Néboa – A Realidade Enganosa
Por 23 diciembre, 2020 18:450


8.5
Qué disco más bonito. Cuando terminas de escuchar por primera vez A Realidade Enganosa (Raso Estudio, 2020) de Néboa es fácil que tengas esa sensación. Se te cruzan tantas emociones por la cabeza que cuesta verbalizar qué es todo lo que ha pasado por tus oídos. Quizás porque superan todo lo que podías esperar: piensas en las referencias que se mencionaban a modo de presentación, vinculadas al pop, al jazz y la música tradicional, y no sabes muy bien si las encuentras o no. Hay que volver a escucharlo, varias veces porque siempre habrá algún matiz que se te haya escapado.
Porque ése es uno de los primeros dones de A Realidade Enganosa, ese pequeño universo que desarrolla Néboa a través de un sonido propio. Van escarbando poco a poco en esos posibles géneros hasta sacar esas esencias que escapan de las evidencias de tan sutiles que son. Ritmos, melodías, estructuras que hacen simbiosis entre ellos, especialmente con la música tradicional gallega, que en este caso se nos presenta más fresco y más joven que ningún otro. Porque va más allá de los esquemas: es una sensibilidad tan orgánica que crea un mundo en torno a ella, una primera narración sin palabras que nos lleva a un espacio donde podríamos suspender nuestras suspicacias como si se tratara de un pacto de ficción.
Pero ese espacio imaginario no es tan irreal. El vibráfono te hace pensar en una tercera voz, quizás la tuya, y hay frases que ya te llaman la atención la primera vez que escuchas A Realidade Enganosa. Cuando vuelves a él, una y otra vez, te das cuenta de que hay aspectos que te son familiares: muchas de las canciones te están leyendo en cierta forma. Las canciones de Néboa reflexionan sobre nuestras debilidades, sobre nuestra extraña querencia por el fracaso que nos convierte en nuestro propio infierno. Sin embargo, la derrota no tiene espacio en este trabajo. Hay un afán de superación, e incluso una búsqueda de un espacio seguro, con lo más esencial, que está conectado con la tierra.
Y de alguna manera, te reconcilias contigo mismo, al terminar de escucharlo. Y sabes que volverás a él, como a una terapia, para flotar entre su sutil melodía, para dejarte traspasar por frases tan reveladoras como eu son o meu inferno o para que vivir disposta a fracasar en cada intento. Se agradece que en este año tan raro haya surgido un espacio hacia la esperanza.