Crónica del concierto de Bad Religion en Málaga (sala París 15)

Por Javier Sierra 0

Cuarenta y cinco años haciendo lo que quieren, y como quieren.

Conciertos como el del pasado 14 de mayo demuestran que hay aniversarios que no se celebran con tarta ni velas, sino con pogos, cerveza volando y guitarras que siguen diciendo verdades incómodas a la cara. Así festejaron Bad Religion sus 45 años sobre los escenarios, y lo hicieron escoltados por un cartel que convirtió la jornada en una maratón punk sin fisuras.

Belvedere

El público fue entrando con cuentagotas mientras Belvedere abría la tarde a las 19:00 con su punk melódico acelerado, técnico y agradecido. Tocaron como si el recinto estuviera lleno, y eso siempre se agradece. A esas horas, lo que había frente al escenario era una avanzadilla de fieles, pero lo dieron todo igualmente.

A las 19:50 subieron Crim y ahí la cosa empezó a calentarse. Los de Tarragona, con su mezcla de energía obrera y actitud callejera, ofrecieron un set impecable. “Verí caducat” y “Hivern etern” sonaron con la contundencia de quien ya ha pasado de promesa a realidad. Un grupo que no solo honra sus raíces sino que se ha ganado con creces su hueco en cualquier cartel con solera.

Y entonces llegaron Strung Out. Eran las 20:40 y la sala ya presentaba un aspecto notable, con el público en plena ebullición. Los californianos entraron con una intro de batería que fue como una patada en la puerta. Sin necesidad de anestesia, fueron directos al grano con su mezcla letal de técnica y rabia. El momento más salvaje llegó cuando incluyeron, sin previo aviso, un fragmento de “Walk” de Pantera. Fue como prender una mecha: la sala estalló en pogos y gritos, y a partir de ahí no hubo quien levantara el pie. Hardcore melódico con denominación de origen y una ejecución impecable.

Agnostic Front

A las 21:40, Agnostic Front salieron a escena como si fuera el último bolo de su vida. Roger Miret, pura actitud, conectó rápido con el público tirando de español y de músculo hardcore neoyorquino. El sonido fue crudo, directo, sin concesiones. El setlist fue una declaración de principios, con clásicos como “Victim in Pain”, “For My Family” o “Your Mistake”, pero los picos de comunión total llegaron con “Gotta Go” y “Blitzkrieg Bop”, coreados hasta por los camareros del bar.
Y si hubo un momento que quedará grabado en la memoria fue cuando Vinnie Stigma, guitarra en mano y sonrisa de gamberro veterano, se metió directamente en el circle pit sin soltar su instrumento, tocando desde dentro como si fuera uno más. Puro NYHC. Pura historia viva.

Bad Religion: Una institución que sigue sonando a presente

Eran las 23:00 cuando Greg Graffin y compañía pisaron el escenario. Y aunque ya rozan los 60, siguen pareciendo unos tipos que podrían darte una clase de biología por la mañana y hacerte volar la cabeza por la noche. Sin apenas prolegómenos, arrancaron con “Recipe for Hate” y el público respondió con la entrega que solo generan los grandes himnos. Pogos, coros y cervezas volando marcaron un inicio que fue todo menos tibio.

Bad Religion

Con 45 años a sus espaldas, 17 discos y una discografía que ha marcado a generaciones enteras, lo de anoche fue un repaso frenético a su historia en 25 temas, con momentos destacados como “Candidate”, “Modern Man”, “My Sanity” o “21st Century (Digital Boy)”. Hubo incluso sorpresa para los que han seguido la gira de cerca: “Anesthesia”, que no había sonado en fechas anteriores de la gira peninsular, se coló en el repertorio como un regalo para los más fieles.

Sin apenas pausas, la banda fue encadenando temas con la precisión quirúrgica que les caracteriza. Graffin habló poco —casi nada—, dejando que las canciones hablaran por él. El pogo central nunca se disolvió del todo, y más de uno intentó iniciarlo en su zona como si cada rincón de la sala fuera primera fila.

Ya en el bis, tras un respiro fugaz, remataron la noche con “Sorrow” y la incombustible “American Jesus”. A las 00:20 se apagaban los amplis, pero nadie parecía dispuesto a irse aún. Porque lo que vivimos no fue un simple concierto: fue una declaración de principios. Una noche donde se celebró la resistencia, la coherencia, y la vigencia absoluta de un grupo que sigue haciendo lo que quiere. Y eso, en estos tiempos, es más punk que nunca.

Galería del concierto de Bad Religion en Málaga