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San Miguel Primavera Sound 2011, el año del boom

Por Ignacio Sánchez 2

El festival barcelonés cierra una cita de records con las miras puestas en el 2012 y el cuestionado sistema de pago.

Otro año más el Primavera Sound toca techo, un techo que parecía insuperable tras el décimo aniversario, con un recinto que cada día contaba con unas 40.000 personas que dependiendo del concierto hacían difícil el poder disfrutar de las actuaciones si no se era bastante previsor. Aunque el verdadero problema del festival tuvo lugar el primer día del Parc del Fórum cuando el sistema de pago a través de la tarjeta de acceso al festival no funcionó, a excepción de una de las barras situada en la zona de comidas, el resto cerradas. Lo peor ya no fue el hecho de no funcionar, era ver que nadie sabía nada ni se informaba a través de ningún canal. Los asistentes seguían recargando sus tarjetas-monedero a la espera del reestablecimiento de un servicio que a la postre resultó un fracaso. Y no fue hasta las diez de la noche cuando la organización optó por dejar pagar a los asistentes con dinero directamente, sin pasar por tarjetas, tickets u otros pasos intermedios. Todo un acierto aunque quizás llegara un poco tarde, si tenemos en cuenta que el recinto llevaba abierto desde las cuatro de la tarde.
Obviamente este percance hizo que las primeras actuaciones no se disfrutaran del modo más apropiado. Aun así pudimos constatar que Triángulo de Amor Bizarro siguen ganando en contundencia sobre las tablas, da igual la hora y el lugar. Apenas cuarenta minutos de ruido salvaje, saltando a través de sus dos trabajos principales para cerciorarnos que estamos ante una de las mejores bandas nacionales en directo. “De la monarquía a la criptocracia” hizo moverse hasta a los guiris que poblaban el escenario.

 

La vuelta de Seefeel al festival, tras la caída a última hora del año pasado era una de las tareas pendientes del festival. Una hora poco acorde, ocho de la tarde, un público poco pendiente por dejarse seducir por la música, hacían difícil captar las sinuosas melodías que los británicos proyectaban sobre las tablas. Era hora de andar el corto camino que separa el escenario ATP del Rayban para ver como Big Boi, uno de los componentes de Outkast, se ganaba la primera gran ovación del festival. Inicio demoledor sin respiro, cero concesiones y un setlist plagado de temas de su famoso grupo. Y es que no hay nada mejor para ganarte de primeras al público que soltar dos pildorazos como “So fresh, so clean” o “Ms Jackson”. Presencia sobre las tablas junto a su mc y dj, fuerza con el micro y bombazo de “B.O.B.”, la gente se vuelve loca. Hay tiempo para intercalar temas de su “Sir Lucious Left Foot: The Son of Chico Dusty” como “Follow us”, “General Patton” o “Daddy Fat Sax”, aunque el peso específico del directo sigue reposando sobre los temas de Outkast. Niñas al escenario a bailar y fin de fiesta con “You ain’t no dj”. Apoteósico.

Las largas colas en la única barra que facilita el pago con tarjeta hacen que lleguemos tarde a ver el proyecto de Nick Cave, Grinderman. Ya desde la zona de comidas es patente la potencia de su sonido, acrecentada al acercarnos al San Miguel. Dominio absoluto del escenario de un Cave que no para quieto ni un momento, baja al foso para cantar sobre la valla de seguridad y no deja que el show baje en intensidad. Su séquito no se queda atrás, con un Warren Ellis pletórico, sabiendo intercalar los temas más salvajes con los momentos más reposados.

Uno de los “problemas” de esta edición era lo difícil de elegir entre bandas a la misma hora. Y es que pasadas las doce de la noche de las seis propuestas que había era dura la tarea de elegir (Interpol, Caribou, Suicide, Das Racist…). Al final nos decantamos por el trío irreverente de Brooklyn, Das Racist, para degustar uno de los shows más divertidos de todo el festival. Hamburguesas, pizzas, bebidas, sexo… rimas informales ayudadas de unas bases solventes. Hip hop mestizo con guiños al castellano salpicado de grandes temas como “You oughta know”, “Combination Pizza Hut and taco bell” o “Hugo Chávez” para hacer bailar al respetable, donde se incluían miembros de Seefeel, todo un momentazo.

Wayne Coyne y sus Flaming Lips venían a cerrar el escenario San Miguel como cabezas de cartel y la expectación era máxima. Lleno absoluto para un show que se desinfló casi desde el primer minuto. Wayne parece haberse quedado anclado en darle más protagonismo al confeti y su bola que usa para pasearse por encima del público, que a la música. Cualquier momento era elegido para tirar globos y confeti, más confeti, Pichardo se habría forrado con este show. La música siempre en segundo plano con una elección un tanto irregular de temas que eran alargados hasta la extenuación, como ocurrió con “The Yeah Yeah Yeah song” o “Yoshimi battles the pink robots”, amén de unos discursos que entre temas que no hacían sino romper el ritmo. Al final “Race for the prize” y “Do you realize” que no sirvieron para mejorar la percepción del show circense.

Comenzó la jornada del viernes marcada por los incidentes en Plaza Cataluña, pancartas reivindicativas en favor del 15M y muchsos grupos acordándose de este movimiento. En cuanto a la música el día abre con el que a la postre sería uno de los conciertos del festival, si no el concierto. Sufjan Stevens al contrario que The Flaming Lips supo hacer un uso adecuado y atrevido de la pomposidad y teatralidad sobre el escenario del espectacular Auditori del Fórum. Concierto basado en su gran parte en su último trabajo “The Age of Adz”, que sobre las tablas gana muchísimos puntos. Luces apagadas, primeros acordes de “Seven swans”, silencio sepulcral para ver la majestuosidad de la escenografía montada y observar cómo Sufjan despliega sus alas de cisne a mitad de la canción. Primer punto ganado. Trajes fluorescentes, coristas bailarinas, cambio de vestuario… todo en su justa medida para arropar lo más importante, la música. Y es aquí donde si comparamos el show de Wayne y los suyos con el de Sufjan se ven las carencias de los primeros. El bueno de Stevens apenas hizo concesiones a discursos y charlas, dejando que su cándida voz dejara atónitos a los afortunados que pudimos asistir, reseñando como punto álgido los dos temas que tocó de su magnífico “Illinois” en el bis, “Concerning The UFO Sighting Near Highland, Illinois” y “Chicago”, con la que puso punto y final a una actuación de dos horas de duración. Cosas así hacen grande al Primavera Sound.

Sufjan Stevens por Dani Canto

Male Bonding nos bajaron de la nube de la que salimos del Auditori con su sonido garajero y temas de dos minutos. Pogos en las primeras filas y sonido potente. M. Ward se presentó como primer gran artista sobre el escenario principal, y ya desde el principio se vio una de los problemas que tuvo su concierto, el público. Un público poco respetuoso con el artista y su banda, que a favor suya tienen el ofrecernos un show menos íntimo y más “festivalero” como la ocasión y el escenario requerían. Una actuación que hubiera ganado de haberse producido quizás en otro de los escenarios de menor tamaño y con menos sol pegando sobre nuestras cabezas.
La primera incursión hacia el estrenado escenario Llevant fue para ver a uno de los platos fuertes, unos The National poco dados a tocar por estos lares, lo que hizo que la afluencia de espectadores fuera masiva y no permitiera disfrutar de su concierto. Se ha comprobado en esta edición del festival que si no llegabas a tiempo a un concierto te era imposible coger buen sitio, y eso pasó. Desde detrás de la torre de sonido era bastante difícil poder disfrutar de la susurrante voz de Matt Berninger, no así como de un público que parecía más centrado en hablar y contar mil y una batallitas. Una pena no haber podido disfrutar de un show con un set list plagado de buenos momentos de los tres trabajos que alumbran la carrera de uno de los grupos más personales del panorama actual, además de contar con la colaboración del bueno de Sufjan Stevens en un par de temas.

Low por Inma Varandela

Low volvían al festival para presentar “C’mon”, la última piedra puesta dentro de ese universo particular de intimismo y fuerza a partes iguales. Y fue en esta última piedra donde se apoyaron para sacar adelante un directo conmovedor, como casi siempre suelen hacer. Un escenario ATP bastante lleno, aun teniendo la competencia de Belle and Sebastian en el escenario principal, pero con algún que otro resquicio que facilitaba adentrarse para poder quitarse de en medio las charlas y chismes que se daban en la parte trasera. Alan Sparhawk se está erigiendo con el paso del tiempo en un frontman absoluto, demostrando una gran presencia, tanto a la hora de cantar como por los gestos hacia el público. Dulzura: “Silver rider”, “You see everything”, “Last snowstorm of the year”. Fuerza: “Monkey”, “Nothing but heart” o ese final arrebatador con “Canada”. Low son una de esas bandas de las que es imposible cansarse de ver en directo.

Casi sin respiro, salto al Rayban para dejarnos seducir por los paisajes sonoros que construyen Explosions in the Sky, en una actuación dedicada a todos los que se revelan contra el abuso de poder, en referencia al movimiento 15M. Desde que comenzaron con las primeras notas de “The only moment we were alone” hasta que acabaron unos cincuenta minutos después con “Let me back in”, los tejanos consiguieron mantener la emoción y el pulso de un directo que, aun centrándose en su irregular último disco, supo aprovechar la potencia que un escenario grande da. Se agradeció por fin estar situado no demasiado cerca del escenario y notar como el cuerpo te vibraba. Para el recuerdo la maravillosa “The birth and death of the day”.

Pulp por Inma Varandela

Tras la caída a última hora de Autolux, las opciones de los asistentes que no quisieran ver a Pulp se redujeron, así que sobre la 1:30 de la noche la explanada del San Miguel era ya impracticable, no entraba nadie más. ¿Cómo plantear tu actuación después de casi diez años de la separación? Pues con descaro y hits, y “Do you remeber the first time?” fue el pistoletazo de salida de un concierto plagado de recuerdos a un tiempo pasado, como indica la canción, aunque no sabemos si mejor. Con un Jarvis Cooker extra motivado sin para de moverse y jalear al público, la banda sacó la artillería pesada tocando casi en su totalidad “Different Class”, uno de los discos de referencia del pop británico de los 90. No faltaron ni “Disco 2000”, ni “F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E.”, “I spy”… Momento oscuro para “This is hardcore” o el guiño a su último trabajo con “Sunrise”. Brindis final con “Common People” dedicada a los acampados de la Plaza de Cataluña.

Como ya pasara hace cuatro años, Battles tenían la papeleta de cerrar casi la jornada en el escenario Rayban. “Gloss Drop” no desprende las buenas sensaciones que nos transmitía “Mirrored”, aunque por suerte el giro a toques más “tropicales” se agradece en directo dando más motivos para el baile. Ante la espantada de su vocalista hace pocos meses nos quedamos con las ganas de poder ver cómo sonaría “Atlas” sin él. Para los temas del nuevo disco con colaboraciones vocales se ayudaron de las pantallas donde éstos eran proyectados. Un poco descafeinado sí quedó.
El último día comenzó con un breve paseo por el nuevo recinto de los conciertos matinales, el Parc Central del Poblenou para ver qué tal se desenvolvían Comet Gain, a unas horas que invitaban a estar más a la sombra que soportando el sol que caía. Así, solo unos valientes aguantaron el tipo saltando delante del escenario las melodías de estos británicos que se esfuerzan en sonar mal y desafinados, es su gracia.
En el Parc del Fórum los londinenses Yuck conseguían a plena tarde llenar la explanada del ATP. Melodías pop con mucho aire a Dinosaur Jr y descaro, mucho descaro. Sin dudarlo la sorpresa del festival para el que escribe.
De camino a Fleet Foxes tuvimos tiempo de contemplar una de las reuniones más comentadas de este año, la del trío norteamericano Papas Fritas, aunque sin embargo la afluencia de público resultara un tanto pobre. Quizás fuera por esto o por el fuerte sol que daba al escenario por lo que la banda parecía estar a medio gas. Su pop efervescente se quedó pronto sin gas y sin chispa.

Fleet Foxes por Inma Varandela

Aún soportando un sol de justicia Fleet Foxes se subieron a las tablas de un San Miguel a rebosar y con público expectante, se notaba en el ambiente las ganas que se les tenía a los de Seattles. “Helplessness Blues”, su segundo y continuista trabajo fue el encargado de cubrir gran parte del comienzo de la actuación. Sonido claro, aunque quizás demasiado bajo como ocurrió en bastantes conciertos de ese escenario, que dejaba disfrutar de la instrumentalidad de la banda. Para rematar el concierto se pasaron a su agasajado debut consiguiendo los mayores aplausos. A ver si algún día podemos disfrutar de ellos en sala, será entonces mágico.
Corriendo de nuevo al ATP, sin lugar a dudas mi escenario preferido, para disfrutar de unos comenzados The Album Leaf, el proyecto de Jimmy LaValle, y ver cómo eran capaces de mostrar sobre el escenario esa música delicada con toques electrónicos. La verdad que mis augurios no eran nada positivos pero hay que reconocer que la propuesta de estar ayudado por una banda de cuerdas y vientos ayudó con creces, consiguiendo obtener un sonido embaucador sin que echáramos de menos ningún detalle. Perlas como “Always for you” sonaron igual de emocionantes.
Todo esto ocurría mientras miles de personas se encontraban sobre el escenario Llevant viendo la final de la Liga de Campeones. Extraña unión de música y fútbol.

Pj Harvey por Inma Varandela

Y de nuevo subimos el camino que nos lleva hasta el San Miguel para esperar a una de las musas de la música contemporánea, Pj Harvey. ¿Qué cara mostraría? ¿La salvaje del FIB 2001?, ¿la introspectiva del Summercase 2007?. Acompañada por una escueta banda donde se encontraba uno de sus últimos compañeros musicales, John Parish, la artista británica salió ataviada con un vestido blanco y adornos de plumas para demostrar que su “Let England Shake” es un álbum más que convincente, ya que a excepción de pequeños guiños al pasado, algunos más acertado que otros, como “Down by the water” o “Big Exit”, el concierto deambuló sobre las bases del nuevo trabajo. A Polly Jean le “faltaron huevos”, fuerza y ganas de comerse el escenario. Ofreció un show bajo en revoluciones y sonido, más propio de un auditorio que de un escenario principal de un festival. Personalísima ella, subió, cantó y se marchó sin dar muchas más muestras de sintonía o cariño hacia un público que volvió a llenar todo el espacio del San Miguel.
Y como si la vida les fuera en ello, la gran mayoría de público asistente a Pj Harvey salió despavorido hacia el lejano Llevant para disfrutar de otro de los platos fuertes del festival Mogwai. Una de las estampas más curiosas del festival, ver los caminos que llevaban hasta ese escenario completamente inundados de personas.
De los escoceses es casi imposible hablar mal en directo, y si encima vienen con un discazo bajo el brazo como “Hardcore will never die but you will”… De lo poco que pudimos ver de ellos, un comienzo suve con “White Noise”, “Rano Pano” y “I’m Jim Morrison, I’m dead” para ir haciendo el cuerpo, pero sobre todo potencia, que es lo que más se agradece a un grupo como éste. En la parte final la siempre conmovedora, y por la que su sola presencia ya merece la pena un festival, “Mogwai fear Satan” seguida de “Auto rock” y la salvaje “Batcat”. Una delicia.

Tannhäuser por Ignacio Sánchez

Si no vimos más de los escoceses fue porque dimos el salto hasta el pequeño escenario ADIDAS para ver cómo los sevillanos Tannhäuser, con un sonido muy del palo de Mogwai, presentaban su primer trabajo y los temas de su próximo EP. Una delicia de “Temporal” antes unas escasas 30 personas, hipnotizadas por su “Error y culpa” y bailando con el contagioso ritmo de “Arkanoid”. Una pena la competencia con la que tuvieron que luchar, John Spencer, Swans, amén de los citados Mogwai.
Este año el festival ha vuelto a apostar por el hip hop y uno de los hits del año, veremos cómo acaban, es el del colectivo OFWGKTA, o simplemente Odd Future, que, capitaneados por el macarra Tyler The Creator, pusieron literalmente el escenario patas arriba con invasión del mismo. Bases contundentes, ritmos duros y propuesta escénica pobre dando todo el protagonismo a las bases y rimas. Movimientos, saltos al público… cualquier cosa está permitida con tal de encender la mecha. Estaremos atentos a ver cómo evolucionan porque mala pinta no tienen.

El cierre del festival tuvo dos sensaciones contrarias. Una la de satisfacción por el show ofrecido por Dj Shadow escondido tras una bola donde iba proyectando vídeo, además de desgranar alguna perla que tendrá su próximo trabajo; y la de bajona por la breve sesión de Dj Coco, que sirve como todos los años de punto y final del festival.
Tras la tempestad del primer día llegó la calma y el gustazo de poder disfrutar de un buen puñado de grandes conciertos que quedarán para siempre en el recuerdo, lo que nos hace pensar ya en la próxima edición. Si es que somos así de insaciables.

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