Ecos de efectismo sonoro gracias a Cápsula
Por 23 abril, 2012 13:280




El pasado 14 de abril tuvo lugar en la sala Museo, la esperada inyección de adrenalina que el público rockero sevillano esperaba desde hacía tiempo. Se presagiaba una noche atractiva, donde la capital hispalense se reconciliaba con el rock más clásico. Ni que decir tiene la sobresaliente valoración internacional que se tiene a Cápsula, grupo hispano-argentino, que se ha recibido espectaculares críticas al otro lado del charco, en el complicado mercado estadounidense. Con su garaje rock, y con reminiscencias constantes a Led Zeppelín, Black Sabath así como los Stooges.
Pero esta psicodelia sonora se hizo de esperar. Hay que resaltar que ese día había programados varios conciertos en Sevilla, donde parece que se ponen de acuerdo para tocar, y donde como siempre, el público acaba fastidiado. Por este motivo, se retrasó el concierto. Los encargados de amenizar la velada rockera, fueron el grupo sevillano Autocine Stoller. A base de versiones de grandes clásicos de los cincuenta, como “Kansas city” o “Summertime blues”, la banda de Pablo Cuevas estuvo solvente en su puesta en escena. Aunque la lentitud de otros temas con un marcado ritmo ralentizado, denotan el carácter prematuro de este proyecto. En cambio, algunos de los temas de su EP, sonaron ágiles y perfectamente dominados por los componentes sevillanos.


Cápsula no adoleció de nada. Desde el principio, los ecos efectistas de las voces de los cantantes engancharon con el público. La pareja, Martín de Guevara y Coni Duchess mostró complicidad desde el comienzo del concierto. El bajo de Coni suena a The Pixies con sus punteos expresivos. Psicodelia garajera en sus potentes guitarros. Temas como “The Land of Silver Souls” o “Let’s Run Far Away” me suenan a sonido ambiente totalmente a lo Sonic Youth. Pero sobre todo “Communication” me fascina. Este tema del último disco, tiene un comienzo heavy, pero la sensualidad a la hora de interpretarlo, cala a los asistentes y los hace partícipe de esta orgía sonora. Me recuerdan a los grandes Black Rebel Motorcycle Club. La bajista se tira al suelo, y el cantantes se monta en un bafle. Grandeza interpretativa y conexión básica entre estos enormes músicos.
Los esperados bises llegaron bajo la presentación del excelente batería “Nachi”, un sonido zeppeliano rebosaba la sala Museo. “Into my skull”, apocalíptica y melódicamente setentera, nos deja con un buen sabor de boca para los amantes del rock “de libro”. Riff necesarios bien tocados. Pero este revisionismo es necesario. Sobre todo cuando viene interpretado por unos componentes para nada prepotentes, y sobre todo profesionales.