pequeño homenaje a la Rayuela de Cortázar–, y “Perhaps”, su primer single y canción más conocida a raíz de un anuncio publicitario.
En conjunto, su actuación consistió en una serie de canciones agradables a las que probablemente les hubiera favorecido algún otro apoyo instrumental, además de su guitarra, para evitar una cierta monotonía hacia el final.
A continuación llegó el turno de Julio de la Rosa, reciente ganador del Goya por la banda sonora de La Isla Mínima, y el gran reclamo de la noche. Sin su banda habitual, comenzó el concierto con una versión desnuda pero muy interesante de “El traje”, que interpretó sin siquiera echar mano de su guitarra. La siguió “Uno”, canción que abre “La herida universal”, el disco más repasado durante la noche, hasta en un total de cinco ocasiones.
Julio se mostró a gusto durante toda la velada, interactuando con los asistentes e incluso pidiendo sugerencias sobre el repertorio. Según dijo, estábamos aún bastante relajados, por lo que se decantó a continuación por “La carta”, que resultó muy emocionante gracias a unos efectos de loop de los que se ayudó durante toda la actuación, para suplir así la ausencia de compañeros sobre el escenario. Pudimos disfrutar, eso sí, de una colaboración entre Helena y Julio al cantar conjuntamente “Mid term”, tema compuesto por ambos que aún no ha sido editado.
El primer momento en el que el público ejerció como un notorio coro fue con “Gigante”, probablemente la canción más apreciada de su último álbum “Pequeños trastornos sin importancia”. Esta complicidad se haría también muy evidente en otros grandes momentos de la noche como “Un corazón lleno de escombros”, “Hasta que te hartes” y “Las camareras”, que fueron cayendo una detrás de otra para deleite de los presentes. El final de la primera de ellas fue alargado, incluso después de los aplausos de los asistentes, y dotado de nuevos matices gracias a un salterio, una melódica y una kalimba, instrumentos cuyo sonido iba agregando Julio gracias a los pedales de loop. Justo antes de este trío tuvo lugar la única referencia a su disco “M.O.S.”: el tema “Braile (segunda parte)”, idóneo para aplicar esas cíclicas melodías, tanto de guitarra como de voz y percusión, que grababa Julio a medida que avanzaban las canciones.
La recta final arrancó con la única concesión a su anterior proyecto El Hombre Burbuja, del que escogió “Pingüinos y koalas” (del disco “La paz está en las matemáticas”). El honor de ser la última canción sobre el escenario le correspondió a “Maldiciones comunes”, contando con ese ya habitual “que te jodan” coreado por todos los asistentes.
Por último, Julio nos sorprendió bajando a tocar “Entresemana” entre el auditorio, junto a su guitarra ya desconectada, pero bien reforzado por las voces de cuantos le rodeábamos, disfrutando de un final de concierto que dejó a todos con una sensación de bienestar y satisfacción que únicamente fue empañada por la brevedad del show.
Cuando Helena y Julio desaparecieron entre la flora del botánico, muchos nos quedamos esperando más, pues apenas había durado una hora la actuación; pero, al parecer, lo particular de la ubicación y sus estrictas condiciones horarias impidieron los bises. Se quedaron en el tintero canciones como “La fiera dentro” y “Colecciono sabotajes” de su último álbum, o “La cama” de “El espectador” (único trabajo de su trayectoria en solitario del que no hubo representación), pero estas ausencias no eclipsaron el mágico ambiente que Julio de la Rosa y el marco incomparable que lo rodeaba habían logrado construir.
Redacción: Javier Bolea
Fotografía Portada: Julio de la Rosa/María Carbonell 20 aniversario Vinilo Valencia.