Unos chavales gritan en el baño con todo el subidón “¡Valery Karpin! ¡Jimmy Floyd Hasselbaink!” mientras alivian sus vejigas una vez ha terminado el concierto de Perro en Madrid. Fue esta una de las múltiples instantáneas que nos dejó la cita de anoche en la Joy Eslava en la que los murcianos se graduaron con un show 100% disfrutable y divertido. Una muestra del rastro de estos cuatro jóvenes que arrasan allá por donde van. Su fórmula no tiene mucho misterio: melodías contagiosas y letras delirantes para conseguir que pases un buen rato; y vaya si lo pasamos. Pogos y bailes llenaron la céntrica sala madrileña para celebrar que Perro se han hecho mayores, que son capaces de subirse a un escenario grande y dejar al personal satisfecho con un bolo de hora y media sin descanso.


Arrancó la noche mirando a su tierra, para ellos África, y su recuerdo al Porras. La Joy tronaba y la muchachada disfrutaba. Un bonito pareado ha quedado para que le siga su particular Jordi Hurtado. A Perro nos les hizo falta un telonero que fuera animando la sala, ellos solos en diez minutos ya tenían a todos entonados y con una sonrisa en la cara. Aarón provocó los primeros sudores al dejar su batería y plantarse delante de todos con una mallas doradas mientras bailábamos al ritmo de “Nueva Mufasa” y “Camiseta”. Fue este el primer cambio de roles dentro del grupo que no paró toda la noche de cambiar de posiciones e instrumentos, menos Fran, enquistado en su batería.
Dentro de un repertorio eminentemente centrado en sus dos álbumes: Tiene Bacalao, Tiene Melodía (Miel de Moscas, 2013) y Estudias, Navajas (Miel de Moscas, 2013), se agradeció bastante el recuerdo de viejas glorias como la coreable “Popera” o la desfasada unión de “Atrévete” y “A bailarlo”. Entre ambas fueron cayendo la festiva “Catán”, las aplastantes “Papi Papito Ñam Ñam” o “El Ecco y Equiseto”, la punketa “La Factura de la Luz” o su himno “La Reina de Inglaterra”. Los distintos registros sonoros de Perro acababan siempre de la misma manera: con el público pegando botes y coreando los temas cuales fans de Justin Bieber.
En un cerrar y abrir de ojos se había comido más de una hora y aún quedaba mandanga por repartir. Más bailes sexys, más lefa para todos, más cubatas en el centro y un “Martillo” con el gobernarnos a todos cual Thor. La recta final la cogieron con ganas de llevarnos en su “Bicicleta” y regalarnos los que consideran sus temas más potentes: “Olrait” y la clásica “Marlotina”, cuyo estribillo aún perdura en nuestras cabezas. Los hijos de puta son buenos, muy buenos.