«Parker. La presa» de Richard Stark y Kieran
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Cuando ya parecía imposible que nadie podría seguir la saga del tristemente malogrado Darwyn Cooke, aquí tenemos uno de los homenajes más sobresalientes que podríamos tener al arte del dibujante y guionista canadiense fallecido hace ya nueve años.
Para llevar a cabo tamaña empresa sin caer en la decepción, ha sido la editorial francesa Dupuis quien ha aceptado el reto de ofrecer un trabajo continuista para el cual la parte gráfica ha recaído en Kieran, que no sólo convence a la hora de respetar los patrones estéticos patentados por Cooke en la serie, sino que se atreve a ir más allá del bitono azul grisáceo tan característico de “Parker”, y sorprender con escenas como la del interrogatorio, en la cual se sirve de los efectos narcóticos para regalarnos momentos de arte en estado puro.
Quizá Kieran no consiga alcanzar el efecto apabullantes del expresionismo minimalista desarrollado por Cooke en sus trazos, pero sí que nos regala un trabajo imponente a la altura de las circunstancias, fabulosamente ejecutado bajo los cánones del dinamismo visual sin freno surgido de la historia escrita por Richard Stark (seudónimo del novelista Donald Westlake, autor de las novelas sobre Parker), que en este caso responde al nombre de “The sour lemon score”. En la misma, Parker se ve envuelto en las consecuencias derivadas de una traición surgida de un atraco en un banco de provincias. A raíz de este hecho, la trama coge velocidad de crucero por medio de unas directrices narrativas empujadas a ritmo de hardboiled noir de brío imparable.
En este sentido, el arte de la frase corta vuelve a ser el cepo ideal para poder atrapar la esencia de un ejercicio de estilo abrumador por el cual podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que estamos ante uno de los comics que mejor han soportado la presión de su enorme legado, tal como sucedió con el trato sublime que Emile Bravo le dio a “Spirou y Fantasio” o el de Martin Quenehen y Bastien Vivès a la hora de insuflar nueva vida al mítico “Corto Maltés” del legendario Hugo Pratt.
En estos niveles nos estamos moviendo cuando hablamos de una serie que, sin llegar a la excelencia absoluta de los dos títulos mentados, nos ofrece un deleite simpar a la hora de curarnos el mono dejado tras la muerte de Darwyn Cooke y con ello del fin prematuro de un clásico del género como “Parker”.
