Crónica del concierto de Nudozurdo – 10 años de Sintética en Sound Isidro

Por Ana Rguez. Borrego 0

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Estuvieron acompañados de Reserva Espiritual de Occidente

Hay aniversarios que saben a victoria. Incluso puede que tengan gusto de alivio, de respiro, de esto que te quedas pensando “menos mal“. Todos pensamos que Sintética (Everlasting Records, 2008) es un disco fundamental. Nos descubrió a Nudozurdo, marcó un sonido y un estilo que siempre vamos a asociar a Leo Mateos, y nos dejó temas ya míticos como “Mil Espejos”, “El hijo de Dios” o “Ha sido divertido”. Sin embargo, su publicación fue toda una odisea, un ejercicio de resistencia. Diversos percances tuvieron al disco dando vueltas durante casi 6 años hasta que Leo Mateos lo consiguió.

Se prometía una noche llena de sorpresas y quizás la primera fue Reserva Espiritual de Occidente. Totalmente atípicos, merece la pena dejarse sorprender por ese proyecto liderado por Svali y Wences Lamas. ¿Dónde situarlos? Saltan de puntillas entre posibles referencias. Su puesta en escena, prácticamente uniformados, nos retrotraen a mediados del XX. La voz de ella parece recordarnos a ciertas voces tradicionales. Perfecto, estamos en un espacio idílico de la tradición, pero ya. Vámonos al ruido, a una ligera distorsión, a una forma de cantar feroz por parte de él.

Son todo un ejercicio de ruptura, quizás incómodo porque no sabes qué esperar, pero que te acaba engatusando. Porque hay solidez y ninguna torpeza. Puede que no estén hechos para todo el mundo, pero se agradece que haya gente capaz de pasarse las expectativas por el forro de los caprichos.

Con la intensidad ya afinada, tocaba que salieran Nudozurdo para mantenerla. Saben perfectamente cómo hacerlo porque les encanta dedicarse al virtuosismo musical. Tocaba empezar con “Mil Espejos”, evidentemente, y durante un ratito estuvimos intentando comenzar a cantar pero no había manera. Su gusto por las variaciones sobre lo compuesto te divierte y deja en suspenso tu voluntad porque dependes de esa línea musical que van marcando. Es casi hipnótico.

En este caso, esa voluntad de intensificar el aspecto musical de las canciones se agradecía, pues si sólo hubieran tocado el Sintética de pe a pa poca gracia habría tenido. Pero no, Nudozurdo no es un grupo de esos: no conocen la palabra aburrimiento. Ni son capaces de producirlo ni pueden sentirlo ellos al tocar. Parece que respiran y se modulan a través de las canciones, sincronizándose entre ellos y creciéndose en directo.

Un concierto pensado para hacer historia. Por eso, durante todo el concierto estuvieron acompañados por César de Mosteyrín, uno de sus miembros originales, a la guitarra y a los teclados. A medida que se sucedían las canciones del disco te preguntabas si realmente había alguna canción menor. Al cabo de los años y de los discos, tienen que seleccionar y descartar canciones, pero eso no quiere decir que algunas sean peores. Por ejemplo, “Otra vez”, una canción que apenas podemos escuchar en directo y que de esta manera se convierte en un emocionado relato que más de una vez nos gustaría que nos cantaran.

Siempre que hablamos del grupo pensamos en Leo Mateos pero no debemos olvidarnos de Meta y Ricky Lavado. Mientras que él transmite un sentimiento más concentrado, bajista y batería derrochan una pasión que te despierta más de una sonrisa. Tienen la emoción pura de los más pequeños, que les lleva a cantar cada una de las canciones para sí, aunque no se les pueda escuchar.

Una vez terminaron las nueve canciones de Sintética continuaron con otras canciones míticas de su repertorio, como “Prometo hacerte daño”. Merece la pena recordar la colaboración de Svali en “El diablo fue bueno conmigo”, que dotó a la canción de una especial sensualidad, y de Jorge Fuertes, uno de sus primeros baterías. Cerraron sus diez años de historia con “Voyeur Amateur” y “Úrsula hay nieve en casa”. Una historia redonda, pues tras la experimentación de Rojo es Peligro (Everlasting Records, 2015) retomaron ese estilo esencial de Nudozurdo evolucionado, ese sonido inequívoco por el que siempre les reconoceremos.

Diez años que merecen celebrarse porque si no hubiera salido quizás nos habríamos perdido uno los grupos esenciales para la música española actual.

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