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FIB 2013, larga vida al FIB

Por Jose Eduardo Medina 0

Público en el escenario Maravillas, FIB 2013 / Página oficial FIB

La decimonovena edición del Festival Internacional de Benicàssim supera las previsiones, con una asistencia total cercana a 145.000 personas, despejando las dudas sobre la celebración de su vigésimo aniversario en 2014.

Jueves, 18 de julio

Los oscuros nubarrones que se cernían sobre el festival a escasas semanas de su celebración, se despejaron cuando las guitarras de Toundra comenzaron a sonar en el escenario Maravillas. Los madrileños se han convertido en referencia para el rock nacional y, a pesar del horario y la escasa media hora de concierto, las potentes instrumentaciones de (III) (Aloud Music, 2013) dejaron claro que les viene como un guante un escenario con tal calidad de sonido. Lástima que el público inglés apueste únicamente por los grupos de primera línea del cartel.

Toundra / Julia Sanchís
Toundra / Julia Sanchís

Toundra dejaba, a regañadientes del público, el escenario y Temples llegaba a FIBClub como una de las jóvenes bandas con la labor de renovar la escena anglosajona. Consiguieron reunir un buen puñado de fibers a pesar de la competencia de La Roux, a la que Bulletproof le sigue dando cierto rédito. Un rock de patrón psicodélico que promete futuro aunque, por el éxito final de Shelter Song, parece que muchos sólo se acercaron a escuchar en directo la sintonía del vídeo promocional del festival.

A partir de aquí, la tarde se ponía seria. And So I Watch You From Afar descargaron sus desbocadas guitarras sobre los presentes, directos, despojándose de esa farragosa amalgama de sonidos tropicalistas del último disco, sabiendo que era esa la línea editorial que esperábamos de ellos. Ante tal subida de voltaje, el pop intimista de Beach House se quedó en tierra de nadie. No podemos negar la exquisita trayectoria de los de Baltimore, pero, al igual que vimos hace un par de años en el Primavera Sound, su música se diluye en los grandes espacios dejando sólo algunos destellos.

Queens Of The Stone Age / Julia Sanchís
Queens Of The Stone Age / Julia Sanchís

Una autopista, directa al infierno, se desploma sobre un abismo de cadáveres resucitados acechados por cuervos de ojos blancos. La carta de presentación de Queens Of The Stone Age cayó, con un potente golpe, sobre el escenario Maravillas mientras en el público se desataba la locura. La banda compuso un recorrido por su discografía a lo largo de una hora, demasiado breve para ser la referencia del día. La despedida, con Song For The Dead y una declaración de amor al público por parte de Hommes, esperamos que no traiga otros seis años de silencio.

House orgánico del barcelonés Oriol Riverola para cerrar la noche. Bajo el seudónimo de John Talabot, ha conseguido elevar la electrónica nacional a primer plano en el resto del mundo con la gira de su disco ƒIN (Permanent Vacation, 2012). Acompañado por Pional, hizo bailar sin tregua al escaso público que, para sorpresa nuestra, nos encontramos al llegar al escenario Trident Senses.

Viernes, 19 de julio

Sufriendo un sol de justicia, la tarde del viernes arrancaba con Alba Lua. De fondo escuchábamos los últimos acordes de los franceses pero nuestra primera escala estaba en el escenario FIBClub. Echo Lake traía una, a priori, curiosa propuesta dream pop, aunque más que soñar, empezamos a dormirnos y nos fuimos en dirección a Hanni El Khatib antes de dar la primera cabezada.

El californiano ya reclutaba una buena porción del público extranjero entregado esa mezcla de estilos, donde se puede pasar del rock surfero, al garage o al pop rítmico, y acaba perdido por dispersarse ante tantas direcciones. Cambiamos de nuevo hacia la carpa de Jack Daniel’s, donde Le Parody daban el importante, y con dignidad, salto a un gran festival, gracias al Proyecto Demo, organizado por Radio 3 y el FIB, destinado a grupos emergentes. Fresca propuesta aunque pocos éramos los presentes.

La mayoría del público se decidía por la fiesta del rapero londinense Dizzee Rascal, pero a uno pasos del escenario Maravillas, venidos desde Úbeda, aunque parezcan de la Luisiana más profunda, Guadalupe Plata recorrían el blues desde de las raíces oscuras al boogie con una facilidad pasmosa, acompañando letras — ‘No sabía que la amaba, hasta que vi que la enterraba‘ o ‘Maldita rata malnacida‘ — venenosas como una picadura de cascabel.

Beady Eye / Julia Sanchís
Beady Eye / Julia Sanchís

A turnos, recorrimos los escenarios Trident Senses y FIBClub, en el primero Hola a Todo el Mundo se adentraba en los territorios de Ultraviolet Catastrophe (Mushroom Pillow, 2012) con resultado tan tedioso que cambiamos a Swin Deep y salimos ganando. Aunque la expectación, en realidad, subía por momentos a medida que se acercaban los cabezas de cartel. Para el mayoritario público inglés la vuelta de Liam Gallagher siempre será un buen reclamo. Sin embargo, cuando Noel anunciaba tras el desastre en el Rock en Seine de 2009 que Oasis no existiría nunca más, vanos son los intentos de su hermano de hacer funcionar la maquinaria sin la pieza más importante. Enfundado en un impermeable, en actitud prepotente, no pudo sacar a flote el concierto de Beady Eye ni recurriendo a Rock ‘N’ Roll Star o la mítica Morning Glory. Menos mal que cerca seguía brillando la guitarra de Johnny Marr.

Primal Scream / Julia Sanchís
Primal Scream / Julia Sanchís

Más luz era lo que necesitaba la noche y el soplo de aire fresco lo trajo consigo Bobby Gillespie nada más aparecer sobre el escenario. Desde ese momento, todos sabíamos que Primal Scream dejarían huella. Abriendo con la incendiaria 2013, voces clamando por la revolución adolescente se alzaban desde el Maravillas. La reciente muerte de Margaret Thatcher ha espoleado de nuevo el lado más revolucionario del grupo y Swastika Eyes nos dejó el retrato veraz de la Dama de hierro. La rabia inicial dio paso a una unión comunal sellada por Come Together. Los ecos del Screamadelica (Creation, 1991) resonaban de nuevo entre los hierros del Maravillas. Despidiéndonos del recinto, acompañados por los sonidos sintéticos de Hyetal, atravesábamos el ecuador del festival.

Sábado, 20 de julio

Media tarde en Benicássim, tan luminosa como el rock de los chicos de Childhood. Ellos eran nuestra primera parada del sábado y decidimos darnos un descanso sobre el asfalto y escuchar los idealizados amores de juventud de Solemn Skies. Antes de que las suaves guitarras, o las estratagemas de Cupido nos rezagaran, continuamos hacia la multitud del Maravillas, donde The Courteeners ya caldeaba el ambiente.

La jornada grande de las islas británicas, para disfrute del mayoritario público inglés, acababa de dar el pistoletazo de salida en el escenario principal. Los de Mánchester tuvieron a sus paisanos entregados desde el comienzo, y todavía nos quedaba un recorrido desde Wirral a Leeds, pasando por Sheffield. Pero sería el antiguo líder de The Rascals, Miles Kane, con un rock de ortodoxo patrón inglés, de mismo corte que su indumentaria, quien hiciera perder las formas a los congregados.

Miles Kane / Julia Sanchís
Miles Kane / Julia Sanchís

Baño de masas enfervorecidas en el Maravillas para despedir a Miles, pero nuestros oídos necesitaban una tregua. Así que, dejando a la mayoría coreando monosílabos y tomando posiciones para ver a los cabezas de cartel, fuimos a buscar la diferencia en otros escenarios. Una oleada de banderas irlandesas nos guió hacia The Coronas, dublineses plantando cara al bloque duro británico, pero esta no era nuestra lucha.

Sin dudar, íbamos a apostarlo todo por una rara avis entre los grupos que se mueven por la escena española. Borja, Paco, Clara, integrantes imprescindibles para ese proyecto llamado Bigott, que ya va por su sexto disco. Utilizando su particular humor hizo mofa de la fiebre anglosajona que ha invadido el festival, algo que la escasa fila de asistentes que nos congregábamos delante del escenario FIBClub pillamos a la primera. Las hordas inglesas desplazándose en masa al Maravillas servían de telón de fondo al folk surrealista y acelerado de Trees Gone Motion o New York S’Eveille.

Arctic Monkeys / Julia Sanchís
Arctic Monkeys / Julia Sanchís

Llegó la hora, todo estaba preparado para este momento, dos enormes letras mayúsculas brillaban con un haz de luz sobre el fondo negro: AM. El golpeo grave de la batería acompasado con un acorde de bajo terminaba con la prolongada espera. Arctic Monkeys no dio un minuto de tregua disparando Do I Wanna Know? a la noche de Benicàssim, iluminada al compás de su pegadizo ritmo. Un inicio estudiado al milímetro que funcionó a la perfección. No se conoce apenas material de su próximo disco, sin embargo, los de Sheffield sacaron petróleo de cada uno de los nuevos acordes. Una vez ganado el público, el repertorio recorrió desde sus jóvenes inicios hasta Suck It And See (Domino, 2011),  llegando incluso a los amores adolescentes de Alex Turner con Mardy Bum.

Arctic Monkeys / Julia Sanchís
Arctic Monkeys / Julia Sanchís

We don’t need no education, We don’t need no thought control, sobre uno de los ladrillos de Pink Floyd se intentaba cimentar el concierto de Kaiser Chiefs, muy difícil llegar a la altura de ese inicio con un repertorio de rock plano de ritmo rápido y estribillos fáciles de corear, acabó por dejar exhausta la fórmula de  Everyday I Love You Less and Less. Mucho mejor mezclarse con las sucias y chirriantes guitarras de Spacin’, y dejarnos embadurnar por la pegadiza distorsión de los americanos. Tras ellos, sólo quedaba resignación ante la última jornada, de vuelta a nuestra tienda, con la sesión de Knife Party a lo lejos.

Palma Violets / Julia Sanchís
Palma Violets / Julia Sanchís

Domingo, 21 de julio

Y llego el último día, y, a pesar del cansancio acumulado cada noche y los despertares al calor de la tienda de campaña, no teníamos ganas de marcharnos. Pero, sin apenas darnos cuenta, nos vimos de camino al escenario Maravillas cuando las chicas de Deap Vally exprimían por ultima vez sus guitarras. La tarde pasaba por una visita a otros jóvenes, esta vez de las afueras de Londres. Palma Violets se formó en una reunión alrededor de una hoguera en el festival de Reading y en un par de años ya están sobre el escenario Maravillas. Dentro de la remesa de nuevos talentos emergentes destinados a revitalizar la música en las islas británicas, ellos crecieron escuchando rock inglés, por eso lo manejan sin perjuicios y con una soltura ingenua como sus letras. Caras tan jóvenes en el escenario como entre el público, creando escuela del festival.

Azealia Banks volvió a las andadas, y ya estamos acostumbrados a sus cancelaciones en nuestro país, pero gracias su ausencia y el retraso de horario, pudimos llegar al concierto de Grupo Salvaje. El proyecto iniciado en 2001 por Ernesto González tras disolver Pribata Idaho, una de las bandas míticas de la minoritaria escena independiente de los 90, ha vuelto por los escenarios de Benicàssim tras un silencio de siete años. Con nuevo disco, III (Acuarela, 2013), íntegramente en español, donde no han dejado de cultivar ese rock lento, con raíces en el folk americano de los sesenta, que desempolva a The Standells o a The Band en cada una de sus negras historias.

Jake Bugg / Julia Sanchís
Jake Bugg / Julia Sanchís

Un azulado atardecer traía cierta nostalgia al inicio del joven Jake Bugg sobre el escenario Maravillas. Sorprenden las maneras de este chico capaz de llenar un escenario de tal calibre acompañado sólo de una guitarra. Aunque le queda mucho por recorrer, por momentos no podíamos dejar de pensar en el veterano Bob Dylan que hace poco más de un año pisaba las mismas tablas. Country Song podría pasar desapercibida en la lista de temas de The Freewheelin’ Bob Dylan.

Oscuridad de la última noche, que se cernía sobre Benicàssim, rasgada de improvisto por un estruendo de tambores y trompetas. Así presentaba Yoann Lemoine, bajo el seudónimo de Woodkid, un grandilocuente proyecto que supone su desembarco en la industria musical como intérprete. Con un dominio maestro de la escenografía, combinado con la habilidad para desenvolverse en el mundo audiovisual, su concierto sorprendió a todos por la capacidad de convertir el escenario de un festival en un instrumento más de su banda. La solemnidad del Stabat Mater de Vivaldi, se multiplicó como el caleidoscopio de arquitecturas proyectado sobre el fondo de la escena.

Woodkid / Julia Sanchís
Woodkid / Julia Sanchís

Pisando ya la recta final, todos los caminos llevaban al escenario Maravillas. Dos bandas norteamericanas eran las encargadas de echar el cierre a la edición del festival. Los californianos Black Rebel Motorcycle Club ya habían convocado a una buena muchedumbre antes de aparecer sobre el escenario. Agradeciendo la vuelta a un festival que no pisaban desde 2007, su repertorio rock ha variado poco desde entonces y se mantiene ajeno a cambios o modas. Para bien o para mal, es tan predecible como su estética. Eso sí, sus temas corrían como la pólvora entre sus incondicionales que recibieron entusiasmados la despedida desde el suelo de Robert Levon Been.

Black Rebel Motorcycle Club / Julia Sanchís
Black Rebel Motorcycle Club / Julia Sanchís

A las puertas de la madrugada, ya no había marcha atrás, en unas horas las luces del Maravillas se apagarían hasta el próximo año. Pero antes, quedaba por desvelar el último as de la baraja. La banda de Nevada siempre es sinónimo de espectáculo, y Bandon Flowers, frente a The Killers, se dirigía en perfecto español a la gran masa de público que se había congregado despidiendo el festival. Apostando por los clásicos, que siempre funcionan, comenzaron con Mr. Brightside una lista de canciones con un guión muy definido, vertebrado por los hits más radiados de la banda de forma estratégica, versión de Shadowplay, de Joy Division, pasada por el filtro épico, pero escasos cortes de Battle Born (Vertigo, 2012). Fuegos de artificio, confeti y un Brandon Flowers luciendo una camiseta donde, sobre fondo negro, se leía en grandes letras blancas el nombre de Vince, fue el último secreto de los estadounidenses.

Tras todos los problemas, de raíz común en la situación económica que atraviesa Maraworld, aireados semanas antes de su celebración, al finalizar la última edición podemos decir que el espíritu del Festival Internacional de Benicàssim, decano del formato en España, sigue tan vivo con el primer día. Puede que las dificultades económica le hayan hecho perder brillo, pero la experiencia del festival va más allá de los cabezas de cartel. Por tanto, sólo podemos pensar ahora en celebrar, bajo el 1995 del escenario Maravilllas, su vigésimo aniversario.

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