«El misterio de la mujer tatuada» de Akitmitsu Takagi

Por Marcos Gendre 0

El misterio de la mujer tatuada Akitmitsu Takagi

Publicada originalmente en 1948, lo primero que sorprende tras la lectura de “El misterio de la mujer tatuada” es el hecho de que esta sea su primera edición en castellano. En este sentido, hay que agradecer a Salamandra Black este rescate de una novela, por otro lado, modélica en lo que a género de misterio detectivesco se refiere. De hecho, tras devorar sus casi cuatrocientas páginas, un servidor ya se pregunta para cuándo tendremos más títulos de la extensa producción literaria que Akitmitsu Takagi llevó a cabo dentro de las lindes del suspense.

Considerado como el “Simenon japonés”, desde luego, está más que bien traído el paralelismo con el genio del policíaco francés. No en vano, tal como sucedo con Simenon en su afinada contextualización histórica, en el caso de este libro contamos con un Tokio posbélico de fondo que funciona como un personaje más de la historia, armado en torno a una construcción geográfica por niveles: de las mafias locales al Departamento Metropolitano de Policía.

Con dicho fondo, Takagi desarrolla las diferentes escenas de la trama a través de un hilo continuo de diálogos ágiles e intensos, de los que casi siempre aflora la descripción emocional de sus personajes a través de sus monólogos interiores.

Porque si hay algo que transciende en esta lectura es la búsqueda de la empatía con unos personajes como el inspector jefe Daiyu Matsushita y el forense Kenzo, empujados a la búsqueda de un posible asesino en serie. Uno a través del cual también seremos testigos de momentos puntuales de violencia atroz, siempre a través de una narración vertiginosa, delimitada mediante un control magistral de los tempos.

Como sucede en toda esta clase de novelas, saber rematar la faena con un desenlace a la altura de las expectativas generadas es todo un arte. Y, a buena fe, que Takagi también da una lección en este sentido mediante una demostración de sabiduría y oficio que lo enmarca dentro de los maestros del género de suspense de posguerra. Uno de quien, vuelvo a repetir, ya queremos más alimentos literarios con su firma.

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