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Ganando en las distancias cortas

Por Ignacio Sánchez 0

por Ignacio Sánchez
El público de la sala El Sol se rinde ante la fuerza sobre el escenario de la artista mallorquina.

2012 va contando los pocos días que le quedan, menos aún si hacemos caso a los catastrofistas que piensan que a esto le quedan dos telediarios hablando mal y pronto. Así que nos dirigimos a la sala El Sol de Madrid el pasado jueves para darnos el gusto de uno de los mejores directos nacionales que te puedes llevar a la boca en estos momentos, no vaya a ser que sea cierto y todo esto se vaya a freir espárragos. Y no me equivoco al decir boca, porque el concierto de Maika Makovski es para degustarlo, sin prisa pero sin pausa, como un buen filetón argentino acompañado de su copa de vino tinto.

por Ignacio Sánchez
La nueva Maika Makovski se hace acompañar casi de manera inseparable del teclado, instrumento que en Thank You for the Boots le ha robado totalmente el protagonismo a la guitarra, dotando a la música de la mallorquina de un aire afable y cálido, un canto a la amistad como ella había calificado. Amigos que no querían dejar escapar la oportunidad de disfrutar con el espectáculo de fuerza y carisma que desprende la, por momentos, tímida artista, en una cita que además servió de despedida de Oskar Benas ante el público de la capital; el guitarrista dejará la formación al terminar los conciertos programados.

Sin calentamiento de ningún telonero, pasadas las diez y media saltaban al pequeño escenario para comenzar a desgranar su último disco en directo, dueño y señor de la velada, con las mismas ganas del que está empezando y quiere comerse el mundo, con una sonrisa cómplice siempre presente que hacía que te sintieras aún más cercano a la artista y sus músicos. Con prisa y nervio van cayendo canciones (“Language”, “Reflection”, “Cool Cat”) que se crecen ante el buen sonido que prestó la sala y ante el carisma que desprende Maika, imparable en todo momento, contagiando a las primeras filas que boquiabiertas asisten como espectadores de lujo a una cita que no se había visto perjudicada por la coincidencia con otras de la misma noche (Pegasvs y The Suicide Western Culture en Joy Eslava, Jeremy Jay en Wurlitzer Ballroom, Ken Stringfellow en Siroco…).

Como siempre suele pasar en todo concierto hay gente que parace que disfruta pagando para ir a charlar con sus amigos y que la música sea un ruido de fondo, un zumbido molesto que parece que los que realmente van por la música tienen que soportar como peaje, pero que por suerte en momentos puntuales cuando la música lo requería, sumado a las ruegos de algunos, desapareció. Minutos donde la voz de Maika se hacía si cabe más grande, coincidiendo con el acompañamiento de su guitarra en detrimento del teclado, la parte final de un show que sin querer ya llevaba más de una hora y parecía que acababa de arrancar. Tiempo para haber disfrutado de algún guiño a su rockero álbum homónimo (“Oh M Ah”, “Friends”, o “Lava Love” tocada ya en el primer bis) y bastantes a Desaparecer (“Body”, “The Gate” o “Iron Bells” entre otras).

Para sus seguidores y el recuerdo el segundo bis cantado en solitario y casi sin ayuda instrumental, una auténtica delicia para dar por finalizado el concierto y la noche. Si es cierto lo de los Mayas pues habrá merecido la pena que sea éste el último concierto que un servidor haya visto.

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