Crónica del concierto de Yawners en Madrid (Madrid Brillante)

Por Ana Rguez. Borrego 0

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Justo hacía un año del primer concierto con la nueva formación

Habría que sumar algunos días más, pero así fue. El 1 de febrero de 2020 Yawners presentaba a los nuevos miembros del grupo: dejaban de ser un dúo, pues se sumaba Tomás Rey (Monteperdido, Ordesa) al bajo, y Teresa Iñesta (Aiko El Grupo, Repion) sustituía a Martín Muñoz, transformado definitivamente en Mon Dvy. Aquella noche fue un frenesí absoluto, y en los siguientes conciertos, Yawners no dejó de ofrecer esas dosis de juventud atemporal a las que nos tienen acostumbrados. Pero fueron pocos, la verdad: ya sabemos cuál es el final de esta historia.

Así que, como ha ocurrido con tantos otros conciertos de Madrid Brillante, había ganas de ver a Yawners en directo otra vez. Quizás porque algunos nos perdimos aquella cita de la sala 0 (viendo las fotografías y los vídeos en redes sociales, lamentamos el no haber estado allí), o puede que sea porque la última vez que los vimos fue en el Canela, con aquella mini-Yawner que nos robó el corazón y que también estaba en el teatro Reina Victoria para volver a ver a su grupo favorito.

Y porque no fallan. Yawners fascina por su capacidad para retrotraernos a un época idílica, plena de desenfado y juventud, pero también porque tienen algo engañosamente fácil: la sencillez con la que se presentan. Van al grano, al placer de hacer música que se gana al público, sin hacer ostentaciones de ningún tipo (porque no las necesitan). Y así hicieron suyo el escenario, en su salida, desde una presentación tan simple como efectiva, en la que, a media luz, con una sosegada pieza instrumental y una pantalla que variaba de color en la que aparecía el nombre de ‘Yawners’. Primero el bajista, luego la batería y por último el alma del grupo, Elena Nieto. Todo estaba listo.

“The Friend Song”, la primera canción de Just Calm Down (La Castanya, 2019), fue la elegida para abrir un setlist en el que repasaron la mayoría de sus éxitos. “Please Please Please”, “A Funny Laugh”, “Fuck It”, “Seaweed”, “La Escalera”… cada una de ellas nos dio la oportunidad de descubrir esa nueva vida que tienen en directo. Porque la incorporación del bajo, de Tomás Rey, ha hecho que esas canciones que nos sabemos de memoria tengan algo punzante, que las hace aún más pegadizas. La línea rítmica se ha acentuado, gracias a él y sobre todo a Teresa Iñesta, que nos descubre una batería que se multiplica a sí misma. Si aún hay alguien que duda de que la batería no está hecha para las mujeres, es que no la han visto a ella.

Entre todas aquellas canciones, hubo algunas sorpresas que reforzaron la autenticidad de Yawners. Elena reconoció ser parca en palabras, pero necesitaba contar en qué había invertido el tiempo durante el año pasado, en los meses de confinamiento: en componer canciones, las suficientes para un nuevo disco que está prácticamente listo. Y como muestra, tocaron dos canciones en las que pudimos comprobar cómo la personalidad sonora del grupo evoluciona y crece: aun sin haberlas escuchado, podías reconocer claramente que eran canciones de Yawners. De hecho, la segunda de ellas fue una auténtica profecía autocumplida de Yawners: “Suena Mejor”. En ellas, la voz de Elena parece haber ganado una claridad genuina, una mayor convicción. ¿Porque quizás se ha apartado del inglés y ha apostado por el español? Quizás se deba al rodaje que ha ganado en estos años: sus canciones son cada vez más suyas. Incluso cuando se lanzan a hacer una sorprendente versión: “Tenemos que hablar”, de Bad Bunny. Podríamos haber apostado a que era de Yawners si no lo hubieran dicho.

Ya quedaba poco en aquel momento y cuando comenzó a sonar “La Escalera” ya sabíamos que era el final. Como en tantos otros conciertos de la “nueva normalidad”, sin podernos mover del sitio, escondidos detrás de las mascarillas, no podíamos dejar de cantar la canción, de principio a fin, ni dejar de mover la cabeza y los pies para marcar el ritmo. Y te acuerdas de todos los conciertos de Yawners, de ese in crescendo de emociones, de esas ganas de que no acabara. Y más o menos así fue, salvo por el tema de los pogos y el crowdsurfing: las medidas sanitarias no lo recomiendan ;). 

Galería de Yawners en Madrid Brillante

Fotografías por Ignacio Sánchez-Suárez.

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