Crónica del Festival No Sin Música 2018: Sexto peldaño hacia el éxito
Por 24 julio, 2018 10:520


El Festival gaditano congrega a más de 30.000 personas en su sexta edición, en la que destacaron por encima del resto nombres como Residente, Bunbury, Viva Suecia, Vintage Trouble o Rufus T. Firefly.
Con prácticamente todo vendido, se presentaban tres días de buen ambiente, magnífico tiempo (incluso en las horas más tempranas del festival), una de las ciudades más acogedoras del mundo y lo que era más importante, excelente cultura en forma de música. Partiendo de una excelente ubicación, como se viene demostrando año tras año, la organización ha ido creciendo con el sustento y la base que te dan las ediciones previas, lo que hace que todo esté bajo control y que tanto los artistas como el público se sientan “bien tratados” y recompensados por la asistencia, unos como protagonistas y otros como espectadores.
Los beneficios para la ciudad están más que claros: visitas de turistas, potenciación de la cultura, ingresos para los comercios locales y empleo. Aún faltan algunas mejoras en la sonoridad, especialmente en el escenario pequeño, el “Second Stage”, pero sin duda se irán corrigiendo en años posteriores. Otra de las fórmulas que se echaron en falta fueron unos finales de día algo más “fiesteros” con algún Dj de cierre o algún grupo tipo La Casa Azul para echar broche de oro a los días, pero la organización tenía otras apuestas para los últimos acordes de festival.
El jueves 19, para este que les escribe el día más flojito del festival, donde lo más destacable para nosotros fue el enorme bolo ofrecido por Marky Ramone (ex batería de Ramones y que sigue girando con los éxitos de la extinta banda), la elegancia de Dinero y ese punto descarado que La Mala Rodríguez siempre pone sobre el escenario (al que hizo subir a más de uno de sus fieles).
Al día siguiente nos esperaban dos de los platos fuertes para nosotros de todo el Festival. De nuevo con gafas de sol y tras las actuaciones de Shinova y San Remo, aterrizaban en el escenario principal, en el Brugal Stage, la banda que se ha erigido por méritos propios como una de las más demandadas del panorama nacional: Viva Suecia. Ya habían tocado hace unos años en el Festival, pero ahora volvían erigidos como la banda a la que no hay que perderse en directo, jamás. Su aún corta discografía les vale y les sobra para descargar en la hora que estuvieron sobre el escenario, éxito tras éxito que nos mantuvo a todos los presentes sin respiro, ni respiración. A más de uno le dieron ganas de rematar el concierto sin camiseta como hizo Rafa al bajarse entre el público para gritar a los cuatro vientos aquello de “Hemos ganado tiempo”, epílogo que la banda ha decidido volver himno al finalizar cada uno de los conciertos. Y lo mejor es que te los cruzas entre bastidores y sigues teniendo la sensación de que viven en un sueño y que no quieren dejar de disfrutar de él. Para este que les escribe, disfrutar de “Los Años”, “A donde ir”, “Bien por ti” o “¿Nos ponemos con esto”, sigue siendo una experiencia que te reconcilia con toco, o con casi todo, y que te colma de felicidad.
Tras esto Kase.O dio otra magnífica muestra de que el rap y el hip hop están en auge, o más bien que ahora dominan la escena musical mundial, poniendo a todos los allí presentes a brincar y a repetir esas letras tan comprometidas y punzantes. Luego Rufus T. Firefly. Bajo un cielo gaditano que se hacía psicodelia, que se convertía en un escenario simulado de una película del mismísimo Tim Burton, saltaron al escenario Víctor, Julia y los suyos. Ella protagonizando con sus baquetas cada compás de una batería que lo llenaba todo, transformando lo de la igualdad en un claro protagonismo de ellas, mientras Víctor está a su lado, juntándose a la guitarra a cada golpe de Julia, para formar un todo perfecto. Dorian, poniendo de largo su nuevo disco, y Zoé, pusieron el punto y seguido al festival para cerrar el viernes.
El sábado nos reservaba desde temprano con Antílopez una de las actuaciones esperadas. Estos polivalentes, multiartistas y casi genios provenientes de Huelva, hicieron que la mezcla perfecta de monólogo, música y letras, hiciese disfrutar al personal durante la casi hora que estuvieron en el escenario con ese “chiripop” tan suyo. Como punto y seguido aparecieron Vintage Trouble, que sin duda fueron la gran sorpresa del festival. Por la hora que era muchos no esperaban, no esperábamos, ese volcán sobre el escenario que es Ty Tylor. El bolo que se marcaron en lo musical, mucho soul y sobre todo mucho funky, y el espectáculo semi circense de su vocalista, que flotó desde la torre de sonido hasta el escenario para locura de los allí presentes, hicieron que un grupo semi desconocido para los allí presentes se convirtiese en imprescindible para todos a partir de ahora. ¡Qué espectáculo oiga¡
Y para acabar la reseña: dos genios. Cada uno de ellos con un pie a cada lado del Atlántico por lo que se les quiere en América Latina y en España. Residente y Bunbury, o lo que es lo mismo, la profesionalidad, la honestidad y la coherencia hecha músicos. Cada cual con su estilo, con sus intenciones, pero cada uno con destellos de genio que no hacen más que reforzar que por algo lleven tantos años siendo lo que son, referencia mundial de la música latina y en castellano. La banda que acompañaba al maestro de Zaragoza, simplemente descomunal, y el espectáculo, compromiso y reivindicación de René (ese cincuenta por ciento de Calle 13), impresionante.