Roskilde 2023: El cabeza de cartel es el festival
Por 21 julio, 2023 23:270

Otro año más. Otro año esperando poder respirar un poco los aires escandinavos y asistir a uno de los primeros festivales europeos que pasa del medio siglo de historia. Y es que esa experiencia se nota en la organización y, además de la música, se centran mucho, mucho, en todos los asistentes, desde el público general, pasando por los artistas, la prensa y, como no, a los voluntarios que trabajan allí. Es un gozo disfrutar de un festival en el que cuidan más a las personas que sus a propios beneficios. Beneficios que, aprovecho a decir, son íntegramente destinados a causas benéficas porque, sí, Roskilde es un festival sin ánimo de lucro y eso, como el aire escandinavo, se respira.
Con el cartel en la mano pudiera parecer pobre comparado con otras ediciones o con otros festivales europeos. De hecho, y para ser sincero, pocos grupos conocíamos, pero hay que confiar en Roskilde. Siempre.
Miércoles 28 de junio
El primer día del festival lo cogimos con las ganas del que sabe que tan solo son 4 días de festival y 361 de espera. Comenzamos conociendo un nuevo escenario, Gaia, situado justo detrás del omnipresente Orange y que sería nuestro escenario fetiche. Tocaba el grupo californiano Scowl presentando su último e intenso EP “Psychic Dance Routines”. Y tanto el cuerpo como la mente ven sacudidos por los ritmos sucios de la banda, que definitivamente puedes bailar, si es que puedes mantener el ritmo. Fue como si el punk de los 80 se mezclara con el indie pop y grunge de los 90 gracias a los múltiples registros de su cantante Kat Moss. Un remember digno para nuestro comienzo del festival.
El siguiente concierto en el Arena fue una de las grandes sorpresas que nos tenía preparado Roskilde. Fever Ray, que, en principio no lográbamos ubicar en nuestra cabeza resultó ser la cantante de un grupo que en otra época de nuestra vida gastamos su CD, The Knife (sí, por aquella época se usaban CDs). Por lo visto, después de redefinir las reglas del pop electrónico con el dúo The Knife, Karin Dreijer continuó desafiando las convenciones con producciones ambiciosas que fusionan sonidos de club, composición de canciones de pop oscuro, crítica cultural y performance. Su concierto no defraudó, Fever Ray desafió el formato tradicional con una experiencia total de actuación, coreografía y paisajes sonoros vívidos.
Rápido nos fuimos a conocer otro de los nuevos escenarios, Eos, donde pudimos engancharnos a los últimos bailes de la fiesta que había preparado Villano Antillano, el rapero transgénero que está creando una revolución en la escena del rap latino. Villano Antillano es originario de Puerto Rico, saltó a la fama después de colaborar con el productor argentino Bizarrap y es la primera artista transgénero y no binaria en llegar al Top 50: Global en las listas de Spotify.
Ya estábamos encaminándonos hacia la segunda parte del día con los grandes nombres al acecho, pero antes nos paramos por el Avalon para hacer algunos pogos revitalizantes en el concierto de Lorna Shore, con un nuevo disco donde los de New Yersey demuestran que continúan dominando el equilibrio entre explosiones extremas de deathcore y elementos sinfónicos impulsados por sintetizadores. No faltaron los intensos riffs de guitarra, con un equilibrio técnico, giros compositivos vertiginosos y solos grandiosos.
Le tocaba a Kendrick Lamar cerrar el Orange, el escenario principal. Las expectativas para el concierto también han tenido mucho tiempo para crecer. Lamar también fue el actor principal hace tres años, cuando el festival fue cancelado debido a la pandemia de COVID-19. Así que hay muchos que han tenido mucho tiempo para emocionarse y elevar las expectativas. Es, de hecho, un gran logro que el festival haya conseguido fichar al rapero de 36 años, que visitó por última vez el festival en 2015.
“No puedo complacer a todos”, asegura el rapero estadounidense Kendrick Lamar en la canción “Crown” de su último álbum “Mr. Morale & The Big Steppers”, lanzado el año pasado. Aunque no la tocó esa noche sigue muy presente en el concierto porque en ella Lamar señala cómo las expectativas de los demás pueden ser una carga. Una corona de espinas que pincha y pesa. Y aunque no somos muy de su estilo de música, a Lamar se le nota que se esfuerza en hacer bailar y disfrutar a una explanada repleta de daneses entregados. Un éxito conseguido a base de esfuerzo al que se une su talento y sus rimas.
En este primer día de festival tan ecléctico acabamos la ronda de conciertos con los Queens of the Stone Age. Volvían después de 10 años a Roskilde y aún recordamos como los disfrutamos en el escenario grande. Esta vez volvía al Arena, el segundo recinto en capacidad, en el que conseguimos hacernos un hueco en las primeras filas, junto a unos feroeses, y desde allí vimos uno de los mayores espectáculos de rock más redondos que he podido ver. Con su fórmula cruda y áspera. Partes iguales de sorprendente rock, hard rock y grunge para crear la sólida marca que nadie como Josh Homme sabe ondear. Cuando agregas la habilidad brillante para la composición de canciones a esta receta, obtienes la respuesta a por qué Queens of the Stone Age pueden afirmar con razón ser la realeza del rock and roll.
Con una sonrisa en las caras que mostraban nuestra felicidad, y después de presenciar para lo que los feroeses fue el concierto de su vida, acabamos la noche en la zona de los campings siguiendo a un remolque móvil que con su dj que nos hacía bailar, reír y sentirnos un poco más jóvenes. Si hay que resumir 51 años de festival en un solo día, sin lugar a duda este sería uno de ellos.
Jueves 29 de junio
Nos despertamos con la calma de saber que el día no tenía el mejor cartel del festival. Además, amaneció nublado que, para quien no lo sepa, si duermes en tienda de campaña ayuda a aguantar más tiempo durmiendo (si el día es soleado se convierte en una sauna). Nos vino bien el merecido descanso que aprovechamos hasta la hora del primer gin tonic en el bar junto al escenario Gaia. Tan solo eran las 14.30, pero hay que empezar con actitud y, aunque no sabíamos que nos encontraríamos en el escenario, nos fiamos del cartel de ese gran escenario. En el escenario estaba MOR, un súper trío sueco que presentaban en Roskilde el brillante álbum debut “Babydolls” sacado en 2022, demostrando su habilidad para combinar pop épico, hip hop, electrónica experimental. Nos recordaron a Röyksopp y eso, para comenzar el día con un gin tonic, no estaba nada mal.
Realmente hasta el concierto de Tove Lo no teníamos mucho más en nuestra agenda así que nos dedicamos a merodear por los escenarios, algo que siempre nos ha gustado mucho de este festival porque te encuentras verdaderas maravillas. En primer lugar, nos atrapó Ithaca por sus raíces de metal y hardcore que sacude las convenciones del de estos estilos con partes iguales de queer y pasión por experimentos sonoros. Sí, una mezcla explosiva que con su lírica critica ferozmente las intolerancias. Su último álbum de 2022, “They Fear Us”, el nombre ya lo dice todo, ya ha sido aclamado como una obra maestra del punk.
En este merodeo se cruzó en nuestro camino Sudan Archives. Ya está arrasando en el mundo con un soul afrofuturista, hip hop, jazz y pop. Una mezcla que se convierte en canciones profundamente personales con una puesta en escena vertiginosa y, por supuesto, con su violín característico. Creo que ninguno de nosotros estábamos preparados para el impactante sonido de la que llaman “Natural Brown Prom Queen”.
Llegó el esperado turno de Tove Lo en el Orange. Ella misma etiqueta su propia música como “Dirty Pop” y ciertamente la estrella del pop sueca muestra sin reparos su actitud positiva hacia la sexualidad que se respalda con un sólido talento para crear éxitos pop. En su currículum se incluyen colaboraciones con otros grandes artistas como Lorde, Dua Lipa y Charli XCX. Su concierto fue, sin lugar a duda, lo que ella mismo estaba buscando algo sexy, inteligente y, lo más importante, divertido. Y, a modo de muestra nos quedamos con el gran sabor de boca de la que fue la canción del festival: “Habits”.
Era la tarde de las divas del Pop y ahora era el turno de Rina Sawayama. Muchas personas consideran a la cantante de origen británico-japonés como una de las mejores promesas del pop que ocupará los primeros lugares de las listas en los próximos años, incluso Elton John, una de las personalidades más excéntricas y adoradas del pop, ha declarado su amor por Sawayama. En su universo musical no hay reglas y lo demostró con un concierto con melodías pegajosas y coros bien desarrollados. Todo envuelto en un show digno de llenar estadios. Recordando, de cierta manera, a Lady Gaga en sus mejores momentos
Después de esta continua sobredosis de pop femenino empoderado necesitábamos la adrenalina de un grupo como Electric Wizard para volver a poner los pies en la tierra y descender de nuevo al abismo. Y es que la banda británica no oculta en absoluto su deuda con Black Sabbath. Pero como pocas otras bandas contemporáneas, han logrado llevar la antorcha más lejos y cultivar una exquisita mezcla de doom metal, ocultismo y estados psicodélicos con gran autoridad musical. Lograron en el concierto crear atmósferas sombrías con canciones convincentes que se encienden el cuerpo y corrompen el alma.
Finalizaba el día y las nubes que nos acompañaban no perdonaron la lluvia. Burna Boy tenía el honor de cerrar el día en el Orange y allí nos dirigimos pertrechados con el poncho para acabar el día. Con ritmos afrobeat, letras políticas audaces y canciones épicas, la superestrella nigerian ha conquistado las pistas de baile de todo el mundo además de alzar la voz para establecerse como una sólida voz anticolonial. Burna Boy trae consigo una impresionante lista de éxitos al Festival de Roskilde, que incluye colaboraciones con artistas como Stormzy, Beyoncé, Justin Bieber, Ed Sheeran, Jorja Smith y su compatriota Wizkid. El concierto se convirtió en una fiesta con un impresionante montaje en vivo que nos hizo bailar con música que traspasa fronteras y géneros.
Puedes esperar experimentar a esta superestrella nigeriana en una fiesta de pop que te hará mover las caderas y que trasciende las fronteras de la geografía y los géneros cuando suba al escenario Orange con su impresionante y espectacular montaje en vivo. Exhaustos tras el recital de Burna Boy abandonamos el recinto comprendiendo perfectamente por qué es considerado el embajador mundial del afrobeat.
Viernes 30 de junio
Arrancaba el día con los cabezas de cartel quizás más poderosos (Rosalía y Blur), y nosotros comenzamos nuestra aventura diaria viendo a la banda australiana Body Type, cuya mezcla de rock alternativo y pop encendió a la audiencia aún a una hora tan temprana, y marcó el tono perfecto para lo que estaba por venir.
Continuamos con Jammjam, un batiburrillo musical entre amigos, con la participación de Free Nationals, Chris Dave o Ida Nielsen (bajista de Prince), entre otros. Aunque no desentonaron a una hora tan temprana del día, la verdad es que se nos quedó un poco de regusto a verbena popular. En los primeros compases de la tarde, tiramos para el escenario Arena a ver al Proyecto de Michelle Zauner, Japanese Breakfast. Su indie pop resonó en todo el recinto y su carisma en el escenario (toda una animal escénica, habrá que seguirla de cerca en el futuro) atrajo a una multitud que quedó cautivada por su música y su presencia magnética.
Turno luego para Code Orange y su metalcore poderoso. A pesar de un pequeño retraso, la banda derrochó intensidad por los cuatro costados, dejando a la audiencia en un estado de euforia colectiva (quizás también por la poca presencia de grupos cañeros en el festival de este año, lo que hizo que cada uno de los pocos presentes se disfrutara aún más si cabe). El sol comenzó a ponerse mientras el escenario Gaia se preparaba para recibir a la talentosa Nikki Lane, acompañada por una banda músicos españoles (y es que tiene que ser ostensiblemente más barato hacer el tour europeo con una banda local, en vez de traerse a todo el equipo desde EEUU). Su propuesta de Country Americana nos encantó, tanto a nosotros como al resto de daneses allí congregados. Muy buen hacer sobre el escenario y con buena dosis de carisma también.
La noche cayó sobre el festival, y era la hora de elegir entre Rosalía y Blur, ya que ambos habían sido programados prácticamente solapándose (probablemente en un intento de dividir al público y no tener más aglomeraciones de las estrictamente necesarias). Nunca le hemos visto el atractivo a la nueva reina del pop, pero al ser parte de un festival, decidimos darle un voto de confianza y acercarnos al Arena. Pero la verdad es que nos arrepentimos pronto. A pesar de que el escenario estaba abarrotado como era de esperar, la música y propuesta “musical” de Rosalía (más parecida a un mal baile para Tik Tok) nunca terminaron de convencernos. Así que decidimos dejar allí a la juventud para acercarnos en su lugar a ver la parte final de los grandes del Brit-pop Blur. Sabida es la comunión de Damon Albarn con el festival (o del festival con él, según se mire), ya que ha pisado tierras danesas en numerosas ocasiones y con sus múltiples propuestas musicales. Pero la verdad es que su discurso mencionando lo especial que el festival de Roskilde es para él sonó muy sincero, y acorde con la energía que se vio en el escenario. Llegamos a tiempo de disfrutar “Girls & Boys” y de la ultra conocida “Song 2”, antes del final apoteósico con “The Universal”, probablemente la mejor canción de su repertorio. Siempre hemos sido y seremos más de Oasis que de Blur, pero esta vez al menos disfrutamos de su música en tierras roskildianas. Tras ellos, nos acercamos al Gaia a ver qué ofrecían unos tal Wu-Lu de los que no conocíamos nada más allá de la reseña propia del festival, y sinceramente nos fuimos sorprendidos. Música a mitad de camino entre el rock y el rap, con ciertos aires a Rage Against the Machine, que nos dejó con ganas de seguir sus futuras andanzas musicales.
De vuelta al escenario Orange para ver un rato (corto) de Christine and the Queens. Lo que se suponía que debía ser una propuesta profunda e hipnótica, se volvió en realidad en un autentico bajón. Visto el aburrimiento en el escenario principal, nos decidimos a cerrar la noche con Candy. Su hardcore poderoso hizo que sacudiéramos pronto el aburrimiento a base de pogos. Una forma inmejorable de cerrar la jornada.
Sábado 1 de julio
Comenzamos el último día con los americanos Militarie Band. La jovencísima banda de Los Ángeles (con solo un EP y su primer álbum recién sacado la semana antes del festival) derrochó energía como pocas. Punk hardcore melódico, capaz de atraer a distintas sensibilidades musicales, dejó un sabor de boca estupendo. Habrá que estar muy atentos a su progresión, porque tiene pinta de que darán mucho que hablar en poco tiempo.
De ahí, nos fuimos al Orange para obtener nuestra dosis anual de músicas del mundo con Tinariwen, el icónico grupo de blues del desierto originario de Mali, que fusionaron ritmos africanos y guitarras eléctricas, transportando a la audiencia a paisajes áridos y lejanos.
Tras encontrarnos por sorpresa y hacernos íntimos amigos de forma inesperada con los feroeses del primer día, sí aquellos de los Queen of the Stone Age, (y es que Roskilde también es esto, el buen rollo intercultural fomentando nuevas conexiones), nos dirigimos al escenario Gloria para ver a Deaf Club. Como rezaba el programa del festival, decir que son una experiencia musical intensa sería un hacer un flaco favor a la realidad. Son más bien un auténtico asalto sonoro, con canciones que son ráfagas de punk de apenas dos minutos de duración, y poco descanso entre canción y canción. Quizás no sean aptos para todos los públicos, pero nosotros lo pasamos en grande con ellos.
Tras ellos, no nos dio tiempo más que para ver de refilón un rato a Lock Up y cenar, antes de que saliera Lizzo al Orange como cabeza de cartel indiscutible del día. Con sus dosis justas de funk, empoderamiento y buen rollo en general (no nos vamos a meter a valorar las últimas noticias sobre bailarines que han trabajado para ella), consiguió que la multitud bailara y se sintiera en casi comunión con la diva del pensamiento positivo.
La noche cayó sobre el festival, y era el turno para Perturbator en el Apollo. Música electrónica oscura y envolvente. La audiencia quedó atrapada en un estado de trance mientras las ondas sonoras de la banda vibraban en el aire (quizás también en un intento de que el festival no se terminase). Pero evidentemente todo lo bueno llega a su fin, y para nosotros eso fue la actuación de First Hate, una banda danesa de synth-pop que sinceramente no conocíamos. Sin embargo, tanto la voz (reminiscente a la de Robert Smith) como su sonido electrónico pegajoso y emotivo nos sorprendieron más de lo esperado, y ni pudimos irnos del festival hasta que acabaron su actuación, con una audiencia local entregada.
Un año más, un año menos. Roskilde 2023 nos dejó de nuevo un viaje musical inolvidable que celebró la diversidad de géneros y estilos, uniendo a personas de diferentes rincones del mundo a través de la música. Como siempre en estos momentos, ya contamos los días que quedan hasta la siguiente edición. ¡Hasta el año que viene, Roskilde!
Texto: Daniel Herranz/Manuel Moreno.
Foto de portada: Flemming Bo Jensen.