Segunda jornada del Cruïlla 2014
Por 14 julio, 2014 15:410


En esta ocasión llegué justo cuando John Butler Trio estaba terminando su actuación… mala pata, porque lo poco que pude ver estaba sonando estupendamente.
En seguida empezó el concierto de la tarde, el de Jack Johnson, el cual ofreció un magnífico concierto, encantador en sus momentos más tranquilos, carismático en los momentos más movidos, un concierto de los que te arranca una sonrisa y ya no puedes borrártela de la cara, un momento de felicidad absoluta, justificando sobradamente su posición de cabeza de cartel.
Un momento curioso fue cuando salió Eduard Estivill a cantar a dúo en catalán e inglés “I Got You”, o las veces que cedía el protagonismo a sus compañeros sobre el escenario, Merlo y Zach Hill, sea en forma de rapeo o a sus propios instrumentos.


Una vez terminado subimos un poco las revoluciones y nos fuimos a ver a Imelda May. Mucha clase, muchos temazos de rock & roll clásico con tintes rockabilly, contrabajo incluido. Aunque aún había bastante gente, se notó mucho que parte del público se fue después de Jack Johnson, ya que disfrutamos de bastante espacio.
Es más, incluso se hizo un corro, sólo que en vez de para los típicos pogos, para que quien quisiera pudiera bailar en pareja al ritmo que imponía la banda, como si se tratara de un concurso de baile. La verdad es que no había visto esto en todos mis años de ir a festivales y que algo como esto sea posible habla muy bien tanto del público como del festival en sí.


Terminó el concierto y mientras Macklemore & Ryan Lewis cantaban “Thrift Shop“, this is fucking awesome, tiramos para la carpa donde Betunizer se había propuesto tirarla abajo a base de guitarrazos. Fue un concierto intenso y corto, ya que terminó 20 minutos antes de lo que especificaban los horarios, pero que sirvió para dar buena muestra de lo que son capaces estos valencianos.
Al terminar un poco antes, tuvimos un poco de respiro antes de ir a ver el concierto de Berri Txarrak, que también disfrutaron de un sonido excelente, fuerte y dándolo todo… al menos los escasos 10 minutos que pude ver ya que empezaba en ese momento Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra.


Si de Imelda May destacábamos su clase, de ésta gente podemos destacar que es sinónimo de diversión, tanto para nosotros, como para ellos. Una orquesta que disponía de nueve miembros, acordeón, violín, saxo, trompeta… y unas pintas de los más variopintas y estrafalarias, musicalmente un no parar de saltar, aplaudir y bailar, y extramusicalmente todo unos showman.
Y es que hicieron subir ocasionalmente a varias chicas al escenario, las pusieron a bailar, a hacer ejercicio (en serio, se marcaron unas buenas abdominales y flexiones mientras la música no paraba), se les declararon o hacían dar vueltas sin usar las manos una guitarra con luces mediante un cinturón especial.
Vamos, toda una fiesta mientras duró y que a buen seguro entretuvo a los que estuvimos allí disfrutándolo. Al término, fuimos un a ver a Za! un ratillo antes de retirarnos ya a casa. El dúo catalán había tomado el relevo de Betunizer y estaba intentando otra vez tirar la carpa abajo. No es extraño que sea un grupo claramente en alza y que haya cosechado tan buenas críticas últimamente.
Ya por último me gustaría analizar un poco el festival en sí; la mayor “pega” que se le podría poner es la hetereogeneidad del cartel; esto según la persona de que se trate puede ser una pega o no serlo en absoluto, aunque resulta extraño encontrar una persona que sea capaz de disfrutar por igual de Jack Johnson que de Berri Txarrak o Macklemore & Ryan Lewis, unido a que normalmente hay dos alternativas tan sólo a la vez, puede ser que en determinados momentos no encuentres nada de tu gusto para ver. Pero también puede ser que te acerques a géneros que nunca hubieras pensado ver, y lo que es más, que te guste y amplie tu espectro musical.
Por otra parte también destaca la duración de los conciertos; con un mínimo de una hora te aseguras que el concierto del artista por el que compras la entrada va a dar una actuación en condiciones, sea éste cual sea, en contraposición con otros formatos en el que la mayoría de bandas disfrutan de 30/40 minutos, lo cual es en muchos casos un coitus interruptus; si bien también es verdad que hay algunos grupos que con más tiempo se pierden en el escenario o empiezan a ser un poco cansados; cada uno de los formatos tiene sus pros y sus contras, pero desde luego, si hay un sitio donde ver bien al artista de tus sueños, es aquí.
Y es aquí porque además de que el sonido ha sido excelente durante toda la edición, o al menos en los que he podido ver, la asistencia a los conciertos no es para nada agobiante, de hecho en la mayoría de los conciertos, puedes conseguir un sitio cerca del escenario tan solo con moverte un poco por los lados y el ambiente es muy agradable.
Sí se echaban en falta más barras, o al menos un mayor número de camareros en ellas, para aligerar el servicio. Y más sitios para comer que en horas punta estaba completamente impracticable. Para ir a los servicios, rapidísimo si eres chico, pero hacían falta algunas más para las chicas que siempre son las afectadas en este sentido. Los precios, carillos pero estándar para los festivales del estilo.
Así pues, en general un festival recomendable al que me agradaría volver el año que viene, pues saben hacer bien las cosas.