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Lagartija Nick: rock pagano en pleno Viacrucis

Por Jose A. Rueda 1

El concierto de Lagartija Nick en Almería fue una pasada. He estado pensando en un titular bonito y buscando la retórica más “periodística”, pero me he rendido. No encuentro palabras más acertadas para describir lo vivido en el Madchester Club el pasado Miércoles Santo. Eso sí, vaya por delante que lo de aquella noche era un (mini) festival llamado Via Crucis Pop y que había dos grupos más en el cartel.

Comencemos, pues, hablando de Galaxina, banda local encargada de abrir la velada. El Enano Rabioso ya atestiguó la psicodelia shoegazing de los de Berja el pasado febrero junto con Disco Las Palmeras!; así pues, las comparaciones son inevitables y obligatorias. Si aquella vez no pudimos evitar “darle una colleja” a los responsables del sonido, en esta ocasión nos toca aplaudirles. La verdad es que Galaxina son un buen grupo para testear los equipos, pues practican un noise apto para comprobar que todas las capas sonoras están en su sitio. Y no solo lo estaban sino que hasta la voz era inteligible. No obstante, lo contrario se les hubiese perdonado: estamos hablando de shoegaze.

Mientras el Madchester se llenaba (se colgó el “no hay billetes”), los siguientes invitados aparecieron en escena. Eran The Real Me, también de Almería, pero liderados por la voz de David (pronúnciese “Déivid”), un británico afincado en estas tierras. Es lógico, pues, abstenerse de valorar las letras (en inglés, por supuesto), pero sí que encontramos su bonita voz algo rasgada (¿resfriado?). De todas formas, este detalle no empañó el conjunto instrumental, que brindó un sonido pulcro con los repuntes de suciedad necesarios en el rock’n’roll clásico. Un rock más melódico que lineal, más pop que blues y, en definitiva, más británico que americano (era evidente) y todo plasmado en un repertorio que salteó versiones entre temas marca de la casa.

Tras los dos teloneros hubo un paréntesis con ambientación musical que, pasadas las dos de la mañana, se interrumpió con un falso acople: había llegado el turno de Lagartija Nick. El trío granadino subió al escenario para arrancar el show con “Crimen, sabotaje y creación”, una de las canciones más celebradas de “Zona De Conflicto” (Chesapik, 2011). Enseguida pasaron a interpretar temas de “Inercia” -de 1991- como “Tan raro, tan extraño, tan difícil”, enseñando desde el principio cuál iba a ser la jugada más repetida de la noche: combinar lo más nuevo con lo más antiguo. Se echaron de menos canciones de “Las marcas de mi larga duración” (2009), un gran disco de los de Antonio Arias tan infravalorado como casi toda su discografía reciente (quizá a excepción de “El Shock de Leia”, 2007, del que nunca faltan “Anoche soñé demasiado” y “20 versiones”).

Antonio, tan hablador como de costumbre, elogió el clima almeriense así como recordó a Joe Strummer: “Almería y Granada están unidas por el espíritu de Joe”. Pero fue Eric el que agarró el timón del barco y apenas daba tregua al propio Arias. El frenesí continuó con “Ahora”, “Mi vida anterior” (otra de las buenas de “Zona de conflicto”), “No lo puedes ver” y “Disney World”. Un respiro y Antonio presenta “Panorama nº 5” como “algo de mi rollo: un baladón” (balada al estilo Lagartija Nick, claro).

La anécdota de la noche vino protagonizada por los set-lists. Cada músico parecía tener uno distinto. La canción que da título al último disco no venía en la chuleta de Antonio, lo cual se solucionó con una conversación rápida entre los tres. Pero el “gambazo” llegó después, cuando Eric y Víctor comenzaron “Universal” y Antonio punteó “Nuevo Harlem”. Un brusco parón y al final Arias gana la partida,  pues se impone el orden escrito en su folio. Esto ocurría en el último tramo del espectáculo, cerca de que “Satélite” le pusiera el punto -no final sino seguido-, pues el clamor popular sacó al trío del camerino para cerrar definitivamente con “Esa extraña inercia (anfetamina)”.

Con un feroz pero milimétrico Eric Jiménez, con un virtuoso pero concentrado Víctor Lapido y con un energético pero elegante Antonio Arias, nadie puede dudar de que estos cuarentones son la mejor banda española de rock sobre un escenario. Hacía tiempo que no me iba a la cama con dolor de oídos.

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