Low-Life: 30 años no son nada
Por 27 agosto, 2015 22:380


Ahora que New Order vuelven a sacar su cadáver a pasear, no está de más recordar cómo hace treinta años eran la banda más excitante del Reino Unido, previo permiso de los Smiths, claro está. En aquel 1985, Bernard Sumner, Peter Hook, Stephen Morris y Gillian Gilbert alcanzaron la cima de sus poderes creativos. La culpa: Low-Life (Factory, 1985), la obra con la que, finalmente, New Order conseguían escapar de la enorme sombra proyectada por Joy Division.
Desde que Ian Curtis se había suicidado, había pasado un lustro. Durante todo ese tiempo, Bernard Sumner se había convertido en la nueva cabeza de león. Hasta el punto de hacer algo impensable para él: ponerse a cantar. En sus incursiones iniciales como solista, la voz de Sumner era un vago reflejo de Curtis. Parecía como si Curtis quisiera expresarse a través de él. No hay más que escuchar ‘In A Lonely Place’.
Tras un proceso de cirugía interna intensiva, New Order consiguieron lo que parecía imposible: escapar del recuerdo, tatuado, de la muerte del líder de Joy Division. Sus inclinaciones cada vez más electrónicas, el descubrimiento de la música disco, su vital viaje a Nueva York. Y el resultado más elocuente posible: el LP por antonomasia de transición, Power, Corruption & Lies (Factory, 1983)1, además de una serie de singles visionarios, como ‘Temptation’, ‘Blue Monday’ y sobre todo ‘Thieves Like Us’. Respecto a este último eslabón de la cadena, salta a la vista la fase final de la transformación. De hecho, estamos ante el gran meridiano de toda la producción musical del grupo. Con ‘Thieves Like Us’ ya no cabía hablar de más referencias ni conexiones. New Order estaban diseñando tecno-pop para bailar dentro de una burbuja. Hay radicaba su inconfundible sello. La propensión rítmica de sus contantes estaban fagocitadas por fibras de nostalgia abisal. ‘Thieves Like Us’ no sólo es el pico de esta realidad, sino también el momento más subyugante de toda la carrera del grupo: cuando han tomado plena consciencia de sus renovadas capacidades, definitivamente.
‘Elegia’ acabará siendo una de las ocho piezas maestras que compondrán Low-Life. Otra de ellas, ‘Sooner Than You Think’, ya se había dado a conocer en agosto de 1984 dentro de Rock Around The Clock2, un fascinante programa de música de la BBC2 que tanto incluía un concierto de The Cure en Glasglow como una sesión de grabación en un estudio. La aparición de New Order no pudo expresar mejor el momento que estaban viviendo. Pero lo que más llamó la atención no fue tanto su ejecución musical como su imagen. Adiós a las camisas negras, los atuendos de ejecutivo de oficina. No, los nuevos New Order, valga la redundancia, no estaban para seguir con los renglones de la no-evolución. Ya no era sólo las camisetas de tiras y los pantaloncitos cortos ajustados en los que se habían embutido, sino también el vestido playero de Gillian Gilbert, que parecía sacado del vestuario de una película primaveral de Eric Rohmer.
Mientras el maquillaje, los coloretes, los teñidos extravagantes, el sombreado y el cuero negro seguían siendo el estandarte de la imagen prefijada de los ’80, Sumner y los suyos se vestían como el público que va a una discoteca gay neoyorkina de finales de los ’70. Su postura no sólo era decididamente anti-rockista, sino que también rompía con los estereotipos del mundo pop de forma drástica y consecuente.
La idea de no separar el single tampoco ayudó a que éste se vendiera más. ‘The Perfect Kiss’ únicamente pudo llegar al puesto 46 de las listas. Un fracaso absoluto si nos atenemos a la racha cimentada por el grupo desde ‘Blue Monday’. ¿Autoinmolación para echar más tierra sobre el pasado? Posiblemente.
Pero por lo que siempre será recordada ‘The Perfect Kiss’ es por ser un acto de pop exuberante, radiante, tan emotivo como ‘Love Will Tear Us Apart’. Poca broma.
He has always been so strange
I’d often thought he was deranged
Pretending not to see his gun
I said let’s go out and have some fun 4
En cualquier otro álbum, una cumbre tan alta como ‘The Perfect Kiss’ vampirizaría al resto de la cordillera. Sin embargo, Low-Life es más una octógono perfecto que un puzle de ocho piezas. A través del caleidoscopio dispuesto, New Order han enfocado del futuro al presente. Todo suena contemporáneo. Como ‘Love Vigilantes’, un arranque a la altura de Power, Corruption & Lies, personalizado en ‘Age Of Consent’. En un juego de contrastes, la línea de bajo construida por Hook en `Love Vigilantes’ reluce como la prima lejana de ‘Age Of Consent’. Aunque lo mejor es el ambiguo mensaje cifrado por parte de Sumner.
Bernard Sumner: “‘Love Vigilantes’ está hecha como una broma. Es como una canción rebelde, pero de broma. Se trata de reírse de los paletos. Sobre lo que he dicho es posible interpretar que signifique que yo también sea un paleto. No soy un campesino sureño, te lo aseguro, y ‘Love Vigilantes’ es como reírse de los paletos. Cuanto más ridículas son mis letras, las canciones son menos serias”5.
Finalmente, Low-Life acabó cumpliendo su cometido: saldar cuentas definitivamente. New Order habían articulado un discurso tan propio que en el futuro su única fuente de inspiración provendría de su propia plantilla. La retroalimentación como forma evolutiva, las carnes de Low-Life se pliegan en formas tan personalizadas que acabaron describiendo su ruta-guía a seguir hasta el cierre de los ’80, la década en la que Manchester dio pleno sentido al pop de fuego helado, a la evasión del fin de semana como la única huída posible de la deshumanización gestada desde las interminables cadenas de fábricas. Y en esta misión, Low-Life no sólo se vislumbra como una obra atemporal, sino como el gran documento de una era y un lugar específico, uno en el que, tres décadas después, todos podemos seguir sintiéndonos identificados igual que el primer día.
Eso sí, ahora sólo esperemos que no hagan un concierto homenaje por su aniversario… Ya hemos tragado bastante con las exhumaciones frankenstenianas de Peter Hook.