Punk for life
Por 22 diciembre, 2014 11:370


El punk no entiende de edad y este pasado sábado por la noche lo pudimos ver y disfrutar en la sala Moby Dick de Madrid con una estupenda doble sesión. Unos, “los puretas” (G.A.S. Drummers), bautizados así por los otros, “los raperos” (Minority of One). Dos maneras de encarar el genero, G.A.S. Drumemrs desde su lado más melódico mientras que Minority of One lo hacen desde el lado más hardcore. Mismas raíces, distintos desarrollos, pero un mismo fin, el hacer disfrutar al personal.


Como buen calentamiento sirvió conocer en directo a Minority of One, fieles escuderos de los G.A.S. durante las últimas semanas, quienes contagiaron con su ramalazo hardcore a los más entregados de las primeras filas para montar más de un pogo. Fuerza en la música y también en las letras. Quejas sociales y crítica a un mundo que se desmorona ante nuestros ojos. Todo aliñado con el hambre y la fuerza que desprendían con cada riff, con cada nota y con cada grito puño en alto. Pequeñas cápsulas de menos de tres minutos directas a la cabeza y con las que poder gritar en la mierda de mundo en el que vivimos.
Con los músculos bien calentados chocó ver a priori un recibimiento algo desangelado a G.A.S. Drummers, o al menos era la sensación que daba en los primeros compases. Si con los Minority todo era efervescencia parecía que con Dani Llamas y compañía había una un cierta contención del sentimiento. ¿Sería que había respeto por “los puretas”? Por suerte a ellos parecía no afectarle el distanciamiento, iban a lo suyo, a doscientos, enlazando hits como el que se come un paquete de pipas viendo un partido de fútbol, con una facilidad y soltura que dan los años de carrera.


El magnífico sonido de la Moby Dick no hacía sino engrandecer temas como “Fuckin’ Politicians”, “Phoenix” o “Blind” en un arranque fulgurante en el que seguir predicando las grandezas de We Got the Light, el álbum que los jerezanos publicaron a comienzos del año pasado y cuyo recorrido parece no tener fin. Será la frescura de su sonido y sus melodías contagiosas lo que nos llevó hasta allí, pero lo que parece, según comentaron, es que el año que viene será momento de darle una continuación a la altura.
La gente parecía que le costaba entrar en la dinámica y “Minor Boy” tuvo que dar un pequeño tirón de orejas para que se acercaran más al escenario, algunos mirando asustados por si acaso se repetían los pogos de Minority of One. Que si nos engatusan con el brillo de “Control”, con la frescura de “Back to decadence” o con la fuerza juvenil de “Grey Words”, la noche iba sobre ruedas y los guiños a su redonda discografía no paraban de llegar como complementos a su última obra.
Chascarrillos marca de la casa con bombonas de por medio junto a una Teófila que no se va ni con agua caliente sirvieron para dar paso al gran broche final de “Teenage Wasteland”, “Red Carpet” y ese nuevo himno que se suma a la larga lista de su carrera, “We got the light”.
Pues sí, el punk no entiende de edades. Por muchos años más así.