A pesar de estar en otoño desde hace ya unas semanas el calor todavía da sus últimos coletazos, y con él los últimos eventos al aire libre. Con esta premisa se celebró este pasado fin de semana el Corona Hidden Sunsets en Madrid, un evento organizado por la marca de cerveza y que contaba con un cartel bastante atractivo (Triángulo de Amor Bizarro, WAS, La Habitación Roja…) a un precio irresistible, solo diez euros. El éxito estaba asegurado y así fue. Varios días antes ya se podía ver el cartel de “entradas agotadas”, y allí que nos plantamos para decirle definitivamente adiós al calor.
La primera impresión no fue para nada buena, y es que anunciándose la apertura de puertas para las tres de la tarde, eran las cuatro y media y unas cincuenta personas estábamos allí esperando aún. Casi con el comienzo de Hola A Todo El Mundo las puertas se abrieron y la muchachada comenzó a desfilar hacia los bajos de los pabellones de la Caja Mágica donde se situaba el escenario donde los madrileños dieron la bienvenida a los madrugadores, que cerveza en mano, se dejaban sumergir en sus nuevos aires más bailables. Con la incorporación de Julián como quinto miembro, la banda sonó compactada y contundente, más que la última vez que recordaba verlos. Una pena que tuvieran tan poco tiempo porque los nuevos temas en directo sonaron de lujo.


Los siguientes en desfilar por el escenario fueron los gallegos Triángulo de Amor Bizarro, quienes regresaban a Madrid apenas un mes después de haber tocado en el Dcode. Sabedores que el tiempo era escaso metieron primera y arrancaron furiosos con “Desmadre estigio” y “Gallo negro se levanta”. En realidad su concierto fue casi un calco al del hace un mes, presentando casi al completo Salve Discordia, pero con la diferencia del horario y la parsimonia del público. En el Dcode los pogos se sucedieron durante todas las canciones y aquí apenas unos valientes se dignaron a gritar y saltar. Ellos por el contrario volvieron a darlo todo sobre las tablas como buenos obreros del rock. Nunca defraudan.
La galería comenzaba ya a coger un tono más que aceptable en cuanto a público WAS hicieron acto de presencia. Dos apuntes antes de nada: ¿por qué solo tocaron media hora larga? ¿por qué no los programaron los últimos? Ciertamente no me lo explico pero bueno… Y es que en ese brevísimo periodo de tiempo los vascos pusieron a todos a bailar como si fueran las tres de la mañana. Con una txalaparta usada solamente al inicio del show, fueron cayendo temas de su último trabajo Gau Ama totalmente enfocado a la pista de baile para regalarnos como cierre la enorme “On the floor” de su lejano debut, cuando por aquel entonces se hacían llamar Standard.


El anticipado final de WAS sirvió para que la muchedumbre se diera una vuelta por los pocos puestos montados y soltara lastre en los baños para encarar la recta final ligeros de equipaje. Así llegaron La Habitación Roja bajo los gritos de sus fans más enfervorecidos que van desde la pareja cercana a los cuarenta hasta chavales que acaban de terminar la carrera con veintipocos; y es que el éxito de los valencianos ha sido mantener a parte de sus viejos fans e ir sumando nuevos con sus últimos trabajos. El concierto del sábado fue claramente destinado a estos últimos, quienes han crecido bajo el calor de sus tres últimos álbumes, los cuales ocuparon casi la totalidad de la noche, dejándonos huérfanos de clásicos con los que crecimos, si acaso “El eje del mal” nos hizo rejuvenecer. Con Marc de baja por el embarazo de su mujer, Jorge, Pau y compañía tuvieron momentos entrañables para acordarse de Supersubmarina con “Volverás a brillar”, “You gotta be cool” para un chico que iba con una camiseta de Pedro Sánchez, o “Indestructibles” a la gente del hostal donde se hospedaban. Al final se me quedó un regusto amargo al ver que quizá nuestro caminos ya no vayan de la mano, o será cuestión de darme cuenta que sus viejos temas nunca más volverán.
La muchachada se preparaba para el que era el plato fuerte para ellos, unos Miss Caffeina encargados de defender un más que solvente Detroit en el que han ganado peso los teclados. Precisamente fue con el tema que da nombre al disco con el que comenzaron su recital en el que se vieron acompañados por cientos de voces que fueron el mejor coro posible. Alberto se mostró extra motivado en todo momento alentando a los presentes y comentando casi todos sus temas: sobre el sexo de “Gladiador”, su lado reggaeton en “El rescate”, o dedicar “Oh, Sana” a la iglesia que maltrata a los homosexuales. Dentro de la fiesta hubo hueco para que subiera Jorge de Vetusta Morla y cerrar con el que es sin dudarlo su mejor tema hasta la fecha: “Mira cómo vuelo”, que bajo una lluvia de confeti hizo las delicias de fans y no tan fans.
Tras ellos una importante espantada de público se produjo haciendo que acceder a las primeras filas fuera más fácil para ver cómo se desenvolvían Najwa Nimri y Carlos Jean, o lo que es lo mismo, Najwajean. Y la verdad es que no tuvieron su mejor noche, costando conectar con su música a pesar de tirar por el chorreo maquineta. Incluso la propio Najwa se mostró contrariada al ver la fría recepción que estaban teniendo bromeando con Jean sobre usar más rayos láser para ver si así aquello despegaba, pero no. Un quiero y no puedo que amargó en parte el buen sabor de boca con el que nos estábamos quedando. Sinceramente para eso, mejor haber puesto a esa hora a WAS.