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FIZ 2014: fiesta en el parque de atracciones

Por Juanjo Rueda 0

Los festivales son otra cosa más allá de lo meramente musical. Los festivales tienen algo de parque de atracciones musical, en el que sobre todo buscan (quienes asisten y quienes lo organizan) pasarlo lo mejor posible. Es una gran fiesta donde la música tiene un papel de viga maestra pero ligeramente opacada, como pasa en el fútbol en vivo, por eso que se da en llamar el “ambiente” que rodea estos eventos. Mi opinión es que la mejor forma de disfrutar de la música en directo es en salas, dedicando toda la atención y el interés a un grupo o intérprete que además se sabe protagonista total de la función y no otra muesca. Los festivales son otra cosa y lo sé (aceptando de buen grado el juego), va uno a disfrutar de la música en una celebración festiva generalmente acompañado por amigos que, aquí está el quid, bien pueden ir aunque sólo conozcan vagamente a uno de los nombres pero a sabiendas que esto es un gran guateque. Y aunque el mejor concierto que recuerdo haber visto se produjo en un marco festivalero (la excepción que confirma mi regla), este FIZ 2014 viene a refrendar todo esto -este año con moneda propia inclusive- con una serie de conciertos que, por lo general, apenas pasaron de lo correcto ciñéndonos a lo puramente musical pero ni falta le hizo al gran público asistente (rozando el lleno) que fue a la sala Multiusos; la fiesta era asistir, el disfrute fue estar ahí, sentirse parte del ambiente, del momento (y si se consigue ver uno o dos buenos conciertos, premio completo).

El FIZ (Festival Independiente de Zaragoza) 2014 volvía otro año a abrir la temporada otoñal de festivales en la comunidad de Aragón conformando un cartel donde los principales reclamos venían de lo más popular del llamado “indie” nacional. Aquí podríamos entrar en consideraciones y debates sobre el hit semántico o cajón de sastre que se ha convertido la palabra indie en nuestros días o sobre la adscripción o no de algunos de los participantes en la misma. Pero creo que no es el momento ni el lugar. El cartel contaba con ganchos evidentes que, siguiendo la tónica de estos últimos años, buscaban minimizar el riesgo que supone organizar una cita de estas características, por muy consolidada que esté. Prestando atención a los comentarios (ya fuera en redes sociales o en el mismo recinto del festival) algunos de los nombres se prestaban al amor incondicional o al odio furibundo de algunos de los asistentes, que no parecían dispuestos a variar un ápice sus opiniones sobre tal o cual artista (para bien y para mal) y que tras el FIZ, dudo que lo hayan hecho.

Como decía en el primer párrafo, los festivales se prestan, invitan, a la fiesta colectiva pero también tienen algo de ejercicio físico, de maratón musical. Como tal, uno debe dosificar bien sus fuerzas para unas jornadas -jornada en este caso- de conciertos intensas que pueden terminar haciéndose ligeramente duras. Si a ello se le suma que uno va acompañado por otras personas, aquí entra en juego el modelo asambleario para ver cómo, dónde y cuándo se queda en esta cita. Lo cual puede llevarte a perderte algún concierto. En mi caso llegué tarde al inicio con Pecker, el guiño del festival a los productos de la tierra. No pude ver esta vez a Pecker pero, conociendo su propuesta y hablando con algún asistente que sí pudo verlo, la cosa debió ser la habitual algarabía de pop instantáneo (y en este caso breve) que suelen desprender sus actuaciones. Es más, seguramente debió ser el más aferrado a las coordenadas de lo que entendemos por pop y, por fotos que pude ver, tuvo una buena acogida de público para lo tempranero de su actuación (19.00 horas). Tras Pecker venían Miss Caffeina, a los cuales atisbé cuando ya prácticamente finalizaba su actuación, recien aterrizado, sin tiempo apenas para prestar atención a nada. Poco más puedo decir de algo que prácticamente ni vi y tampoco lo lamento (como decía, amores y odios).

L.A. FIZ 2014 / Foto: José Fillola
L.A. FIZ 2014 / Foto: José Fillola

Tras Miss Caffeina venía el turno de L.A. y la verdad es que la banda agradó con su cuidado sonido (sobre todo en la mastodóntica sala multiusos) apostando por un rock de cierta raíz americana al que le pesaba que precisamente este no era el mejor lugar para que relucieran los temas de un disco como el último que han publicado, “Dualize” (2013). Esta fue una de esas propuestas que piden un sala más recogida y toda la atención para disfrutar al 100% de su directo. Pero en líneas generales, fue un buen concierto al que le lastró la cierta frialdad del público con una propuesta que no era del tirón popular de otras. Todo lo contrario que los que desfilaron después, unos Izal que parecían uno de los favoritos del público asistente y a los que se les ve encantados con este crecimiento hacía las grandes audiencias y los grandes recintos. Su pop, encharcado de trazas de rock y épica grandilocuente y algo simplona, es heredero de la brecha que abrieron un tiempo atrás Vetusta Morla. Los alumnos le echan energía y no parecen tener miedo a la comparación aunque sea una propuesta la suya que, personalmente, me produzca más pereza que otra cosa.

Russian Red, FIZ 2014 / Foto: José Fillola
Russian Red, FIZ 2014 / Foto: José Fillola

Terminó Izal y dio paso a uno de los nombres que más debate levantaba en esta edición, Russian Red. El proyecto musical de Lourdes Hernández ha creado una dimensión que en muchos casos sobrepasa lo musical, en la que los odios y amores son evidentes. Uno de los comentarios habituales que pude ir percibiendo en los días previos al festival era la conveniencia de situar a la “rusa” en un horario cercano a la medianoche, ya que consideraban que su despliegue musical era un cierto bajón respecto a los otros nombres (la idea de fiesta antes que la calidad musical de la que hablaba al inicio, ¿recordáis?) y que hizo que un buen número de asistentes aprovecharan para buscar alimento además de hidratarse. Russian Red tiró en todo momento de una madeja musical centrada en el rock de raíz americana que tan querido parece resultarle en su último disco (“Agent Cooper”) pero que emborronó, por momentos, el espíritu de pop que hacía grandes algunos de sus temas (que los tiene y no pocos) de trabajos anteriores. Quizá tiene que buscar la forma de mostrar las diferentes caras de un discurso musical variado que de otra forma acabó dando una actuación algo más plana de lo previsible entre guitarreos no muy lustrosos que ahogaban otros matices. Hay que agradecer que quiera evolucionar y dejar de estar estancada la imagen (ya algo lejana) de cantautora folkie y pop con gafas de pasta, pero también hay que decir que esta actuación terminó dando ligeramente la razón a sus detractores.

Vetusta Morla, FIZ 2014 / Foto: José Fillola
Vetusta Morla, FIZ 2014 / Foto: José Fillola

Llegado un momento se levantó humo, sonaron percusiones y la voz de Pucho comenzó desplegar su particular timbre con el tema homónimo que abre su último disco “La Deriva” (2014). Así empezaba el concierto de Vetusta Morla, el que era, probablemente, el nombre más esperado de este festival. En un momento el humo siguió inundando el escenario y se mezcló con las luces rojas produciéndome un efecto que me retrotayó a la portada de “Under a Blood Red Sky” de U2. Algo que podría ser paradójico o revelador, ya que los trincantinos (me encanta este gentilicio) son, nos gusten o no, el ¿monstruo? estatal de ese sueño que Bono y compañía tuvieron hace años y que ahora se ha tornado -casi toda la música reciente de los irlandeses- en pesadilla. Lo suyo fue una comunión casi total con el público (aunque una de las personas que me acompañaba, fan total de la banda, salió absolutamente decepcionado), a pesar de un sonido no del todo aceptable. Salieron vencedores de un combate que tenían ganado de antemano con un público casi completamente rendido antes del primer acorde, una actuación que, para no variar, encantó a sus fans y siguió sin convencer a sus detractores (que eran pocos, la verdad).

León Benavente, FIZ 2014 / Foto: José Fillola
León Benavente, FIZ 2014 / Foto: José Fillola

Tras Vetusta, turno para León Benavente. Músicos curtidos en mil batallas, necesitan poco para desplegar un buen concierto. Con robustísimos temas como “Avanzan la negociaciones”, “Las Hienas” o la enorme “Soy Brigada”, se bastan para mostrar porque son unos de los triunfadores -en disco y directo- de estos últimos 12 meses. Luego Kakkmaddafakka, querían montar la fiesta que se les presupone, lo suyo es jugar a pasarlo bien aunque el escenario pareció venirles un poco grande -musicalmente hablando- en varios momentos. Su concierto se sostiene en algunos de los ganchos de “Hest” (2011) como “Your Girl” o “Restless”. Divertidos y olvidables a partes iguales. Lo de <<rinôçérôse>> fue un triste encuentro con el pasado. Tuve la oportunidad de verlos en la ya lejana segunda edición de este festival y guardaba un buen recuerdo de ellos. Entonces venían con el efectivo “Installation Sonore” con su mezcolanza de guitarras rock con el house facilón, de hecho comenzaron con el tema que abría este disco (“La Guitaristic House Organisation”) para pasar al electro-rock de trabajos más recientes donde en algún momento lo kitsch asomaba con actuaciones vocales que me hacían añorar no poder disfrutar en ese momento del disco-rock de la ELO. Segundas partes no fueron buenas dicen, y en este, mi caso, así fue. Cerraron el chiringuito Kostrok, que dieron una buena dosis de garrafón EDM para el que servidor no llevaba ya Omeprazol para combatirlo, así que decidió que era el momento de recoger velas y cerrar otro año de FIZ. Otro año con una irregular serie de conciertos (como en todo festival) pero de fiesta y diversión casi siempre asegurada. Y en el fondo es de lo que se trata en estos eventos, ¿o no?

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