Entrevista a Fino Oyonarte: Buceando en las aguas del «Arrecife»
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Fino Oyonarte, el incombustible bajista de Los Enemigos y productor del indie de los noventa, ha presentado Arrecife, su segundo álbum en solitario.
Un verano de los años ochenta, en un garito del Cabo de Gata, Jose Luis «Fino» Oyonarte conoció a Iñaki Fernández de Glutamato Ye-Yé. El uno y el otro andaban tras la pista de Joe Strummer, que ya se había radicado entre Granada y Almería. Allí comenzó el viaje de Fino. No solo el viaje literal —el que le despegó de la costa almeriense en siete horas de traqueteo de un Talgo para arribar al Madrid de la movida—, sino también el viaje vital que en las casi cuatro últimas décadas le han convertido en una pieza irreemplazable en la crónica del rock alternativo de nuestro país.
Toda esta historia la cuenta Fino en «Afortunado», la canción que estrenó Sueños y tormentas (Buenaventura, 2018). Después de tantos años haciéndole la cobertura a Josele Santiago en Los Enemigos, Fino Oyonarte se estrenó como cantautor a los 54 años. Entre medias, había susurrado melodías de noise-pop junto a Cristina Plaza en Clovis y se había recreado en las atmósferas improvisadas de Los Eterno. Además, su nombre aparece en los créditos de numerosos discos en la categoría de productor —Los Del-Tonos, Lagartija Nick, Mercromina, Los Planetas…—. Ahora, y desde 2018, se da el gusto de componer y grabar su propia mundología en forma de canciones. Y todo, instigado por un episodio que lo asomó al abismo: un infarto. Aquello que dicen que cuando estás a punto de morir ves tu vida pasar a toda velocidad, para Fino se hizo álbum.
Más de cuatro años después de Sueños y tormentas, la vida lo ha puesto de nuevo ante el espejo. No solo a él, sino a toda la sociedad. Aquella experiencia global de un brote epidémico y la personal de perder a su madre y a su padre en menos de un año son el punto de partida de Arrecife (Buenaventura, 2023), el segundo álbum de Fino Oyonarte. Después de cuatro sencillos, el pasado viernes 10 de febrero vio la luz. Aquella misma noche lo presentó en directo en el Centro Párraga de Murcia (festival Microsonidos), cerca de su tierra y en compañía de su viejo amigo Joaquín Pascual.


EL ENANO RABIOSO: Después de todo este tiempo viviendo en Madrid, en este segundo disco haces referencias más explícitas a Almería. ¿Se echa de menos la tierra?
FINO OYONARTE: Hombre, hay cierta nostalgia. Aunque llevo treinta años en Madrid, Almería siempre está en mi corazón. El disco además se llama Arrecife, la portada de los singles son trocitos del Arrecife de las Sirenas, hay muchos componentes del mar, de la naturaleza, de la costa de Almería… El arrecife es un cuadro que tengo delante de mi ordenador donde yo trabajo. Lo veo todos los días cuando estoy trabajando. Cuando hago relajación y abro los ojos, lo primero que veo es el arrecife. Y resulta que ese cuadro lleva conmigo ahí treinta años. Me lo regaló mi madre, lo pintó ella. Cuando quería poner título al disco, no sabía qué hacer. Le di muchas vueltas. Y al final, después de tener varios folios escritos con títulos, dije: «Arrecife, ¡si lo tengo en frente!». A veces no ves las cosas. Las tienes al lado y no te das cuenta.
E. E. R.: Tanto en Sueños y tormentas como en Arrecife descubrimos a un Fino Oyonarte apegado a músicas muy alejadas de las que ya conocíamos de ti. No solo el rock cañí de Los Enemigos, sino también el indie-rock de Clovis o el kraut-rock de Los Eterno. ¿Has aprovechado la libertad de firmar un disco en solitario para hacer otras músicas que siempre te han gustado pero que nunca habían encontrado hueco en tus bandas?
F.O.: Sin darme cuenta he recurrido a las bases de las músicas que a mí me han influido o me han gustado de pequeño. Ha sido un viaje en el tiempo de cuando yo era niño hasta ahora. Reconozco que muchas de las canciones que hay, sobre todo las más luminosas, tienen mucha influencia de los Beatles o del Pet Souds de los Beach Boys. Quise jugar con esa instrumentación, con los cascabeles, con el mellotron… Con una serie de elementos como Brian Wilson planteó en Pet Sounds. Hay una que se llama «Entre tú y yo» que es muy Leonard Cohen. Me ha gustado siempre, pero no me lo ponía todos los días. Yo, de pequeño, mientras estaba escuchando Leño o estaba escuchando Lou Reed, mi hermano mayor escuchaba Serrat y escuchaba Leonard Cohen. Debe de ser que me ha venido esa música ahora. Se ha filtrado.
E.E.R.: Además del rock de autor clásico, tipo Nick Drake o Lou Reed, yo noto un aire español muy noventero. Especialmente, un halo de Donosti Sound. Tú has trabajado con Javier Sánchez de La Buena Vida cuando produjiste un disco de AMA, su otra banda. ¿Qué te ha quedado de ello en tus canciones?
F.O.: Sí, somos muy amigos y también me han gustado mucho siempre La Buena Vida. Fue una influencia para Clovis muy importante. A parte de amigos, somos superfans y hacíamos una versión de ellos. Aparte, la nota de prensa de mi primer disco la hizo Irantzu [n. del a.: Irantzu Valencia de La Buena Vida]. Así que hay mucha comunión en muchas cosas. Pero las referencias son muy antiguas, de los años sesenta, principios de los setenta. Bueno, puede haber alguna más actual. De hecho «Naufragar» es una canción que me costaba mucho enfocarla. Yo tenía una idea de que tuviera timbales, pero no sabía muy bien hasta que escuché una canción de Damien Jurado que tenía timbales y acústica, y dije: «por aquí tiene que ir».
E.E.R.: Sueños y tormentas recopiló toda tu vida, el paso del tiempo, en nueve canciones. ¿Qué hay en Arrecife? ¿Versos que quedaron en el tintero o una continuidad de esa crónica vital?
F.O.: Cuando salió el otro disco había algunas que ya estaban medio hechas, o medio bocetos. Después sacamos Los Enemigos un disco, Bestieza. Yo llevaba año y medio o dos años centrado en Enemigos: la preparación, todos los ensayos, la grabación… Entonces, como se paró con la pandemia, al poco tiempo decidí que era el momento de retomar esas canciones que tenía para un posible segundo álbum. Ahí surgieron un par de canciones que curiosamente son las mas vitalistas: «A tu lado» y «Avanzar». Son canciones muy luminosas, muy «vamos adelante, vamos a salir del hoyo, de esta situación que hemos pasado». Después, por desgracia, la desaparición de mis padres. Me empeñé en hacer una canción para cada uno y ya cerrar el círculo.
E.E.R.: Aunque ya tenías tu bagaje en la escritura de canciones con Clovis y con algunas de Los Enemigos, ¿cómo te enfrentaste al folio en blanco para componer tus primeros discos en solitario? ¿Le pediste consejo a Josele?
F.O.: Josele la verdad es que tiene un talento innato a la hora de escribir. Algo lo mismo se ha quedado. Sí que he tenido presente algunas de las cosas que él siempre ha comentado, como que seas honesto contigo mismo, que hables de lo que sabes, que tengas voz propia… Todo ese tipo de cosas que quizá yo he practicado menos porque he estado más centrado en dirección musical, en composición… y el tema de textos lo tenía un poco más en segundo plano. Es verdad que no sabía cómo iba a enfrentarme a mis canciones en solitario, pero cogiendo la guitarra, solo con eso, me vale.
E.E.R.: ¿Podemos confirmar con Arrecife que este proyecto con tu nombre y apellido no es flor de un día?
F.O.: La verdad es que, como ya había abierto la puerta con Sueños y tormentas, vi que me interesaba ese camino, independientemente de que siga manteniendo mi energía y mis ganas en Los Enemigos. Tenía muy claro que quería hacer un segundo disco, eso es verdad. Igual que ahora te digo que quiero hacer un tercero. Este camino ya está abierto. Creo que todavía me gustaría contar cosas y me gustaría aprender y jugar con un montón de cosas. Los Enemigos es una faceta en mi vida artística y profesional, pero también me interesa desarrollar esta.


ARRECIFE.
Incubado en cuarentena, la grabación de Arrecife se dilató en el tiempo y en la distancia. Comenzó en Madrid, a medio camino entre el estudio casero de Fino y el de César Verdú (Schwarz, León Benavente). Allí cimentaron las canciones para, más tarde, viajar a los estudios Río Bravo de Valencia, donde se apuntalaron con las sabias manos de Xema Fuertes y Caio Bellveser (Josh Rouse, Alondra Bentley) y el pulso a la batería de Alfonso Luna (Tachenko). La nómina de colaboraciones fue creciendo hasta impugnar el epíteto de «disco en solitario» de Fino Oyonarte. Raúl Bernal y Joaquín Pascual a las teclas, Ana Galletero al violín, Pepe Andreu al fliscorno, Nacho Olivares al farfisa, Cristina Plaza en los coros… y hasta las voces de su hermana y el violonchelo de su sobrina en «La vida es un sueño», un homenaje en familia a Salvador Oyonarte, el padre de Fino.
Toda esta obra necesitaba un último barniz. Un revestimiento de vientos y cuerdas que pusiera Arrecife a la altura de aquella maravillosa actuación que Fino realizó en el programa de TVE Un país para escucharlo, donde la Orquesta Ciudad de Almería arropó «Estos años». Para ello, las canciones de Oyonarte se plantaron en Seattle para que Philip Peterson y Victoria Parker (Lana del Rey, St. Vincent, Lorde) acabaran de coronar Arrecife con sus arreglos filarmónicos. El resultado: once nuevas canciones cuyo autor nos resume.
«A tu lado»
F.O.: La hice poco después del confinamiento y es una canción que trata de lanzarte a hacer las cosas. Que si te propones hacer algo, hazlo. Porque siempre va a haber muchas energías negativas que te van a tirar hacia abajo, que te van a desmotivar. Es una canción que anima o autoanima a tirar hacia adelante. Ya tendrás tu satisfacción emocional. Eso está asegurado.
«Avanzar»
F.O.: Es muy Harrison, en ese plan un poco sixties y con un punto ahí al Mac DeMarco de la última época. Es una canción que te propone que hay que avanzar, que hay que seguir hacia adelante y, bueno, habrá muchos obstáculos, pero hay que pasarlos.
«Tempestad»
F.O.: Aunque tiene ese título tan terrible, es también positiva. Son reflexiones sobre el paso del tiempo, sobre el vivir el momento. Uno parece que siempre está esperando otra vida, como decía Rafael Berrio en «Simulacro» [n. del a.: Fino versiona esta canción de Rafael Berrio en el álbum homenaje al desaparecido músico donostiarra].
«Tan lejos»
F.O.: Es una canción inspirada en Paris, 1919 de John Cale, ese disco y esa canción tan acojonante. Pero no se parece en nada, porque tampoco es que estuviera copiándola. Simplemente quería hacer algo así, tan bello como eso. Ahí canta también Cris [Cristina Plaza], que es la primera vez que participa en mi proyecto en solitario.
«Forma de ser»
F.O.: Es aceptarte como eres después del paso del tiempo y de la edad. Es como que reconoces que te gustaría que fueran las cosas de una manera o de otra, pero al final eres como eres. Puedes aprender muchas cosas, puedes tener inquietudes, pero tu personalidad ya se forjó de pequeño. En esa canción jugué con toda la estética del Pet Sounds, metiendo toda la instrumentación y el cambio de tempo de la estrofa al estribillo.
«Entre tú y yo»
F.O.: Es un poco más Leonard Cohen. Ahí participa Joaquín Pascual, que es un músico excelente y un amigo de toda la vida, desde la época de Surfin’ Bichos y Mercromina. Y hablando de Surfin’ Bichos, después de todo esto me llamaron. Coincidió que iban a hacer un disco y pensaron en mí para que les ayudara a grabar.
«Naufragar»
F.O.: Habla de hacer las cosas simplemente por amor al arte. Es decir, puedes tener más éxito, menos éxito. Pero si ves que las cosas no funcionan como tú esperabas o no funcionan directamente, no por eso vas a dejar de hacer canciones o vas a dejar de escribir o vas a dejar de pintar… Si tienes una necesidad creativa de hacerlo, ¿por qué no lo vas a hacer?
«Embarcadero»
F.O.: Almería, en cierta manera, tiene algo que se respira en las canciones. Sobre todo en «Embarcadero», que aunque tenga su sentido un poco más en la reflexión, en la soledad, en la introspección, en los sueños y en qué quieres hacer, también es una especie de paseo onírico sobre la costa de Almería. En concreto, el embarcadero de Aguamarga. Me di una vuelta por allí un día de invierno que no había nadie.
«Espejo»
F.O.: Me vi un día en un espejo y dije «qué mayor estoy ahora recién levantado [ríe]. Bueno, vamos a llevarnos bien, que hay que hacer una canción». En la portada se ve un espejo que es también un símbolo. Es un espejo que me traje de casa cuando se desmanteló. A través de él reflexiono un poco. Es una especie de juego, de ver pasar el tiempo. También hay reflexiones sobre mundo y la gente que te rodea.
«Amor» y «La vida es un sueño»
F.O.: La canción que acaba en cada cara del vinilo es una dedicada a mi madre y la que está dedicada a mi padre. «La vida es un sueño» era lo que él decía cuando hablaba sobre ella, cuando ella no estaba. Decía: «he tenido mucha suerte en la vida, haber estado setenta años juntos y habernos querido tanto… Para mí la vida es un sueño». Me quedó esa frase marcada. Me impactó mucho y me parece un recuerdo bonito.