Bilis británica
Por 18 mayo, 2015 20:400


Viernes noche y la población británica ya estaba de resaca. Afortunadamente se debía solo a las pasadas elecciones generales de Reino Unido, donde el partido conservador revalidó su mandato con una mayoría absoluta que podía cabrear aún más a unos Sleaford Mods ya bastante críticos con la situación política y social de hoy en día.


Con estos antecedentes el dúo de Nottingham se plantó en la sala El Sol de la capital, dentro del ciclo Sound Isidro, para destrozarnos mente y cuerpo, literalmente, durante poco más de una hora. Lo suyo fue llegar y besar el santo, con una afición bastante madurita a la que Jason Williamson y Andrew Fearn hicieron enloquecer nada más salir al escenario.
Con varios compatriotas en las primeras filas la mecha del desenfreno prendió antes de que quisiéramos darnos cuenta; y fue así como a las primeras de cambio ya teníamos unos pogos montados que ya quisieran para sí cualquier banda de rock/metal, tanto como para que más de un aventurero se atreviese a tirarse encima de las primeras filas saltando desde el escenario. Mientras sobre las tablas, Andrew se dedicaba tan solo a disparar las bases con su portátil y a beber cerveza como si no hubiera fin, mientras que Jason expulsaba toda la bilis posible, amén de litros de sudor.
Sin dar apenas un segundo de respiro los temas iban cayendo como puñetazos en la boca del estómago; golpes duros y secos que se conjugaban con una marea humana inquieta que hacía que permanecer de pie en las primeras filas fuera todo un milagro, tanto que incluso en un momento en uno de los saltos le hicieron un pequeño corte en el mentón a Jason, el cual pidió algo de calma diciendo que no estábamos en los “putos años 70”.
De “Bunch Of Cunts” a “McFlurry”, de “Jolly Fucker” a “Routine Dean”, pildorazos que tienen en común unas marcadas bases con gran fuerza del bajo a las que Andrew aprovechaba para acompañar con movimientos de cintura y mano en el bolsillo. Era imposible quedarse con un solo momento, todo en el conjunto de la noche rezumaba algo especial, de estar en el sitio adecuado en el momento indicado y sudando como un maldito pollo. Sin duda uno de esos conciertos que nunca podrás olvidar en tu vida. Vamos, que dentro de poco más de diez días en el Primavera Sound caen de nuevo.
Nottz!