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Crónica del Roskilde Festival 2019

Por A.Brotons 0

Crónica Roskilde Festival 2019

Roskilde Festival 2019, cada año se queda pequeño

Nueva edición del festival danés por excelencia a la que asistimos. Este año con varias novedades significativas: cambios en los escenarios y mayor hincapié en la conciencia ecológica. 

El festival se caracteriza a parte de sus actuaciones musicales y por ser una organización sin fines de lucro por su compromiso con la cultura, el arte, el activismo, el medio ambiente y la sostenibilidad. Charlas, talleres, exposiciones y un sin fin de actividades puestas al alcance de todos los asistentes tanto en el festival como en el camping para concienciar y tratar temas como la lucha feminista y trans o la censura artística que muchos artistas sufren en la actualidad. 

En esta edición se ha intentado concienciar a los asistentes sobre el consumo de alcohol y tabaco, creando un espacio libre de ambos así como una mejor accesibilidad tanto en barreras físicas como culturales o sociales. 

Roskilde Festival, ecología en estado puro

roskilde 2019 ecologia
Roskilde 2019/ Reciclando

En cuanto a las novedades ecológicas de esta edición las más reseñables son el aumento de zonas camping limpios, la retirada total de vasos de plástico desechables y la obligatoriedad de cada puesto de comida de mostrar en cada uno de sus productos la huella ecológica que se necesita para su consumo. 

La zona de acampada supone uno de los mayores retos ecológicos para el festival, muchos de los asistentes suelen abandonar al acabar el festival sus colchones, tiendas y otros enseres que suponen unas 2000 toneladas de basura. Tres nuevas zonas de camping “limpio” se han habilitado en 2019 “clean camp” “Leave no trace” y “Clean out loud” para intentar llegar al objetivo en 100% sacos, 91% de tiendas y 50% de sillas. 

Otra de las medidas se enfoca en la eliminación del plástico de un solo uso, como vasos y pajitas. El festival ya se caracterizaba por tener su séquito de recicladores (voluntarios y no voluntarios) recogiendo por todo el recinto lo que los asistentes no tiran a la basura, en esta edición al ser los vasos reutilizables y además pagados por el usuario se disminuyeron en gran medida los residuos.

Bob Dylan sigue a lo suyo

Primer día de apertura del recito, que no de conciertos ya que durante toda la semana los escenarios del camping se llenan de actuaciones. Tears for Fears Fue de los primeros conciertos del festival, en el escenario Arena y comenzaron fuerte con uno de sus clásicos, intro de la versión de Lorde incluida, “Everybody Wants to Rule the World”. Mantuvieron el nivel alto durante la primera parte del concierto, se atrevieron con una de las canciones más versionadas de la historia, “Creep” de Radiohead, nos recordaron que son los autores de esa maravillosa canción que es “Mad World” para a continuación pasar a unos temas que bajaron un poco el ritmo del concierto, para terminar remontando en el BIS con “Shout”, alargado y coreado. Concierto muy digno de una formación que podemos denominar ya como clásico de la música. 

Era el día de la actuación del legendario Bob Dylan, todo sigue igual, los años pasan y él cada vez parece que tiene menos interés en su público. Ni una entrada estoica seguida por el atronador piano de “Things Have Changed”, ni su versión de “It Ain’t Me Babe”, ni su conmovedora “Make You Feel My Love” consiguieron que el público se integrara. 

Todo lo contrario ocurrió con Rosalía. Podríamos pensar que el hype de la catalana es cosa española, pero resultaría que no podríamos estar más equivocados. No actuaba Rosalía en ninguno de los dos escenarios principales, pero bien podría haberlo hecho ya que el Avalon estaba abarrotado incluso tiempo antes de comenzar, lleno de nórdicos que cantaban y tarareaban las letras de la Rosalía.

Rosalía petó la carpa Avalon el miércoles

Con un setlist y show clavado al que pudimos ver en Barcelona en el Primavera Sound, Rosalía encandiló a los vikingos que cantaban olé y olé y trá trá y prácticamente cualquier cosa que aquí suena a rancio pero que por lo visto por allí es exótico. Aquí no hubo colaboración con James Blake, pero la posibilidad de verla en un entorno más familiar, aún cuando había muchísima gente, hizo que el concierto fuera muy disfrutable.

En su concierto del miércoles, en uno de los pocos no cubiertos del festival, el américano de origen senegalés Sheck Wes repasó en apenas 50 minutos de concierto la práctica totalidad de su último álbum Mudboy ante un público, muy joven en su mayoría, que demostró venir con las letras aprendidas de casa. Uno tras otros, fueron cayendo sus temas más conocidos como “Chippi Chippi”, “Live SheckWes Die SheckWes” o “Mo Bamba”, hasta acabar la actuación entrada la noche con un ambiente festivo de comunión entre el artista y el público.

Cow and alien
El mítico Alien y la vaca de Roskilde Festival

Escueto concierto de Cardi B

Pasadas las 23:30 y con un retraso de más de 15 minutos comenzó el espectáculo de Cardi B en el escenario Orange. A juzgar por la cantidad de gente y la animación que la precedió resultaba evidente para cualquiera que iba a comenzar uno de los conciertos más esperados por el público del festival, después de que en la edición anterior la artista se viese obligada a cancelar su actuación por causa de su embarazo. El concierto comenzó con una introducción de 10 minutos por parte del DJ que le acompañaría durante todo el concierto. A partir de entonces apareció la artista acompañada de un grupo de bailarinas ataviadas para parecer clones de la cantante. La neoyorquina ofreció un concierto compacto de alrededor de 45 minutos donde no se dejó ninguno de los éxitos de su único disco Bodak Yellow, ni algunas de sus colaboraciones con artistas como Bruno Mars, Migos o DJ Khaled.

Cardi B
Cardi B/Roskilde Festival 2019

Y todo ello en un show donde nos faltaron altas cantidades de twerking o pólvora en forma de fuegos artificiales para poner fin al concierto. En definitiva, si se le puede discutir la categoría de cabeza de cartel en un festival como Roskilde, por lo escaso del repertorio y lo breve de su actuación, resultó igualmente evidente el tirón del público de Cardi B y la energía de una artista dispuesta a comerse el escenario y montar una fiesta tan grande como su público le pida.

A última hora del miércoles dos bandas cerraban el recinto, en una de las carpas con menos capacidad en el grupo francés Carpenter Brut. Desde la intro con ”África de Toto”, sonando a modo de hilo músical, con la que calientan el inicio de cada uno de sus conciertos, hasta su final con la versión de “Maniac”, con la que los cierran, el grupo de Poitiers llenó el escenario de sonidos ochenteros, con esa mezcla de música de baile y rock de aires retro tan característica del grupo. Un final divertido para el primer día del festival. 

Christine & The Queens no estuvo a la altura

Y en la carpa Arena nos encontramos con Christine & The Queens. La diva francesa, también con show de bailarinas dio un concierto decente en el Arena, pero le falta bastante punch al directo. Los temas, cantados en inglés deslucen un pelín en comparación con su versión original y aunque alcanzan un bien alto, no terminan de conectar durante buena parte del concierto y su pop electrónico llega a sonar deslucido en ocasiones.

Es destacable la actitud de Héloïse Letissier sobre el escenario y sus temas más esperados, “IT” y “Saint Claude” fueron coreados y bailados, esto último tímidamente, por el público en un concierto que no pasará a la historia pero que tampoco podría calificar como malo.

Brockhampton, triunfadores del jueves

En un día que amenazaba lluvia desde muy temprano, a eso de las 12:00 acudimos al primer concierto del día, el del Italiano Vinicio Capossela. Mientras jarreaba en el exterior, el que ha sido definido alguna vez como el Tom Waits transalpino tiro de su lado más lúdico y arrabalero, que bebe de la música popular del sur de Europa. Obviando su faceta de espléndido baladista, el transalpino puso en pie una fiesta de folk mediterránea con ayuda de una espléndida banda, de la que cabe destacar al percusionista que, armado de una sola pandereta, fue capaz de parecer un grupo de percusión completo. Un buen concierto para empezar el día con humor, y que pese a irse por encima de los 75 minutos, nunca se hizo largo.

Día de carpas para escapar de la lluvia, momento de Sharon Van Etten, la cual mostró dos caras a lo largo de todo el concierto, una más íntima en las canciones más lentas, que requería de más concentración y paciencia para poder disfrutar del mismo, y otra cara más intensa y guitarrera, en la que Sharon sacaba de dentro y transmitía una gran fuerza, siendo de largo lo más destacado del concierto.

Sharon Van Etten tiró de su último disco

Hizo un setlist basado principalmente en su último disco, con concesiones a algunos temas más antiguos como “Serpents” o “Tarifa”, aunque personalmente diré que se echan de menos muchos más temas de su época anterior, como la magistral “Your Love is Killing Me”.

En el mismo escenario tras Sharon esperamos a Parquet Cours. Han pasado ya algunos años desde que pude verles por primera vez en el Rock en Seine de 2013 y aunque se podría decir que el mundo en este breve lapso de tiempo ha cambiado en cuanto a tendencias tanto musicales como en la línea de los festivales, Parquet Courts siguen a lo suyo con un estilo guitarrero y directo.

La buena noticia es que ellos siguen siendo igual de disfrutables que siempre, y sonaron como una máquina muy bien engrasada, centrado sobre todo en su último disco, “Wide Awake!” aunque es un grupo al que personalmente, creo que le faltan himnos coreables para terminar de dar el pelotazo.

Al anochecer era el momento para Robert Plant and The Sensational Space Shifters. Los viejos rockeros nunca mueren, pero desde luego que cambian con el tiempo. Incluso las canciones de siempre de Led Zeppelin suenan cambiadas, adaptadas a un estilo personal, ya sea “When the Levee Breaks”, “Black Dog” o “Ramble On” que concuerda más con lo que ahora mismo hace Robert Plant, que cambió el Hard por el Folk hace ya un tiempo, sin perder el Rock por el camino.

Tampoco la voz es la misma, pero congregó en el segundo escenario una cantidad importante de público, y la banda que lleva sonó muy nítida a lo largo de todo el concierto, en un concierto de notable alto.

Los adolescentes nórdicos atiborraron el Orange con Brockhampton

Alrededor de la medianoche Llegada a la medianoche saltaron al escenario de la mayor carpa del festival el grupo americano Brockhampton. El sexteto de vocalistas, uniformado con monos metalizados, comenzó fuerte su actuación, ordenando la formación de varios pogos gigantes por toda la carpa; y a partir de ahí el concierto no paró de subir la intensidad. Ante un auditorio lleno de adolescentes, muchos de los cuales no parecían haber llegado a cumplir los 16, y absolutamente rendido al grupo, los Brockhampton fueron poniendo en juego sus éxitos que eran coreados uno sin desmayo, uno tras otro, por el público asistente. Tanto por el carácter coral del grupo como por los bailes perfectamente ensayados y la variedad racial de sus miembros, así como por el fenómeno fan adolescente que les rodea, hicieron recordar a una suerte de reinvención de las boy bands de los 80 y 90. Eso sí, para fortuna de los adolescentes actuales, parece que el repertorio ha mejorado bastante desde entonces. A juzgar por el concierto que vimos en Roskilde se podría decir que estamos ante un grupo para adolescentes y que, sin dejar de ser lo anterior, es capaz de ofrecer un buen espectáculo y algo más que canciones prefabricadas para cubrir el expediente.

El americano Travis Scott, que cerraba la programación del Orange el jueves, ofreció el mismo concierto que se pudo ver (a medias) en el Festival de Benicàssim de 2018: parafernalia visual varia, un puñado de hits, unos cuantos lanzallamas, y una actitud y acompañamiento musical escaso y desacompasado. Pobre muestrario para lo que se supone que es una de las actuaciones más importantes del día.

Shame, rock en las venas

Shame era  de los últimos conciertos del día y de los mejores. Sonaron arrolladores y consiguieron animar a los que nos reunimos en el escenario Avalon a pesar de un día marcado por la lluvia y el frío en su mayor parte. Y es que “Songs of Praise” es un álbum destacado que el grupo lleva al directo con una solvencia impropia de un grupo novel, pero con la frescura y ánimo propias de una banda que además de eso, disfruta mucho de lo que hace sobre el escenario. Gran concierto de rock y banda recomendada para vuestras rutas festivaleras.

Si Shame fue la tarta, acto seguido poder disfrutar de Amyl & The Sniffers en el escenario más pequeño, en sala y a cubierto, fue la guinda para el día. Con unas pintas Redneck de haberse escapado de algún lugar de la Louisiana profunda, éstos australianos lo dieron todo sobre el escenario y nos animaron para conseguir terminar el día con una sonrisa y dándolo todo muy cerca del escenario.

Quizá el punk rock no se lleve tanto hoy en día, pero desde luego esta muy lejos de desaparecer gracias a grupos y actuaciones como la de Amyl Taylor, muy activa y haciendo crowdsurfing y animando a todo el público. Recomendados al cien por cien.

Viernes al sol, destacan Vampire Weekend, Robyn o UnderWorld

A las 12:00 de la mañana y debajo de una importante solana, dio inicio el concierto la rapera americana Cupcake. En un horario matinal donde se pueden ver por el recinto numerosas familias, la artista puso en marcha su hip hop deslenguado y explícito, repleto de interjecciones sexuales de todo tipo. Con su flow atrevido, juguetón y desafiante, logró meterse al público en el bolsillo y caldear el ambiente de forma notable hasta conseguir una notable complicidad en un horario que no invitaba demasiado a ello. Irreprochable actitud de artista y público.

Dos bandas, a la misma hora, unos con el metal y el fuego de Bring Me the Horizon en el escenario principal y otros en la fiesta de Jungle. De los grupos surgidos en los últimos cinco años, éste que se mueve entre el soul y la electrónica puede ser posiblemente uno de los que más personalidad destila. Basta unos compases para poder identificarlos y tienen un directo muy potente, prácticamente desde el comienzo del grupo, con coristas e instrumentos en directo. Prueba de ello es que seguramente fue el concierto del segundo escenario con más público, a pesar de la temprana hora.

En esta gira, resulta bastante orgánica la mezcla entre los temas del primer y segundo disco, que se van turnando, aunque los single del primer disco siguen siendo los temas estrellas a pesar de la pujanza de otros como “Heavy, California”.

Spiritualized, desconexión total con el público

Tras el baile momento de Spiritualized, una hora de actuación que arrancaba con “Come Together” y un Jason Pierce que solo mira el escenario mientras la banda compuesta por nueve hombres tocan “Shine a Light” del álbum Lazer Guided Melodies. Parece raro como un concierto que a priori esperas con interés puede llegar a despertar tal apatía.

Weyes Blood, una interpretación vocal notable pero una intensidad y temas que no llegaron a interesar al público que estaba más a sus cosas que atendiendo al concierto, y eso es mucho decir aquí en Roskilde. O quizá fue mi sensación particular, pero la verdad es que no conseguí meterme en ningún momento. La versión de “God Only Knows” fue destacable, pero no suficiente como para justificar un concierto que personalmente no recomendaría más que a sus fans acérrimos.

Vampire Weekend, hit tras hit con un directo más compacto

Vampire Weekend Crónica Roskilde Festival 2019
Vampire Weekend/Roskilde Festival 2019

Vampire Weekend tras años después de su última gira, parece que tomaron nota de algunas de sus debilidades en la traslación del CD al directo. Tanto que ahora llevan una batería extra y un guitarra excelente que dota a los temas de mucho más empaque, aunque de vez en cuando se pasen y tiren de virtuosismo en un grupo que se ha caracterizado más por sus temas.

Tiraron de lo justo del nuevo disco y sacaron una buena selección de los tres discos anteriores, tales como “Unbelievers”, “Cape Cod Kwassa Kwassa”, “Diane Young”, “Cousins”, “A-Punk”, “Ya Hey”, que consiguieron sostener el concierto en estándares elevados, mucho mejor que en su última gira.

Wu-Tang Clan cumplieron con su concierto

Más allá de las 22:00 horas y con el mínimo de 10 minutos de retraso de todo artista de hip-hhop que se precie, aparecieron en el escenario principal los Wu-Tang Clan. El mítico colectivo de la costa este de los Estados Unidos compareció, como ya viene siendo habitual, algunas bajas en su formación (en está ocasión no estaban ni Method Man ni Raekwon). Con el freno de mano y el piloto automático puestos, en el grupo ofreció un concierto que podríamos calificar de prácticamente funcionarial: hicieron los guiños e interacciones de rigor con el público y repasaron fundamentalmente su primer disco (el ya mítico Enter the Wu-Tang (36 Chambers; del que recientemente se ha cumplido el 25 aniversario) y sus principales éxitos en solitario. Si bien resultan indiscutibles la importancia de los artistas que pisaron en el escenario y las canciones que sonaron, todo ello historia viva del género, la sensación de estar ante un concierto de trámite sobrevoló constantemente la actuación.

Born Slippy no puede faltar en un set de Underworld

Los conciertos de Underworld, aún cuando tiran de temas del último disco, por ejemplo el destacable “Ova Nova”, respira nostalgia y maneras de otra época. Eso es bueno, o malo, o ninguna de las dos cosas. Al final se resume en si eres capaz de seguir disfrutando de su propuesta, y afortunadamente en mi caso así es. Una hora de música electrónica muy disfrutable en una carpa Arena a reventar en la que por supuesto no faltó el mítico “Born Slippy”, justificando su condición de grande de la electrónica.

Antes de marchar a dormir era el turno de la sueca Robyn en el escenario principal, show de diva, bailes, mini vestido y espectáculo. “Dancing on My Own” y “Call Your Girlfriend” clásicos en su repertorio. 

The Cure y Jorja Smith lo mejor del sábado del Roskilde 2019

Día del escenario Gloria para descubrir nuevos artistas. Nakhane fue una gratísima sorpresa. El andrógino cantante desplegó un concierto muy personal y con su música electrónica con voz de soul nos regaló unos cuarenta minutos muy interesantes, en los que destacaba cuando vocalmente subía de intensidad y conseguía conectar con los que allí estábamos. Fuimos casi por carambola, pero fue uno de los conciertos del festival, y quisiera recomendar temas como Fog o Interloper que no tienen pérdida. Un artista que a poco bien que le trate el tema comercial debería y debe triunfar, aunque no siempre lo que debería ser acaba sucediendo. Talento en bruto.

Seguimos descubriendo artistas con Liraz, más raro que encontrar un trébol de cuatro hojas, debe ser encontrarse una propuesta de música árabe mezclada con pop con una vocalista iraní. Y es que como tuvo a bien contarnos, las mujeres de dicho país tienen prohibido cantar en público, siendo capaz de hacerlo debido a que no reside en dicho país. Con sonidos, escalas y armonías que nos trasladan al oriente próximo, el concierto que ofrecieron fue interesante, aunque un tanto repetitivo en sus tonos. Buena ejecución vocal e instrumental, aunque se terminó haciendo un poco largo.

Triple solape mortal, un gran festival exige tomar decisiones

Triple solape, en el escenario principal Janelle Monáe, diva en el Orange. En la carpa Philip H. Anselmo & The Illegals con el repertorio de Pantera, “ I’m Broken”, “A New Level” o “Walk” sonaron para los nostálgicos. Y Noel Gallagher con sus Highflying Birds en el Arena. El ex Oasis no necesita a su hermano para seguir adelante con su carrera musical, hace lo que quiere cuando quiere, sus discos van evolucionando y diferenciándoselo mismo que sus actuaciones, la primera mitad del show fue para sus nuevos temas y sus coristas, “ Holy Mountain”, “It’s a Beautiful World” o “Black Star Dancing” dieron paso a los clásicos de Oasis, “Little By Little”, “Wonderwall” o “Don’t Look Back in Anger” para coreo general. La actuación finalizó con la versión del clásico de los Beatles, “All You Need Is Love”.

Girlpool, indie en estado puro

En un ambiente íntimo (carpa pequeña y público relativamente escaso) El grupo norteamericano Girlpool ofreció un concierto de música indie en el sentido más ortodoxo del término: voces que prácticamente susurran en lugar de cantar, base de guitarra eléctrica y pocas pretensiones; dejando que luzcan las melodías por encima del ruido. Casi una rara avis en los tiempos que corren, pero absolutamente disfrutable, a pesar de los que parecieron ser algunos problemas de sonido. Con todo, el concierto tuvo el encanto de las pequeñas cosas hechas con cariño. 

Mientras tanto, cerca Lizzo ponía patas arriba el nuevo Apollo. Ojo porque menudo espectáculo da la cantante, puro entretenimiento y diversión de una artista sin pelos en la lengua y capaz de llevar el espectáculo a cotas altísimas. A falta de instrumentos en directo, un gran vozarrón y dos bailarinas que ejecutaron los bailes más desenfadados y entretenidos, dieron cuerpo a un show que sacado adelante a base de pura actitud merece que se le preste atención a lo largo de cada segundo del mismo.

Jorja Smith, la diva del futuro

La británica Jorja Smith, con sus 22 años recién cumplidos, defendió en directo su todavía corta discografía ante más de 15.000 personas, con una solvencia digna de admiración para una artista tan joven. En una generación que abusa de los pregrabados, Jorja Smith salió al escenario acompañada de al menos dos teclados, una batería y un guitarra, sin abusar de samples y sin ninguna bailarina. Con todo ello, con su voz y con un saber estar en el escenario impropio de un artista tan joven, dio todo un curso intensivo de saber hacer, sensualidad, aplomo y elegancia, que elevó aún más canciones ya de por sí fantásticas como “Blue Lights” y “On my Mind”. A juzgar por lo visto en Roskilde, podemos estar ante una diva del R&B para el futuro.

El cierre del Orange para el último día de festival correspondía a The Cure. Quizá nadie lo diría viendo la pinta de abuela mal maquillada con la que sale Robert Smith a los conciertos, pero The Cure están muy en forma. Tienen una buena cantidad de temas que va desgranando y que se acumulan en la primera parte del mismo y hacia el final.

Crónica Roskilde Festival 2019
Roskilde Festival 2019

The Cure están en un gran estado de forma

El grupo suena muy muy bien y temas como “Burn”, “Fascination Street”, “Pictures of You”, “Lovesong” y por supuesto “Just Like Heaven” se pudieron disfrutar a la altura de lo que se podría esperar de un grupo que ha hecho historia. Aunque sería en el BIS donde se sirvieron los platos fuertes, con “Lullaby”, “The Caterpillar”, “The Walk”, “Friday I’m in Love” y por supuesto, “Boys Don’t Cry” para terminar.

La última actuación del festival corrió a cargo de los californianos Cypress Hill que se presentaron en la carpa del Arena (la más grande del festival danés) acompañados por el DJ Mix Master Mike a los platos. Su actuación fue un compendio de cómo mantener el tipo: repasaron éxitos como “Insane in the Brain”, “How I Could Just Kill a Man”, “I Ain’t Going Out Like That”, versionaron, como es habitual, el “Jump” de House of Pain y acabaron por todo lo alto con “Superstar”.

Cypress Hill, 100% actitud para cerrar el Orange

Es decir, lo mismo que intentaron los Wu Tang Clan un día antes, pero, esta vez, acompañados de una mejor actitud, mejor cadencia de las canciones, menos interrupciones y más adecuado a un ambiente algo más recogido que el del mastodóntico escenario grande. En definitiva, un repaso a toda su carrera en la que lograron involucrar al público, que disfrutó de lo lindo para poner un divertido broche al festival.

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