Cranc 2025 convierte Menorca en un Festival único
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El Festival ha sido todo un éxito de programación, público y organización.
Entre los días 25 y 28 de Septiembre hemos podido disfrutar de una nueva edición de uno de los Festivales más cuidados y sostenibles de la extensísima temporada de festivales de verano en España. Si ya de por sí la isla de Menorca es un lugar único, las ubicaciones escogidas por la organización son un regalo en sí para los asistentes y artistas. Como algunos de ellos espetaban al público: “no hemos venido aquí nunca, esto es el culo del mundo”, gritaba Barbosa de Alcalá Norte desde su refugio en la batería, baquetas en mano. En un momento en que muchos festivales apuestan por el puro negocio y por masificar la experiencia, el Cranc mantiene la cercanía, la intimidad y la comunión, si me lo permiten, entre público, artistas y organizadores, sin aglomeraciones, ni nada que se le parezca.
Antes de entrar en lo puramente artístico, que es lo realmente importante, felicitar una vez más a la organización por todo lo bueno que hacen, por esa preocupación por el cuidado de los detalles y por volcar todo su esfuerzo en el trato al profesional (artistas) y al público. Un par de aspectos que este año entendemos que se pueden tener en cuenta como mejora para el año que viene. El formato de carpa del año pasado daba una sensación más acogedora que el formato elegido para esta edición, entendiendo que la elección del pasado año se debía claramente al riesgo de lluvia que amenazaba el festival. De la misma manera, la inmediatez en el inicio de los conciertos en los dos escenarios principales dificultaba algo la “transición” del público de uno a otro. Otro aspecto que no hemos llegado a entender, seguro que tiene su explicación, es la cantidad y diferente tipología de tickets para pagar en el festival (parecía aquello el Monopoly). Eso sí, el compromiso con el medio ambiente y todo lo relacionado con la sostenibilidad, como el apoyo a asociaciones locales como Per la Mar Viva y la apuesta por producto isleño demuestran un anclaje responsable con el entorno y la comunidad. Los escenarios —fragmentados en espacios como el Bandidu, Hauser & Wirth, el Alua o la propia Cala Figuera— funcionan como nodos de conexión, permitiendo que el público descubra distintos lugares de la ciudad y su entorno.
En lo artístico, con esa mezcla de estilos, generaciones y procedencia de los artistas, el festival volvió a cumplir de sobra con las expectativas que teníamos puestas en el cartel. Sonido muy bueno, organización al milímetro, cero colas para nada y un público respetuoso con lo que allí se ofrecía. Destacamos especialmente el conciertazo que se marcaron, los siempre apuesta segura, Los Punsetes, que desplegaron su arsenal de mala baba, guitarrazos, música directa e ingenio a raudales. La siempre hierática Ariadna con su vestuario inclasificable nos regaló un repaso por gran parte de los mejores temas de la banda, antes de despedirse con un “buenas noches” rotundo y triunfal. Que suerte tenerlos entre una de las mejores bandas de nuestro panorama musical como alumnos aventajados de Los Planetas.
También nos acordamos de la banda granadina en la versión, a su bola, que interpretaron Alcalá Norte en el Cranc durante su actuación de “10K”. Era mi sexto intento para ver a los de Ciudad Lineal, seis veces había tenido entrada para verlos en distintos sitios (Monkey Week, Madrid, Málaga…..) y por una cosa u otra, hasta el viernes no pude verlos. Y sonaron bien, sonaron muy bien. Aunque me habían comentado que en directo perdían, creo que las tablas y la experiencia hacen que cada vez suenen mejor, más redondos y potentes. El concierto me flipó y se me hizo cortísimo. El rato luego entre el público con Elías comentando la jugada también mereció la pena, incluso el momento de la fan (algo perjudicada, que todo hay que decirlo) que me confundió con uno del grupo, cosas del directo.
Otra banda madrileña que crece y crece sin parar es Shego. Es una maravilla ver una banda femenina tan poderosa, contundente y rotunda, con un sonido más que envidiable. Ojalá deje de ser una excepción para ser una regla la presencia en festivales y conciertos de bandas con componentes femeninas. En los algo más de sesenta minutos que duró su actuación repasaron toda la ristra de hits que manejan, contando además con disco nuevo “No lo volveré a hacer” bajo el brazo y que las ha catapultado a lo más alto del indierock patrio.
Otra de las apuestas firmes del festival y que hizo disfrutar a todos fue la banda londinense, Deadletter. Los británicos con su postpunk la liaron muy buena con un lineup tremendo. Especial ole a sus “british webs” al sacarse la bandera palestina, en formato bufanda, para reivindicar la paz y denunciar el genocidio de Netanyahu (da asco solo escribirlo) y los extremistas que lo apoyan. Y permítanme que me detenga y destaque a una paisana, a una andaluza de Jaén (que los sevillanos queremos y apoyamos lo andaluz por encima de cualquier otra cosa, aunque aún nos claven el “sanbenito” de ser especialitos y miarmitas) que nos dejó a todos con la boca abierta: Ángeles Toledano. Aprovechó para poner encima de la mesa una cosa: Que grande era Enrique Morente y que legado nos dejó. El flamenco ha evolucionado, se ha adaptado a los tiempos, posiblemente como siempre ha hecho, pero la influencia del maestro de Granada es algo indudable. El concierto de Ángeles mezcló bulerías, electrónica, batería, caja flamenca, guitarra, coros, fue un golpe al corazón de los allí presentes. Un regalo para todos y cada uno de los que, con la boca abierta, la disfrutamos, los disfrutamos (porque menudo elenco de artistas la acompañaban). Con su reciente álbum “Sangre Sucia”, del que nos regaló un bonus track que no incluyó en el mismo, hizo que la hora se nos pasara volando, quedándonos todos con una sensación onírica gracias a un arte tan universal y tan nuestro como el flamenco.
Solo queda un año para volver a dejarse sorprender por el Cranc. Si este año no han podido estar, no dejen pasar la ocasión el año que viene. Let’s Cranc.