Casi un cuarto de siglo (lo que dura su carrera) han tardado The Brian Jonestown Massacre en dar su primer concierto en Madrid. Se dice pronto. Así, no es de extrañar el sold-out con el que el Teatro Barceló recibió a los de Anton Newcombe, con los aledaños de la sala plagados de rezagados que buscaban entradas a la desesperada. Y es que The Brian Jonestown Massacre no se prodigan especialmente en nuestro país. Diez años han pasado desde que actuaron en el Primavera Sound (2006), y desde entonces solo atesoraban un par de visitas más a Barcelona y otra al FIB.
Así, con la parroquia capitalina lista para las mejores ocasiones comenzó puntualísimo el concierto a eso de las nueve y sin telonero alguno. En los primeros compases un exceso de graves hacía temer lo peor, con sonido embarullado, pero tras tres canciones todo quedó solucionado. Con siete músicos en escena (o si se prefiere seis + hombre de la pandereta), era una delicia comprobar cómo sonaban las guitarras, que en algunos momentos llegaron a ser hasta cuatro simultáneas (versión de doce cuerdas incluida).
A lo largo de 135 minutos que para algunos se hicieron cortos -no en vano en otras paradas de la gira han sobrepasado las tres horas de concierto, pero aquí la posterior apertura de la sala como discoteca manda-, The Brian Jonestown Massacre saldaron su deuda con Madrid en un más que notable concierto, pero que no llegó a ser memorable más que de forma intermitente. ‘When Jockers Attack’, ‘Who?’, ‘Never Ever’, ‘Nevertheless’ o ‘Wisdom’ fueron algunos de los mejores momentos, pero en cambio pasada la hora y media hubo algún tramo menos inspirado y que se hizo menos llevadero.
Por fortuna, nada que no remediase el impresionante tramo final, repleto de las mejores virtudes de la buena psicodelia y que supo dejar al público con ganas de más, pero no hubo bis. Sumándole el tiempo que nos birló la sala (señas de identidad de la noche madrileña, qué se le va a hacer) y añadiendo prórroga justo en ese momento, el resultado habría sumado varios enteros. Sea como fuere, un buen repaso a lo mejor de su legado y sin defraudar las expectativas. Y ahora, que no pasen tantos años para volver a tener a The Brian Jonestown Massacre en Madrid.