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Swans – The glowing man

Por Juanjo Rueda 2

crítica The Glowing Man Swans

8.5

Nota
8.5
85%

Se tiende a identificar o asociar la música con diversión, con una forma de ocio accesible que tiene que proporcionar disfrute al oyente y que si viene acompañado de baile, mejor que mejor. Una sensación de bienestar liviano, de buen rollo que libere endorfinas. La música parece que tiene que ser amable, proporcionar melodías que hagan que el cerebro las tararee casi inconscientemente cual paciente lobotomizado. Pero se tiende a olvidar que la música no es sólo ocio, que en primer lugar es arte, y el arte no tiene porque ser amable, ni proporcionar disfrute o al menos un disfrute despreocupado, liviano, que se alcanza por pura inercia, ni tiene que resultar accesible a todos (lo cual no tiene que hacer caernos en el clasismo cultural porque no se conecte con una obra muy personal). La música es arte y por lo tanto puede buscar otros parámetros con los que mover meninges sin que eso signifique mover las piernas y sin la necesidad de sacarnos sonrisas bobas (que también son muy necesarias, ojo). El arte puede buscar confrontarnos con miedos, reflexiones o sentimientos que nada tienen que ver con la alegría pero que pueden terminar siendo igual de necesarios para hacernos sentir vivos como ocurre en el cine, la literatura, la pintura, etcétera. El arte puede -debe- ponerte en estados de indefensión y turbación emocional, puede -debe- hacerte reflexionar, puede mostrarnos caras que si bien no son simpáticas, son necesarias para conocernos como seres humanos. Swans y su música, como ese tipo de arte, no son amables, ni accesibles.

Swans no son amables pero su discurso musical ha evolucionado para no ser un agujero negro de atracción negativa cuya malrollez se haga inaguantable, que haga que la experiencia sea única pero irrepetible una vez ha pasado (tampoco estamos para sufrir). Esta nueva encarnación de la banda de Michael Gira ha conseguido que su discurso se haga más masivo (todo lo masivo que puede hacerse este tipo de propuesta) desde “The Seer” (2012) y que en su continuación, “To Be Kind” (2014) (disco que elegimos en esta web como el más destacado a nivel internacional en 2014), ya se mostraba más accesible sin perder rudeza, consiguiendo que la agresividad musical hiciera cómplice al oyente y no víctima. Con la publicación de este “The Glowing Man” tenemos el último disco con la actual formación de Swans desde que Gira -amo y señor- reactivó este proyecto musical en 2009. Este nuevo disco se presenta como una nueva muestra de rock sin corsés (avant rock, lo llaman algunos) con un sentido de adultez bien entendida, alejado de esas poses frívolas de miles grupos juveniles (o no tan juveniles pero que quieren aparentar seguir siéndolo). Sigue conjugando un yin y yang entre la crudeza emocional y lo cerebral, lo básico y lo complejo aunque en algunos momentos se puede intuir la sombra del cliché o de ciertos tics heredados de los hermanos mayores antes citados. De hecho el disco se percibe como un apéndice final de ambos, sobre todo del segundo; en esta nueva obra todavía se selecciona un poco más el protagonismo de las guitarras abrasivas y se juega con el desarrollo ambiental, buscando de nuevo una atmósfera que envuelve al oyente en un estado comunión casi religiosa guiado por la voz de Gira, quién por momentos parece una fusión de un sacerdote oficiando una misa negra con el Imán que guía a la oración musulmana. El disco está configurado, de nuevo, como un todo en el cual los temas más largos (5 pasan de los diez minutos, 3 de ellos de los veinte) son suites que a su vez también se constituyen como movimientos en el conjunto global de la obra, sirviendo los temas más cortos como una especie de pequeños intermedios que en algunos casos permiten la conexión o el contraste de ambientes musicales. Temas que se vuelven a desarrollar como mantras y que generan una latente tensión que en muchos momentos no llega estallar. Quizá si hubiera que destacar uno, sería el tema homónimo, situado como punto culminante o climax del disco.

The Glowing Man” es una nueva muestra de expresión artística que exige la implicación del receptor, alejado del turisteo musical (de oír canciones de forma superficial). Se postula como una especie de epílogo a “The Seer” y, sobre todo, “To Be Kind”, quedando en la comparativa respecto a ambos como un disco menor. Eso sí, ojalá todos los discos menores fueran así, y es que un disco menor de Swans es algo todavía muy grande.

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