Las dos cara de M.I.A. en Madrid
Por 14 diciembre, 2010 22:210




La artista tamil ofreció en Madrid una actuación irregular con grandes momentos, pero grandes lagunas también.


M.I.A. destaca por crear críticas totalmente opuestas en el público, o la amas o la odias. Tras estar entre los primeros, un tercer disco bastante ramplón hace que me coloque en tierra de nadie, y si a eso le sumamos los comentarios acerca de su discutible fuerza sobre un escenario, ciertamente me presenté en La Riviera con bastantes dudas. Tras una espera amenizada por música de dj con unos quince minutos de retraso se apagan las luces, comienza el show. Y vaya si comenzó. Una M.I.A. con las pilas puestas sale acompañada de dos bailarines, casi como salidos de Fama, y bajo el los atronadores acordes de “The Message” hizo encender las ganas de un público bastante reticente. Un inicio brutal soltando de la artillería de su espectacular debut, “Bucky done gun” o “Galang”, cargado de fuerza y buena actitud, era su noche o eso aparentaba. Era el foco de los fotógrafos y se mostraba exultante ante ellos, bajó hasta el foso para entregarse a sus fans, e incluso llegó cantando hasta la famosa barra de las palmeras de La Riviera para mostrarnos su gusto por el “Teqkilla”. Me estaba tragando todos los malos pensamientos que había tenido. Estaba disfrutando del show al igual que sus fans, desde el aún imberbe chaval hasta adultos entrados casi en los cincuenta años.


Pero amigos, debe ser que el trago no le sentó bien porque lo de que de primeras había sido toda una explosión de ganas y fuerzas, llegando a asombrar a un excéptico, se tornó en un concierto plano donde por flaquear, flaqueaban hasta los bailarines, con paso repetitivos, como la propia M.I.A., que dejó de cantar para ofrecer el micrófono al público para que fuera él el encargado de dar voz a la noche, olvidándose que por debajo sí podíamos oir su voz en las bases que su dj soltaba. Una vez se pasa, dos …bueno, tres no. Los temas de su tercer álbum, sobre el que se empeñaba en caer, no ayudaban demasiado a levantar el entuerto, y por momentos parecía
que estábamos ante el mismo tema una y otra vez. Sólo cuando recordaba sus comienzos la cosa parecía mejorar, o a veces ni eso, con “Bamboo Banga” como claro ejemplo de la desidia de la artista. Incluso su batería parecía verse contagiada por la poca fuerza de la vocalista, golpeando casi con desgana los platos y bombos.
Tras una hora corta para que llega el turno de marcharse. Alguno que otro hasta se lo cree que pueda acabar así. No sabemos si vio una luz divina o lo que fuera, pero la tamil salió con fuerzas renovadas ofreciéndonos una versión apoteósica de “Born free” con proyecciones de explosiones, intentando simular la destrucción de su majestuoso videoclip, encadenándolo con la más que esperada y coreada “Paper Planes”. Tras esto, de nuevo escapada para volver a aparecer pero sin la misma frescura.
Un cierto sabor agridulce por lo que pudo ser por momentos y no fue finalmente. Una pena.