Parte del equipo de El Enano Rabioso se juntó en Madrid para disfrutar de este nuevo festival. Aquí nuestra crónica del Mad Cool Festival:
Fue la primera edición de un festival que ha nacido para competir con los más grandes, aunque actualmente queda lejos de la organización de los veteranos del sector, aunque a lo largo del fin de semana mostró que tienen voluntad de ir mejorando. Tuvo aproximadamente una asistencia de unas 34.000 personas por día, un poco más el sábado y algo menos el viernes, aunque fue el jueves el día en que hubo un descontrol mayor.
Vamos a analizar aquí los pros y contras del festival incluyendo nuestras vivencias, y más abajo analizaremos el aspecto musical del mismo.
El festival empezó en medio del caos más absoluto, empezando por el día anterior en la que no pudimos recoger las acreditaciones en el punto habilitado en el Palacio de los Deportes, dándonos a entender que se podrían recoger en la cola común al día siguiente, y nada más lejos de la realidad, habiendo que ir a una cola específica que estaba en un comunicado que nunca recibí.
Al llegar al parking también el primer día, nos encontramos con la sorpresa de que nos dicen que no hay nadie controlando, y que pasemos igualmente. Aparcamos bien ya que llegamos temprano pero hubo gente que se quedó fuera, a pesar de haber pagado el servicio. Al menos han devuelto el dinero correspondiente a ese día. El autobús te deja en una de las puertas, resultando que si, como nosotros, tienes que entrar por el lado contrario te toca atravesar el parque que hay a la derecha. Pues resultó que el parque estaba cerrado por la policía, con lo que tocó dar un rodeo de casi tres kilómetros para poder acceder a la cola para poder entrar. Afortunadamente esto no fue así ni viernes ni sábado, porque al que redacta estas líneas le prohibieron pasar por el extremo cercano al párking (por la noria), alegando diversas excusas y de muy malas formas por parte de seguridad y organizadores, y a pesar de la información que se nos había dado desde el festival justo el día antes. Bueno, eso no es tanto así porque sólo le pasó a uno de nosotros, mientras que otro de nuestros compañeros (Ignacio) pudo entrar por allí a pesar de contar exactamente con el mismo tipo de pase, lo cual confirma la desorganización de los primeros días.
Una vez con la pulsera puesta, al entrar nos encontramos con enormes colas para recargar la pulsera, y una aplicación que no terminaba de funcionar bien debido a la saturación de red, con lo que la pasarela no cargaba el dinero, agravadas por el hecho de que muchas no estaban funcionando, llegando a haber, en cifras del festival, más de tres mil incidencias relacionadas con la pulsera, teniendo que actualizarla con el consiguiente aumento de las colas. Incluso se habla de que en algunos puestos agotaron las hojas de reclamaciones. Tanto es así que el segundo día pregonaron que se admitiría pago en efectivo, pero a pesar de la promesa, eso no fue así en todas las barras y sólo lo admitían en caso de que no funcionara la pulsera. Pero afortunadamente segundo y tercer día empezaron a funcionar mejor habiendo “tan solo” unas ciento cincuenta y trescientas incidencias cada día respectivamente, siempre según información del festival.
Las barras estuvieron también desorganizadas ese primer día: falta de ron, hielo o cerveza agotada en algunas barras a distintas horas, por ejemplo en las que había justo en la zona de restauración a la una, a escasas seis horas de comienzo del festival. El trabajo mal repartido, llegando a haber colas de entre treinta y cuarenta minutos. Siguió habiendo problemas a lo largo del fin de semana, aunque no de manera tan exagerada como el jueves. Además cabe reseñar que en este festival se utilizaron vasos reciclables, pero también en esto pagaron la novatada, extendiéndose esto más allá del primer día; empezaron cobrando dos euros por cada vaso, para luego no cobrarlos, y posteriormente pasó a cobrar un euro por vaso. Algo tan sencillo como una máquina para enjuagar y limpiar los vasos no se les ocurrió, tal y como se hace por ejemplo en el Rock en Seine, con lo que si querías un vaso nuevo porque el otro se hubiera manchado, tocaba pasar por caja de nuevo, habiendo habilitada tan sólo una barra en todo el recinto para devolver los vasos y sin información evidente al respecto, tocaba ir preguntado. Además, esto ya más adelante, los vasos oficiales se agotaron y los cambiaron por otros que no eran oficiales, los cuales sin embargo no eran aceptados en otras barras, e incluso “secuestraban” los vasos pagados cambiándolos por otros de plástico de 20-25 cl. Respuesta: “es lo que hay”.
Las colas para la zona de restauración, al haber sólo una y bastante junta, y dado los horarios, provocaba que toda la gente se agolpara en horas puntas entre conciertos llegando también a provocar colas de más de cuarenta minutos en algunos puestos. Tocaba ser bastante selectivo para no perder buena parte del tiempo en la cola.
Los escenarios interiores no estaban correctamente señalizados, ni prácticamente lo estuvieron a lo largo de todo el festival, dando lugar a confusiones y pérdidas de tiempo para el acceso. Un acceso además que en pista se cortaba pronto, quizá por el control de cara a evitar un “Madrid Arena”, con una seguridad que gastaba unos modos bastante agresivos en grada para despejar los pasillos donde se tendía a quedar al gente, y al no haber baños en el interior del recinto, provocaba que si querías ir al servicio te tuvieras que perder el resto del concierto que estuvieras viendo al tener los accesos cerrados.
El sistema de autobuses de vuelta hasta Atocha, aunque funcionó a las mil maravillas en cuanto a velocidad y número de buses, careció sin embargo de control con lo que de manera efectiva pudo montarse todo aquel que quiso, tuviera ticket o no. Suerte para aquellos que no lo hicieron, no tanta para aquellos que sí.


Y ahora una vez contados los puntos malos, vamos a por los buenos:
Tanto el sistema de buses gratuito del párking hasta el punto designado, como hasta Atocha, funcionó de manera perfecta, habiendo colas al término del festival más que asumibles. Aunque sinceramente hubiera sido mejor hasta Cibeles para poder enlazar con los búhos, pero aún así poca queja al respecto.
Los servicios, muchos y muy limpios. Geniales. A veces se formaban colas en los baños próximos a los escenarios, pero moviéndose un poquito era muy fácil encontrar algunos que no tuvieran tanto tiempo de espera, además de haber un montón de baños en la parte de fuera de los recintos interiores. De diez.
El recinto con su césped, muy cómodo para tumbarse, con muchas zonas de descanso, amplias zonas abiertas, que aunque yo hubiera metido algunas barras más, daba una gran sensación de libertad, además de ser estéticamente muy conseguido, desde la Noria al “monumento” multicolor en el centro del recinto pasando por los propios escenarios con dos pantallas a cada lado, una vertical y otra apaisada que ya quisieran para sí muchos festivales grandes, facilitando la visibilidad de los mismos.
Cosas para hacer, para los menos interesados en los conciertos: pues tenían la noria, el balcón de selfies, pantalla para ver el partido de la selección… si lo de menos para ti es la música, éste bien puede ser tu sitio de fiesta que te lo vas a pasar bien igual. ¡A lucir palmito!
El ambiente fue festivo, aunque no “excesivo” en cuanto a que tampoco se pudo apreciar gente muy pasada de rosca, y en general pero con sus excepciones se vio un público respetuoso, de todas las edades, pendiente de los conciertos, o al menos no molestando a los que sí querían ver los conciertos. Quizá también el que el cierre de los conciertos fuera relativamente pronto, tres y media, ayudó en este aspecto.
La cantidad de gente bien, aunque algo de agobio en según qué zonas, como por ejemplo The Who. Con esta disposición tienen espacio para crecer pero tampoco de una manera excesiva, sobre todo teniendo en cuenta que los escenarios interiores ya estaban más que saturados debido al corte temprano de accesos, así que con diez mil personas algo tendrán que inventar para que en el festival se puedan ver los conciertos que uno desee, cosa que este año ya a veces no ha pasado.
La zona de restauración fue mal en cuanto a las colas que se montaron, pero sin embargo muy bien en cuanto a variedad y precios, siempre teniendo en cuenta que estamos dentro de un festival. Desde hamburguesas a bocadillos, pasta, opciones vegetarianas, de todo para todos los gustos y bastante decentes las que pude probar.
Los precios de la cerveza, o bueno, más que nada la capacidad de los vasos pequeños. Tres euros por un vaso de algo más de cuarenta centilitros es un lujo en un festival, y fue lo mejor. Al menos mientras tuvieron vasos. Los mochilaman además salvaron el día a mucha gente al ser una opción cojonuda para poder pagar si la pulsera no te funcionaba, cobrando las cervezas al mismo precio que en barra, 9 euros el litro.
Ya por último señalar la presencia de dos zonas VIP enormes a cada lado del escenario principal, cosa que haría el deleite de los más adinerados o afortunados.
En conclusión, somos tres personas las que hacemos este resumen y cada uno cuenta una experiencia distinta, desde el “muy bien” al “mal”. Intentando ser objetivos diría que se sobrepusieron bien al inicio desastroso del jueves, donde sólo hace falta ver las críticas en redes sociales de aquel día para darse cuenta que la cosa se puso fea, para al final acabar salvando el festival gracias a las ventajas del recinto y una reacción medianamente consecuente, aunque aún les queda mucho, muchísimo, sobre todo para que la logística del festival pueda equipararse a grandes como BBK, FIB o Primavera Sound.
JUEVES 16
Lori Meyers
En la lista de “contras” del festival, cabe añadir la programación de este concierto. Con un último disco capaz de seguir dando coletazos en directo tres años después de su edición, los de Loja salieron con gafas de sol y acalorados a hacer lo que mejor saben, pero el público no estaba todavía en modo festivalero y la respuesta fue más bien tibia hasta que, claro, sonó “Emborracharme”, unos de los himnos instantáneos del indiepop patrio. Un acierto recuperar para los últimos conciertos que vienen dando canciones como “Sus nuevos zapatos” .Divertidos, como siempre y afinados, como nunca. Por favor, programadores de festivales: ponedlos siempre de noche, nos merecemos un concierto de los Lori para poder salir en ambulancia del festival. (MJ Bernáldez)
The Kills
Presentando también disco, pudimos ver primero desde gradas, y luego tras una buena cola para acceder a las pistas, parte de la interpretación del grupo que la verdad, no sonó bien ni desde arriba ni desde una pista en la que no había mucha gente, desluciendo su reciente último disco Ash and Ice. Quizá en otra ocasión. (Ross Gallagher)


The Who
El mítico grupo elaboró un setlist de impresión en el que no faltaron la mayoría de sus clásicos, pudiendo echar en falta “The Seeker”. En su primera mitad pudimos escuchar “Who Are You”, “The Kids Are Alright”, “My Generation” o “Behind Blue Eyes”, y un final de órdago con “Pinball Wizard”, “See Me, Feel Me”, “Baba O’Riley” y “Won’t Get Fooled Again”. El concierto tuvo una buena interpretación por parte de la banda, que conserva a Roger Daltrey y Pete Townshend de su formación original, en un estado de forma más que decente para su edad, pero con un sonido flojo que se iba diluyendo conforme pasabas la torre de sonido. Para aquellos que consiguieron un buen sitio y con algo de nostalgia, un gran concierto, para mí, una decepción ya que por ubicación no llegué a escucharlo como se merecía. (Ross Gallagher)
Is Tropical
Con el mosqueo instalado por no poder tomarme una cerveza con tranquilidad y sufrir colas y colas inhumanas, decidí descargar mi rabia lejos de The Who, y fui a caer al escenario 4 donde Is Tropical iban a actuar. Personalmente no entiendo el “odio” de algunos por esta banda con unos álbumes más que decentes pero un directo a veces no del todo correcto. Así que lo primero que me sorprendió cuando los británicos salieron a escena fue la contundencia y la oscuridad de su propuesta. Sin haberme escuchado su reciente nuevo álbum Black Anything, parecía que se centraban en él, consiguieron que tras los casi veinte minutos que me quedé por allí me fuera con un buen sabor de boca. Había que coger sitio para Garbage. (Ignacio Sánchez)
Garbage
Creo que puedo recordar alguna de las primeras veces que escuché Garbage allá por el 1998, cuando en los 40 Principales podías escuchar algo decente. Desde entonces han llovido casi veinte años y unos pocos de discos suyos, pero en lo que a la banda se refiere poco ha cambiado. Sus temas sigue supurando aires noventeros, melodías pegajosas y una efectividad a prueba de bombas. Sin Butch Vig a la batería, como ocurriera cuando los vi por primera vez en el Espárrago Rock del 2002, la banda se la jugó a la carta de lo que Shirley Manson quisiera, con su personalidad arrebatadora, queriendo y haciéndose querer. Comenzaron algo titubeantes con “Automatic Systematic Habit” y cuando quisimos darnos cuenta ya nos habían golpeado con “Stupid Girl” y “Special”. La cosa prometía pero no terminaba de arrancar, con Shirley lanzando dedicatorias a The Who vía “#1 Crush” y a las víctimas del atentado de Orlando con “Sex is not the enemy”. Parecía que no tendríamos ningún tema de su más que decente nuevo trabajo Strange Little Birds, recientemente publicado y del que esperaba con muchas ganas más canciones en este concierto, y ahí apareció el single “Empty” que sirvió para encarar una recta final de las que te dejan las rodillas dañadas para el resto del festival: “I think I’m paranoid” + “Push it” + “Vow” + “Only happy when it rains” y el empalagoso y disfrutable cierre de “Cherry lips (go baby go!). Aún no se me ha quitado la sonrisa de la cara… ni el dolor de rodillas. (Ignacio Sánchez)


Editors
Si bien cada disco es un jarro de agua fría desde sus dos primeros (siendo benevolentes, podríamos incluir el tercero también), la solvencia de los Editors en directo hace que, con cada nueva referencia, te preocupes de ver a qué se dedican ahora. Por eso, suponemos, equilibraron el setlist con la mitad de canciones de “In Dream”, el irregular disco que sacaron en 2015, con temas de sobra conocidos por sus incombustibles fans ( pese a la hora, había incluso padres que supongo primerizos con bebés de muy corta edad pegando saltos con cada hit). Un Tom Smith oscuro y solvente supo hacer vibrar al público que había dejado exhausto Shirley Manson en el concierto anterior y que había tenido que sufrir la performance mitad Coachella mitad Burning Man antes de que comenzara su concierto. Sólo por directos como estos seguiremos dándoles las oportunidades que hagan falta hasta que consigan volver por donde solían. Aunque esta vez no cerraran por todo lo alto con “Papillion”. (MJ Bernáldez)
Digitalism
Sabiendo cómo se las gastaba el personal con la capacidad de los escenarios cubiertos intenté ir con tiempo a ver, ¡por fin!, el live de estos alemanes acostumbrados a planear por nuestra geografía en su versión dj set. Nada, “aforo completo” y a esperar. Lo que cuando pude entrar me encontré fue una fiesta de principio a fin donde Jens e Ismail ofrecieron desde nuevos temas hasta clásicos como “2 Hearts”, “Idealistic” o “Blitz”. ¿Soltaron “Pogo” al princio? ¿Me lo perdí? O simplemente no tocaba esa noche. Fuera lo que fuese, el dúo supo hacernos bailar de lo lindo y que nos preguntásemos por qué no los tenemos más a menudo por aquí, pero eso sí, en versión live. (Ignacio Sánchez)
Vetusta Morla
Recuerdo ver a los madrileños en sala en su primera gira nacional hará ya siete u ocho años, y recuerdo que me dejaron una muy grata impresión. Transcurrido este tiempo, y tras verlos en no menos de siete ocasiones desde entonces, no puedo sino reconocer que han crecido enormemente en todos los aspectos. El último disco, La Deriva, suena arrollador y complementa de manera excepcional los temas ligeramente modificados de Un Día en el Mundo y los temas seleccionados de Mapas, dotando a sus conciertos de más vida, dejando de lado su tan criticada pose lastimera, insuflando energía y conectando a un público que ya venía entregado a su concierto. La interpretación, entrega de la banda y sonido fueron perfectos desde mi posición, con lo que difícil encontrar ninguna pega, gustos aparte. (Ross Gallagher)
VIERNES 17
Stereophonics
Lamentando, de nuevo, la programación todavía con luz del grupo, la actitud de Kelly Jones y los suyos arrasó con todos nuestros miedos. Son una apisonadora en directo y tienen temazos para dar y regalar, sobre todo con un público (en su mayoría, extranjeros) que sabe que de ellos depende la actitud del grupo. Y cumplieron. Ambos. Y de sobra, a pesar de lo corto del concierto. Pasando un poco por encima de su disco de 2015, engarzaron sin descanso canciones como “Local Boy in a Photograph”, “Have a Nice Day” y ya enloquecieron del todo con “Dakota”, canción que, quien más y quien menos, ha cantado a voz en grito y que suena desgarradora en directo. Han tardado mucho en volver a pisar España, pero el ritmo de venir ahora cada 6 meses aproximadamente hace que el síndrome de abstinencia se pase pronto.
Temples
Siendo ya la cuarta vez que se cruzan en mi camino, siempre me ha dado la sensación de ser una banda con buenas canciones, de un estilo que me encanta, pero que sin embargo adolece de falta de nervio en directo. Sinceramente, en grupos que practican bastante la neo-psicodelia estos días, como U.M.O. o Tame Impala, pero a diferencia de estos últimos no consiguen despegarse de una interpretación lánguida y apegada a sus temas en ningún momento. Sinceramente, creo que les queda mucho camino por delante para conseguir una interpretación sentida y creíble, aunque siguen siendo agradables al oído y los temas nuevos como “Mirror” o “Roman God Like Man” funcionan bien junto con los demás. (Ross Gallagher)


Michael Kiwanuka
Me hubiera gustado hacer una encuesta en plan “Cómo conocí a vuestra madre” al público de este concierto, uno de los grandes perjudicados por la limitación obsesiva de aforo, para saber eso, cómo conocieron a Michael Kiwanuka ( en el caso de la que escribe, el hecho de que en la radio portuguesa lo pinchen cada hora y media aproximadamente fue el culpable) . Él mismo se sorprendía de haber podido reunir a tantos fans que no sólo eran capaces de corear la mayoría de su más que notable disco de debut de hace ya 4 años Home Again, sino que se sabían al dedillo los singles adelantos del que tiene en el horno. Con menos de 30 años y pudiendo pasar por un cantautor folk de los 60 salido directamente de Woodstock , demostró en directo ( apoyado en todo momento por una espectacular banda ) que habrá que seguirle la pista y que, en el futuro, “Black Man in a White World” será un himno. Vuelve en noviembre de gira por el país. Comprad ya las entradas. De nada. (MJ Bernáldez)
Jane’s Addiction
Un concierto de rock de la vieja escuela que sonó como un tiro. Interpretando el Ritual de lo Habitual contó con una ejecución de instrumentos de diez y una ejecución vocal de Farrell bastante limitada. Interpretaron en orden el disco, para seguidos hacer su pequeño homenaje a Bowie con “Rebel, Rebel” y otros grandes temas como “Mountain Song” o “Jane Says”, con la que finalizó. Mención aparte merece el espectáculo sobre el escenario, unas bailarinas ligeras de ropas haciendo striptease, fingiendo tener sexo con Farrell cuando éste no estaba sosteniendo una botella de vino o “volando” colgadas de la piel por ganchos, muy vieja escuela rockera que provocó el desagrado especialmente de parte del público femenino. (Ross Gallagher)
León Benavente
Sustituyendo a Fuel Fandango (por reposo vocal obligado de su cantante), León Benavente se llenaron de gloria con uno de los conciertos más multitudinarios del mayor de los escenarios pequeños. Pista y gradas llenos porque ya todo el mundo sabe que, si bien en disco, aunque son correctos, no son nada del otro mucho, el directo de León Benavente habría que patentarlo y enseñarlo en alguna clase teórico-práctica de cómo ser una banda. Impecables en rabia, sonido y ejecución de los temas de sus dos discos, con el público absolutamente entregado a un Abraham Boba efervescente que agradeció elegirlos a ellos antes que al “revival de los 90 de Jane’s Addiction” , cumplieron con todas las expectativas y, ay, se marcaron un “Ser Brigada” del que una siempre tarda en recuperarse, porque asistir a esa canción ( quizá en el top 5 de las mejores canciones en castellano de los últimos ¿30 años?) en directo es siempre algo sobrenatural. (MJ Bernáldez)
Band of Horses
La confirmación de los de Seattle fue toda una alegría para mí, ya que a pesar de haber pasado por España en los últimos años no conseguía verlos desde el Rock en Seine de París del 2010 y previamente desde el Primavera Sound 2007. Con algo de temor por saber cómo serían los temas del desconocido hasta el momento Why are you OK, conseguí posicionarme en las primeras filas para disfrutar del que sería a la postre el mejor concierto de todo el festival para mí. La banda disfrutó de uno de los mejores sonidos del evento donde era fácilmente identificable cada instrumento en su justa medida, sin estridencias. Saltando por casi toda su discografía, Band of Horses nos adentraron en su mundo cálido y confortable donde destacaron al comienzo “Weed party” o “Islands on the coast” junto a su nuevo single “Casual party”, todo un hit instantáneo. Todo amor, al que el bueno de Ben Bridwell contribuyó con constantes gestos de cariño hacia el público, incluso me pareció entender algún gesto de complicidad con uno de los editores de Binaural. Detalles al margen, el grupo supo convencer por lo que es más importante, por su música, con un concierto redondo y que me costará olvidar. Las guindas finales de “The Funeral” y “The General Specific” para uno se quedan. (Ignacio Sánchez)


The Prodigy
En las antípodas musicales con los de Seattle están los británicos The Prodigy. Criticados por unos por vivir de las rentas de sus primeros álbumes, y por otros por ofrecer shows sin alma y con poco de interpretación y mucho de garrulismo, aquí uno se hizo una plusmarca mundial del escenario 2 a la primera fila del principal cuando comenzó a escuchar los primeros acordes de “Breathe”. La rave había comenzado con los viejos recuerdos de un The Fat of the land que ha marcado a toda una generación, y que continuaron con un “Firestarter” efectivo como pocos. “Omen” dio la réplica y aquello se iba de las manos. Menuda locura. Una pena que la simplona “Nasty” cortara el éxtasis aunque por suerte “Voodoo People” salió en nuestra ayuda. Como siempre fue Maxim quien llevó el peso escénico del show, con un Flint cada vez menos relevante. Quizá no fue su noche. Temas que sí, otros que no, pero lo importante fue que la misión que se les pidió, el hacernos pasar un buen rato, lo consiguieron; y es que el momento del subidón de “Smack my bitch up” con todos agachados y saltando luego es una de las mejores experiencias en directo que te puedes llevar. Una pena que “Out of Space” se quedara en el tintero… Una pena. (Ignacio Sánchez)
Die Antwoord
Si a Temples les critiqué la languidez, aquí nos vamos al extremo contrario. No me gusta su estilo musical, es bastante básico, primitivo casi, las texturas y sonidos que utilizan me saturan el cerebro y son repetitivos hasta el extremo, pero tienen canciones, son originales, y sobre todo una actitud y energía rebosantes que hizo que montaran una fiesta de dimensiones épicas, un concierto disfrutable acompañado de show y proyecciones a cada cual más loco. Recuerdo especialmente divertido “Baby’s on Fire” seguido de “I Find U Freeky” poco antes de retirarse antes del bis que pusieron todo el recinto a saltar. Buena fiesta. (Ross Gallagher)
SÁBADO 18
Gary Clark Jr.
Estamos aquí ante el claro caso de un virtuoso de la guitarra al que es maravilloso escuchar, pero que sin embargo adolece de canciones que en directo sean reconocibles para el gran público. Tampoco disfrutó de un sonido lo que deslució la labor de la banda, pero aún así una maravilla el tiempo que pude disfrutar de esos sólos de guitarra, siendo un preludio perfecto para el concierto del festival que vendría una hora después. (Ross Gallagher)


DIIV
Siempre con la mosca detrás de la oreja por lo que pueda pasar semanas, días o momentos antes del concierto por la cabeza de su líder Zachary Smith (que muy bien de lo suyo no está precisamente), una va a cada concierto de DIIV como si fuera el último. “We are DIIV, we are from New York City”, repite hasta 4 veces en la primera mitad del concierto. De lo que se decía sobre ellos y sobre su flojo directo, poco queda ya. Como su propio nombre indica, con capaces de sumergirse en sonidos densos y profundos que, sumados a la oscuridad y la buena acústica del escenario pequeño en el que les ha tocado actuar, crean una atmósfera luminosa pero borrosa, casi casi perfecta para ellos. (MJ Bernáldez)
Walk Off the Earth
La verdad, me molesta mucho que un grupo de versiones famoso por sus vídeos virales tenga aquí un hueco en uno de los escenarios principales, sobre todo en un festival en el que los escenarios pequeños son difíciles de acceder por el cierre de accesos, y con una acústica cuestionable en ocasiones. Pero sinceramente, dedicar ese espacio para escuchar versiones que no suenan especialmente bien de Taylor Swift o Pharrell Williams, o el espectáculo medley de los cinco integrantes en la misma guitarra me parece particularmente un insulto a carreras como la de John Grant, Wild Beasts, DIIV, Woods o Flume. Sólo espero que sea una anécdota en las programaciones futuras, porque vaya mierda. (Ross Gallagher)
John Grant
Fue uno de los más perjudicados en el tema de los solapes inherentes a cualquier festival y, además, la parte técnica decidió salirse un poco de madre también, pero John Grant es mucho mejor que todo eso y supo salir airoso de todo lo que se le puso en contra, porque John Grant es muy bueno en lo que hace. Lo he visto tocar a las 5 de la tarde en una ola de calor y bajo un diluvio universal y siempre consigue que te olvides de todo. Los amigos que me acompañaron, neófitos en su música, flipaban con los cambios de registro, desde la desgarradora versión que tuvo que hacer casi sin instrumentos de “Queen of Denmark” hasta la electrónica más bailable con “Pale Green Ghosts” . Consiguió que incluso los temas de su muy criticado último disco sonaran más frescos que en las versiones de estudio y fue el único concierto de todo el festival en el que el público rogó que saliera a hacer un bis. Vuelve, John, vuelve siempre que quieras. Te solapes con quien te solapes, siempre serás tú el elegido. Pero, joder, no vuelvas a dejar “GMF” por tocar. (MJ Bernáldez)


Neil Young & the Promise of the Real
Fue un concierto de los que sencillamente, justifican un día de festival, un festival entero o casi casi una vida. Si os habéis preguntado alguna vez por qué asistís a festivales, es porque no habéis asistido a un concierto como éste, la respuesta es que puedes vivir un concierto como éste. El sonido fue nítido, la actitud inmejorable, la banda compenetrada, el setlist grandioso, aún echando en falta muchos temas, pero es lo que hay cuando tienes tantas y tantas canciones inolvidables, y la actuación de Neil Young sencillamente maravillosa, viviendo cada acorde y sintiendo cada palabra que salía de su boca. Porque si The Who lo hicieron bien, Neil Young demostró que aún tienen mucho que aprender.
Empezó con un set acústico, pero fuerte, muy fuerte: “After the Gold Rush”, “Heart of Gold” y “The Needle and the Damage Done” que empezó a sentar las bases de un crescendo que llegó cuando en “Alabama” cogió la eléctrica, y prosiguió hasta que a partir de “Winterlong” enlazó “Mansion on the Hill”, “Like a Hurricane”, “Western Hero” y por último “Rockin’ in the Free World” en unas interpretaciones alargadas y personalísimas, donde cada uno de los músicos entrelazaron sus instrumentos, conectando entre sí y con el público. Y cuando, después de despedir a la banda, y con la música entre conciertos sonando, ya estábamos moviéndonos a otro escenario, tuvimos que dar la vuelta para otros más de veinte minutos de concierto en un bis improvisado de “Love & only Love” sencillamente increíble, cerrando un concierto de diez, quizá el mejor que he escuchado nunca. (Ross Gallagher)
Enter Shikari
Los que no teníamos cuerpo de Neil Young tuvimos en Enter Shikari un caramelo bastante apetecible. Con no más de cuatro o cinco temas escuchados con anterioridad, nos plantamos en el escenario 4 para presenciar un torbellino de riffs y teclados completamente demencial. Desde el minuto uno, con el lanzamiento del pie de micro por los aires por parte de Rou Reynolds, su hiperactivo cantante, sus fans no dejaron de organizar enormes pogos haciendo subir la temperatura del pabellón y los olores del mismo. Una fórmula tan simple como efectiva por la que fue muy fácil dejarse llevar, tanto como para pensar si dejarnos llevar por la histeria colectiva y meternos en un de esos pogos en los que puedes perder hasta la dignidad. Mucho sudor, mucho grito y al final acabamos casi abrazando a su bajista que terminó el concierto subido a la barra y tomándose un chupito. Salud señores. (Ignacio Sánchez)


Ángel Stanich
Sucede, a veces, en la escena “indie” patria que surge de la nada alguien que lo trastoca todo. En este caso, gracias al apoyo incondicional de Radio 3, el folk cántabro-americano de Ángel Stanich es casi un milagro en los tiempos que corren. Cuando toca (con una banda de quitarse el sombrero y aplaudir con las orejas) te hace pensar que Santander está en pleno desierto y que en la playa del Sardinero hay duelos al amanecer. La oscuridad del escenario interior le viene como anillo al dedo, y la cercanía con el público permite escuchar mejor la percusión de sus botas contra el suelo, ya sello de la casa. Todo el mundo corea lo de “Carbura, nena, carbura” y “Metralleta Joe” ya puede tener el título de “clásico”. Ojalá las bandas que aparecen en el 90% de los carteles de los festivales españoles lo hicieran la mitad de bien que Ángel. Ojalá podamos verlo pronto de nuevo.
Xoel López
Cuando Xoel abandonó el proyecto de Deluxe y se puso a buscar sus propias raíces, la cosa le salió bastante apañada. Paramales, su último disco, es muy bueno y bebe de registros en los que se mueve cómodamente. Pero el escenario principal de los cubiertos sumado a la hora hizo que su actuación quedara un poco… desangelada. Sus canciones necesitan de luz y sol para poder ser vividas al 100% y quizá le faltó algo de eso o quizá programarlo en otro momento. Pero disfrutable, de todas maneras. Ya quisieran la mitad de los grupos españoles de los últimos 10 años saber hacer en directo lo que hace Xoel y transmitir un cuarto de lo que él transmite. (MJ Bernáldez)
Biffy Clyro
Tercera vez que me los cruzo, la primera en aquel Electric Weekend de Getafe hace ya unos ocho años, esta vez con un volumen excesivo y tras la hazaña musical de Neil Young. Me resultaron un grupo plano al que ni todos los decibelios del mundo podrían dotar de valor musical, acusan una alarmante falta de ideas y mortalmente aburridos encima del escenario, salvo que te guste ver a Simon Neil sin camiseta, lo cual intuyo debe ser el mayor activo de la banda. No conseguí aguantar el concierto entero. (Ross Gallagher)
Two Door Cinema Club
Los norirlandeses se dieron el gusto de cerrar el escenario principal en la última jornada y la verdad es que no defraudaron. Su indie rock bailable quizá no sea de las cosas más elaboradas que te puedes echar a la cara, pero sí que es capaz de llegar a un espectro amplio de público, desde el pijo festivalero hasta el rockero más curtido, y ponerlos a todos a bailar a la una de la madrugada. Jugando con unas pantallas de luces a sus espaldas el grupo tiró de clásicos como “Undercover Martyn”, “Cigarettes in the Theatre”, “I can talk” o “Something Good Can Work” entre otros tantos. Y ahí me vi yo disfrutando sin ningún tipo de pudor ni vergüenza y preguntándome del por qué de algunas malas críticas. Ya de paso ofrecieron un pequeño adelanto del nuevo álbum que llegará en otroño en forma de su primer single: “Are We Ready? (Wreck)”. En algo más de dos semanas los veré en el NOS Alive. Sí o sí. (Ignacio Sánchez)
Capital Cities
Cerraron el festival, en un concierto bailable e inofensivo, adecuado para mover el trasero pero con no demasiado interés en el tema musical, si bien pusieron su hit “Safe and Sound”, precedido de su versión del “Stayin Alive” de los Bee Gees, fue ampliamente coreado por el respetable. Dado el cariz del festival, un cierre aceptable, aunque un poco deslucido. (Ross Gallagher)