Contempopránea Alburquerque: Sin miedo a crecer
Por 24 junio, 2015 0:180


Hace casi veinte años, Agustín Fuentes y otros impávidos adolescentes de Alburquerque (Badajoz) se embarcaron en la aventura de organizar un festival indie. Era 5 de julio de 1996 y ni “festival” ni “indie” solían frecuentar el vocabulario juvenil del momento. Comenzaba así uno de los eventos con más solera del calendario musical del Estado y un jalón que ha dibujado la historia de la escena independiente en España.
Los próximos 24 y 25 de julio, en el escenario junto al Castillo de Luna, Contempopránea celebrará una de las ediciones más nostálgicas que se recuerdan. Enseñándole los dientes a la adultez y palmeando la espalda de los que creían que la edición gemela en Badajoz supondría el R.I.P. del festival en Alburquerque, Contempopránea desplegará una programación que huele a 90s, con artistas que estrenaron los primeros carteles y con otros, como Los Enemigos, que no habían encontrado su hueco hasta ahora, aprovechando su reciente regreso discográfico.
Que Josele Santiago y compañía nunca hayan pisado Contempopránea puede deberse a las mismas razones por las que nunca lo hicieron Surfin’ Bichos: en tierra de nadie entre los movidos 80 y los independientes 90, demasiado rock para un evento de corazón pop, disueltos antes de tiempo… El caso es que, como ya sucediera en 1998, las inquietudes de Fernando Alfaro y Joaquín Pascual al frente de Chucho y Mercromina respectivamente se volverán a unir en dos actuaciones consecutivas la noche del sábado 25 de julio. Ambas bandas también compartieron el cartel de 2003, cuando se homenajeaba al desaparecido Carlos Berlanga. Para entonces, Chucho ya había repetido en Alburquerque allá por 2000, mientras que Mercromina lo harían en 2005 para celebrar el décimo aniversario junto a otros que también soplarán las veinte velas de 2015: Nosoträsh y Cooper.


A finales de los 90 el indie coqueteó con el pop para las masas gracias al sorprendente éxito de Dover (y los remedos que le siguen) más el fenómeno del piruleta-pop. “Al amanecer” de Los Fresones Rebeldes se convirtió en uno de los éxitos del año 1997 y tres años después el combo barcelonés por fin actuó en Contempopránea. Su meteórica carrera acabó en 2001 y fue justo en Alburquerque donde dijeron adiós.
Nosoträsh también nacieron en aquella generación de estribillos contagiosos y letras de dibujos animados. En 2000 presentaron un cancionero en creciente madurez que desembocó en el colosal Popemas. Aquellas veinte poesías musicadas conformaron su actuación de 2002 y tres años después, cuando las asturianas debatían su disolución, firmaron su último concierto en Alburquerque. Hasta ahora.


Desde tiempos de Los Flechazos y en los márgenes de la movida, Alex Cooper ha venido hilando el pop de inyección mod con el incipiente indie melódico de los primeros noventa. Tardó en tocar en Contempopránea, pero cuando lo hizo en 2001 se convertiría inmediatamente en uno de los clásicos del festival, apareciendo en los carteles de 2004, 2005, 2009 y 2012. Inolvidable su última visita a Alburquerque, cuando su versión de “Qué nos va a pasar” en el homenaje a La Buena Vida erizó el vello de todo cuerpo presente.
Otras bandas señeras de la música independiente de los últimos años que celebrarán el vigésimo aniversario del Contempopránea son Deneuve -presentes en 2003 y 2008-, Neuman -primera vez en Alburquerque pese al historial de Paco Román- y Band À Part -creadores de las últimas melodías oficiales del festival-. A todos ellos se suman Supersubmarina, cabezas de cartel del viernes y uno de los ganchos comerciales de las últimas ediciones. Por su parte Ángel Stanich representa la voz más calurosa de la última hornada de escritores patrios.
En el apartado de DJs, no hay que olvidar a Julio Ruiz, creyente en el festival desde el comienzo y parte responsable de que la cita extremeña se popularizara entre la parroquia indie de todo país gracias a su apoyo radiofónico. Julio se enfundará la camiseta del Atlético de Madrid para mutar en DJ Rojiblanco y mostrarnos sus consabidas inquietudes musicales de las que hace gala casi a diario en Disco Grande.


El boom de 2008, con la irrupción de Vetusta Morla y el ascenso de Lori Meyers, puso en tela de juicio la esencia de los últimos Contempopránea, pues el público fiel al festival, ya entrado en la treintena, digería con dificultad la presencia de ciertas bandas en el llamado “festival de la escena indie”. Además, contar con los clásicos del indie noventero se ha ido poniendo cada vez más difícil, pues el destino había acabado cruelmente con la carrera de La Buena Vida, mientras que la arrogancia de Los Planetas los estaba convirtiendo en un súpergrupo de caché imposible para pequeños festivales. Así las cosas, en 2012 corrieron los primeros rumores de un posible traslado a Badajoz y pese a que finalmente el festival de multiplicó por dos, el cartel de la edición de Alburquerque seguía renqueante y sin capacidad de convencer a los “contempopráneos” de toda la vida.
Ahora, el festival ha superado del síndrome de Peter Pan: ha perdido el miedo a hacerse viejo, asimilando lo innecesario de crecer en dimensiones y lo insustancial de contar con un público que peina canas. La esencia del evento, como la energía, no desaparece, sino que se transforma. Y ahora son esos treintañeros y cuarentañeros a la deriva los que disfrutan y se entregan como jóvenes de veinte escuchando los estribillos de sus vidas.
Eso es el Contempopránea y así lo viviremos en breve.