Crónica del concierto de Kurt Vile and The Violators en Madrid (sala Penélope)
Por 29 noviembre, 2015 19:190


Kurt Vile & The Violators volvían a la Sala Penélope tan sólo quince meses después de su paso por la misma en agosto del año pasado, una tarde de calorazo en Madrid marcada por la nula ventilación de la sala y las canciones del enorme Wakin On A Pretty Daze. Parece que satisfechos con el último álbum, vinieron dispuestos a presentar b’lieve i’m goin down… casi del tirón.


Los neoyorquinos Lushes fueron los encargados de dar el pistoletazo a la noche con su estupendo post-punk de manual. El frío recibimiento de su propuesta fue ganando adeptos a cada canción hasta terminar con una sonora ovación final y el consiguiente éxito de ventas de discos al terminar la noche. En poco más de media hora deleitearon a los presentes casi en su mayoría con los temas que forman parte de Service Industry; sobriedad y fuerza para un dúo al que tenemos que atar en corto porque prometen, y que por momentos nos recordaban a unos Liars domesticados.
Cerca de las diez la melena de Vile asomaba por un lateral del escenario y la gente había ocupado la mayor parte de este antro en el barrio de Gaztambide. Un poco de miedo por lo accidentado del incio del concierto con el tema del sonido, al no escucharse nada la voz en las dos primeras canciones. En realidad bastante miedo porque a menudo en esta ciudad, con los espacios en los que se disponen estos grupos es una lotería escucharles en condiciones aceptables, y la probabilidad de comernos una ración de folk-rock instrumental era alta. Al menos distinguimos el banjo western de “I’m an Outlaw” y los teclados y primeros solos de guitarra improvisados de “Dust Bunnies” con los que comenzaron a calentar. Sobre todo Kurt, que se había traído una botella de Marqués de Cáceres al escenario y le estaba pegando unos viajes curiosetes. Y si en la anterior visita el calor fue la nota predominante, en ésta fue todo lo contrario, un frío motivado por la fuerza del aire acondicionado que obligó a muchos a no quitarse el abrigo de encima.


Se empezó a solventar el problema de la voz en “Pretty Pimpin”, que en directo se convierte en una versión totalmente eléctrica, ralentizada ligeramente. Y vaya pasada de versión, de las mejores canciones que ha escrito. Los Violators Rob Laakso y Jesse Trbovich van intercambiando puestos entre bajo, guitarra y teclados mientras que a Vile le van trayendo acústicas y su Fender Jaguar, que se descuelga nervioso pasando la correa por encima de las greñas a la velocidad de la luz todas y cada una de las veces que termina de tocar. Espídico como él solo, tampoco se le entiende apenas cuando se dirige al público. Es un tío peculiar y muy auténtico, con sus Adidas y una camiseta que dice “What’s Up Kooks” que no se quita ni a tiros ultimamente.
El tramo acústico empezó con “That’s Life, tho”, otra gran canción de b’lieve i’m goin down… Es posible que quisiese extenderlo debido a las dificultades mencionadas anteriormente, ya que Kurt se quedaba sólo para interpretar “All in a Daze Work” y “Stand Inside”. Pudimos disfrutar del estilo pulido de fingerpicking que gasta al tocar, no sin tener algún que otro problema de acople con los amplificadores antes de que volviese el grupo.


Lo gracioso de “KV Crimes” en directo es cómo funciona el contraste stoner del tono de la guitarra hiperdistorsionada de Jesse Trbovich con la voz nasal y el deje Dylan que le sale a Kurt Vile al arrastrar los versos de un lado a otro según le apetece. “KV Crimes” es heavy metal involuntario, y mola mucho. El otro corte de Wakin On A Pretty Daze no podía ser otro que “Wakin On A Pretty Day”, astmosférica y envolvente, sonando a gloria bendita ya a estas alturas afortunadamente.
Aún hubo espacio para presentar más novedades como “Wheelhouse” y “Wild Imagination”, pero en lo restante del set era hora de ofrecer material un poco más antiguo y se celebró bastante la inmortal “Jesus Fever”, inmortal también en su repertorio y espero que así sea por los tiempos de los tiempos. “Freak Train” parecía ser el cierre del bolo, la única referencia del Childish Prodigy esta vez, con el ritmo frenético de batería y el saxo rompiendo con todo lo anterior, este tema pilla desprevenido. Éste pide un pogo a gritos y quisiera saludar al buen hombre que supo reccionar y se volvió loco dando botes él sólo ahí en medio.
Tras un rato de ruido victorioso entre feedback y pedales volvieron para un bis inesperado con dos temas de Smoke Ring For My Halo: “Puppet To The Man” y “Baby’s Arms”. Vile estrechó manos con las primeras filas e incluso se quedó después saludando por la pista. Qué mal invento las prisas. Queremos seguir encontrándonos con este personaje llamado Kurt Vile, que sigue alzándose como un gran artista cada vez que amplía su discografía.