The Strokes – The New Abnormal
Por 12 abril, 2020 14:120


¿Será la cuarentena? ¿Será el COVID-19? Pero The New Abnormal funciona.
Quién me iba a decir que en 2020 iba a agarrar un disco de The Strokes como Leonardo DiCaprio el trozo de madera para intentar salvarse en Titanic. ¿Será esta situación de un mes de Estado de Alarma con la psicosis de poder pillar un maldito virus, si es que no lo he cogido ya? Puedo buscar las excusas que quiera, pero lo cierto es que The New Abnormal funciona, y mejor de lo esperado.
Reconozco que Is This It (2001) y Room on Fire (2003) me fliparon, los tengo en originales en CD, pero que First Impressions of Earth (2006) ya se me atragantó, y Angles (2011) ni os cuento, tanto como para no escuchar Comedown Machine (2013). Así que con la llegada de este nuevo disco de los neoyorquinos tenía las zarpas fuera como el gato de mi vecino, listo para arrañar, pero van estos gandules y me hacen mover la cabeza a los cinco segundos con la pegajosa melodía de “The Adults are Talking”. Estas guitarras me suenan, ¿he retrocedido casi veinte años? Estoy tan dentro que ni siquiera me molestan los falsetes que Julian Casablancas se casca a mitad de tema, ni que el tema pudiendo ser redondísimo en tres minutos lo estiren hasta los cinco para enlazarlo con “Selfless”.
Y es ahí un curioso detalle del álbum, acostumbrados a crear piezas de pop de tres minutos ahora The Strokes se han venido arriba con la duración de sus composiciones hasta llegar a una media de casi cinco minutos sin que se te atraganten. Aunque sin duda es en una de las “cortas” donde encontramos la joya del disco: “Brooklyn Bridge to Chorus”, donde las guitarras marca de la casa se dan la mano con un teclado retro y un Casablancas suplicando por nuevos amigos que no le den la espalda.
Quizás mucho prefieran “Bad Decisions”, el corte más “Strokes” de todo el álbum, un viaje en el tiempo a comienzos de los 2000, cuando comenzábamos a ir a nuestros primeros festivales casi imberbes. Un “Eternal Summer”, el que estamos deseando que llegue, nos muestra los juegos vocales de Don Julian entre agudos y voces retorcidas, como si de Marilyn Manson se tratara, pero sin que la melodía acompañe del todo, y encima son seis minutazos. Error.
La segunda parte del disco, sin llegar al nivel de la primera, nos regala momentos interesantes como “Why Are Sunday’s So Depressing”, un canto a los tiempos pasados, o las nostálgicas “At The Door”, el que fuera primer adelanto oficial, o el cierre de “Ode to The Mets”. Medios tiempos que en otros momentos nos harían rápido darle al siguiente tema, pero que dentro del discurso del álbum FUNCIONAN.