Crónica del concierto de Kokoshca en Madrid

Por Ana Rguez. Borrego 0

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Ser uno de los discos del año de 2016 y la proximidad del concierto en Madrid con Mujeres eran buenas razones para repasar el trabajo de Kokoshca con detenimiento. Tras varias escuchas se entiende el reconocimiento que merecieron a final de año, pues al pasar de Hay una luz (2013) a Algo Real (2016) se observa cómo han madurado, tanto en el aspecto sonoro, más compacto, como en las letras. En cierto modo parece que el toque naïf que les caracterizaba se ha desencantado, se han hecho mayores y ya no es todo de color rosa: una sensación familiar a medida que agotamos la veintena.

Con esa sensación más que grata y con las impresiones que estaban dejando en las diferentes paradas de su gira, la velada se presentaba interesante, con todas las entradas vendidas para el concierto en la sala El Sol y con la compañía perfecta de Mujeres, cuyo bajista se encargó del diseño del cartel de la noche.

Ellos dicen que hacen música vieja con zapatos nuevos: en cierto modo es una buena forma de definir la fórmula garagera que manejan con maestría Mujeres, que una vez más demostraron la garantía de calidad y diversión que supone contar con ellos. El trío, que ya cumple 10 años de trayectoria, abrieron la noche dando caña; un calentamiento a lo bestia de bailes que se acabaron convirtiendo en pogos y de estribillos coreados, que debería convertirse en objetivo indispensable de más de un grupo. Pero más allá del aspecto musical no debemos olvidarnos de la complicidad que crean con el público, acentuada por ese showman que es Pol Rodellar, el bajista, que interactúa con el público cachondeándose de que los estribillos más cantados eran los que estaban en español, o haciendo poses exageradas de rockero y que contagiaron la hilaridad a Yago Alcover y a Arnau Sanz.

Llegando al final estrenaron 2 temas con los que aprovecharon para anunciar que en breve grabarán nuevo disco. Espero que este les otorgue el lugar que se merecen, porque a veces creo que no se les reconoce en lo que valen.

Tras esta descarga de adrenalina llegaba el turno del grupo estrella, Kokoshca. La sala ya estaba llena y expectante de auténticos seguidores de la banda, capaces de cantar todas sus canciones. Sin embargo el sonido no quiso ser cómplice de los navarros y les hizo pasar una desagradable noche, en la que tuvieron que ajustar el volumen en varias ocasiones. Con algo de humor, la cantante le pidió en alto al acople que tuvo que padecer que desapareciera en un par de ocasiones.

“Mi chica preferida”, “Mi consentido”, “Prefiero golpes”, “Corazón caliente”, “Yo nací”, “El escultor”, “Directo al corazón” … un repertorio lleno de temazos que se sucedieron con un público entregado que les acompañaba con las voces en cada una de las canciones. Era una de cal y otra de arena para el grupo, pues supongo que da gusto ver esa recepción, pero amargada en parte por una situación técnica que no deseaban al juzgar por sus caras en más de una ocasión. Tras varios temas se consiguió encauzar la parte instrumental, pero la vocal seguía en cierto modo descompensada: la fina voz de Amaia quedaba por debajo de lo que debía y se la comían prácticamente Iñaki y el público.

Aun así los asistentes disfrutaron y a medida que evolucionaba el concierto se entregaron a la fiesta desmedida, de pogos que ocasionaban geisers de cerveza y avances de los monitores hacia dentro del escenario. En el penúltimo tema, “La fuerza”, se subió un espontáneo que les pidió cantar el tema con ellos y que se convirtió en la antesala del despiporre final: el cierre con su canción estrella, “No volveré”, en el que una parte del público decidió subir al escenario para bailar y cantar (entre ellos los integrantes de Mujeres) con Kokoshca. Fue una situación memorable y divertida, digna del desenlace de El guateque de Peter Sellers, pues había volado tanta cerveza en los saltos que acabaron por poner a prueba la toma de tierra de El Sol: a aquel líquido se le sumaron los restos de los botellines que cayeron al subir la gente y el diferencial de seguridad saltó, dejando sin sonido a parte de los instrumentos.

En definitiva, una noche agridulce que esperamos que fuera algo ocasional. Esperamos que la experiencia y el rodaje del nuevo disco les haga brillar en el Tomavistas.

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