Crónica Monkey Week SON Estrella Galicia 2025: El sueño dura una semana

Por María José Bernáldez 0

La noticia corría hace meses como la pólvora: El Monkey Week SON Estrella Galicia volvía al Puerto de Santa María en 2025. El Monkey volvía a casa.

 

Para nosotras, una experiencia nueva (ojo, otros compañeros de la revista sí que tuvieron esa suerte). Sólo conocíamos la versión de Sevilla pero después de unos años yendo religiosamente, el Ayuntamiento de la ciudad puso todo de su parte para que no pudiera seguir celebrándose allí. Al principio, pena e indignación. A toro (Osborne) pasado: una alegría.

 

Este año hemos paseado al Enano Rabioso por varios microfestivales un poco cansadas de lo macro, el agobio y los carteles clónicos y pinta a que el año que viene volveremos a repetir la misma fórmula. 

 

Si te lees el resto de crónicas, te paseas por las redes de los asistentes o preguntas a tus amigos, te darás cuenta que nadie ha vivido el mismo festival que el de al lado. El cartel, un año más, ha sido inabarcable. Aunque madrugaras, aunque cenaras a deshoras, todo se solapaba. Elegir qué ver ha sido muy difícil, pero en el Monkey Week una cosa está clara: no hagas muchos planes porque improvisar y ver a bandas desconocidas es a lo que has ido.

 

Puedes elegir el escenario que quieres ver como quien elige una pantalla de un videojuego: una bodega, el patio de un castillo, un monasterio, un claustro, una pista de coches de choque. Todo cae andando. No hemos hecho prácticamente cola para nada porque estaba organizado de manera real y equilibrada. Hemos pasado, eso sí, un frío tremendo, pero vaya, nada que no se pudiera solucionar bailando. Porque se ha bailado. 

 

Como cada año en lugar de contarte qué hicimos, te dejamos con lo importante: qué nos ha volado la cabeza y por qué.

 

Primero, destacamos la parte PRO, porque nos chifla hablar de música casi tanto como escuchar hablar de música y de todos los pormenores de la industria. Las mañanas se nos han llenado de gente que nos ha hecho cambiar la perspectiva en asuntos como el marketing, la crítica…y todas esas cosas de las que eres consciente una vez te pones a escribir. A los festivales se puede ir a aprender, quién podía imaginarlo.

Después, nos gustaría entregar, un año más, el premio a la persona que más ha trabajado en el Monkey Week. Un clásico. Si el año pasado Teo Lucadamo tocó cada uno de los días y cada día más temprano, este año Teresa Iñesta ha dicho “sujétame la baqueta” y ha tocado para Aiko, el Grupo y Repion. Dos conciertos seguidos. DOS DÍAS SEGUIDOS. Tú tirando del ventolín por el frío y ella en tirantes preguntando si puede tocar una más. Reina del Puerto de Santa María. Mención especial, claro, para su hermana, Marina Iñesta. Nosotras afónicas desde el minuto uno del festival y ella haciendo armonías por la noche, a la mañana siguiente y, probablemente, en la furgo de vuelta, sin despeinarse. 

 

Y ya, entremos en materia, estas son las cosas más guays que nos hemos traído:

 

  • Sanguijuelas del Guadiana: No venimos a descubrirte nada, lo sabemos, pero ni pienses que no meteremos cuña de los extremeños siempre que podamos y reivindiquemos Revolá, una vez más, como nueva himno de Extremadura.
  • Idoipe: El neorregionalismo llegó para quedarse e Idoipe ha cogido el folk aragonés y le ha dado una vuelta electrónica que nos ha dejado boquiabiertas. Bandurria y sintes es todo lo que necesita para transmitir.
  • Dharmacide: Curiosamente, todas las veces que les hemos visto tocar (2) ha sido no sólo en el Monkey Week, sino especificamente en el escenario de los coches de choque. Dado que venden una americana oscura y densa, no nos los imaginamos tocando en un sitio mejor que el Escenario Jagermeister. Ojo a lo que es uno de los discos nacionales del año que funciona en directo al 100%
  • Erin Memento: El cantante de Dharmacide se quitó su característico sombrero de ala y la que sí lo llevaba era Erin, nuestra Julien Baker. Si en disco destaca por la suavidad alt-country, en directo es un torbellino que levanta cualquier desierto.
  • La tríada portuguesa: Ya sabéis que me pirra la música que se hace en Portugal y por fin, POR FIN, parece que está arrancando de este lado de la frontera. Este año el Monkey Week se ha esforzado para traer lo mejor y más nuevo de lo que se cuece por allí. Fueron muchas bandas, pero nos quedamos con tres:
    • 800 Gondomar: Ya es tradición que ocurra lo siguiente  → Una banda de la línea media del cartel del Paredes de Coura cancela con el festi ya empezado → Los responsables del festi eligen a una de las bandas que más la haya liado en los conciertos gratuitos del pueblo en los días anteriores → Esa banda pasa por el Monkey Week → Conquista el resto del país. Garaje, punk y psicodelia, jovencísimos, directo arrollador
    • Them Flying Monkeys: Llevábamos mucho tiempo queriendo verles y ahora que por fin nos hemos sacado la espinita, estamos buscando dónde verles otra vez. Postpunk rabioso que fácilmente puede adelantar a los Idles por la derecha.
    • Sunflowers: La última vez que les vimos (hace mucho mucho tiempo) nos dieron unas vibras a lo Low que nos dejaron sin palabras. Pero el tiempo pasa, han madurado y, desde luego, si hubiera un premio al headbanging, se lo llevarían ellos. Se quedan en el altar de los favoritos.
  • Núsar3000: La curiosidad nos llevó a acercarnos, sin saber bien qué íbamos a encontrarnos tras las máscaras de cota de malla. Nos acercamos tanto que terminamos en primera fila. Bailando hasta el suelo. No nos lo explicamos aun, pero fue de lo más divertido que nos pasó.
  • Taqbir: El año en que Kneecap ha copado la mayoría de los titulares ha servido para que bandas en una longitud de onda parecida puedan dar el salto hacia arriba que merecen. Las marroquíes, las primeras. Merecidísimo salto de su postpunk feminista.
  • Ultralágrima: Es un poco trampa, porque para nosotras eran cabeza de cartel y, diosmío, están para encabezar lo que quieran. Consiguieron crear una atmósfera brutal, llenándolo todo de humo. Ya no estabas en la Sala Padreo, estabas en un club de Berlín. Insultadas por su juventud, atrapadas por su intensidad, la parte más oscura del pop siempre es la más luminosa. 
  • Julia de Arco: Una vez más, bofetón de juventud. La energía que desprendió en su concierto en las Bodegas del Castillo convertiría en frizzante el vino de la mitad de las barricas que la miraban. Hay vida aun en el hyperpop propio y echamos mucho de menos más artistas como ella 
  • Mitsune: (Estamos aun procesando este concierto) (Estéticamente impecables, musicalmente desconcertantes) (Berlineses transfigurados en japoneses medievales)
  • Winona Riders: De repente el escenario sufrió una invasión de argentinos tocando krautrock psicodélico y nos quedamos tan pero tan impactadas que el lunes a las 7:00am estábamos comprando entradas para verles en sala (Sala Sol, martes 2 de diciembre, vente)
  • Cervatana: Una de las verdaderas sorpresas del festival. Parte de los DerbyMBC, Kelia y Puerto Hurraco se han juntado y se han puesto más electrónicos que nunca dentro de su lisergia. Veníamos con “La Bomba”, su primer single, en bucle desde que la editaron unos días antes y nos convencieron del proyecto al 200%
  • Paco Pecado: Cosas que pasan en el Monkey Week, tú estás comiendo tranquila en uno de los bares míticos del Puerto y tienes que pelearte por un sitio en la barra con algunas de las bandas que tocarán luego. Y, a veces, alguien, como Paco Pecado, coge la guitarra y se pone a tocar antes de irse, porque le sale en ese momento. ¿El resultado? Como si fuera el flautista de Hamelín le seguimos hasta ver el concierto completo
  • Estrella Fugaz: Somos fans desde hace mucho de su pop electrónico, eso lo sabíamos ya. Pero queríamos, queríamos ver en el escenario del Cossío la presentación de su disco nuevo. Y atardeció cómo sólo sabe atardecer en Cádiz mientras tocaba. Y fue un momento perfecto, con una banda sonora perfecta. 
  • Euskoprincess: Vino, vio y sirvió 
  • Los Sara Fontan: Batería, violín, de nuevo la Bodega del Castillo. Se nota que es una banda que nació en directo y que viven para ello, dejándonos siempre al borde del pogo pero llenas de emoción.
  • Ku!: Conquistaron el Atlántico con su postpunk Mediterráneo. Fue una de las bandas que más fans nuevos se ha llevado en el bolsillo para casa y terminaron de volver loco a todo el público con su versión de Luis Miguel.
  • Carmen Lancho: No debe de ser fácil la sonorización de la capilla del Monasterio de la Victoria y con su voz descomunal, su desparpajo y gracias al silencio de todo el público (estábamos realmente emocionadas con lo que estaba pasando), Carmen Lancho fue la que más partido le sacó. Su disco debut es de una tremenda honestidad, desnudarse por completo no debe de ser fácil y te atraviesa con cada canción, voz y piano, dejándote con ganas de más. Un sí rotundo. 

 

¿Y de los más conocidos? Bueno. Ortiga ganó la mítica Batalla de Bandas de Radio 3, porque una verbena es una verbena. Pero desde aquí lo consideramos tongo. El año que nos dejen votar, ay, ese año, ya veréis. Mientras tanto, sin desmerecer a Ortiga, claro, vaya por delante, nos quedamos con Repion, las mejores, las que nos llegaron más dentro en las condiciones más desfavorables.

También queremos dejar por escrito que Dan Bejar, Destroyer, es una de las mejores cosas que te pueden pasar al ir a ver un concierto.

Sorprendidas también con los formatos por los que apostaron dos de las revelaciones de 2025: por un lado Teo Planell, rey del lofi patrio, se tiró al lowest of the fi’s y, guitarra y bajo, se plantó a presentar canciones nuevas no editadas, convirtiéndose por un momento en Bob Dylan. Por otro, Azuleja, cuyo show completo vimos la semana anterior, aprovechó que tocaba en la Capilla del Monasterio para casarse. Sí. Casarse. Usando uno de sus outfits de directo, el vestido de novia, acompañada por Teo Planell como padrino musical y nupcial, se marcó una versión en acústico de los temas de su disco de debut con el que demostró que no todo es espectáculo y cringe en su propuesta, sino que hay un fondo por explotar que nos va a dejar a todas temblando. 

 

Pasaron, como digo, muchas más cosas. Apareció de la nada Marcos, de Depresión Sonora, que se paró a hablar tranquilamente con todo fan que le reconoció. Si acertabas con el bar, te podías tomar unos finos con Dan Bejar. La batería del móvil nunca bajó del 80%: era imposible perderse, sólo necesitabas inmortalizar momentos., el fotógrafo oficial, cuyas fotos alumbran este texto, se cruzó contigo mil veces, calculamos que hizo 50.000 pasos por día. La gente del Puerto participó de forma activa en todo lo que estaba pasando. Hubo un total de cero incidentes.

 

El Monkey Week ha vuelto a casa, nosotras hemos encontrado un nuevo hogar.