Crónica del concierto de Apartamentos Acapulco en Madrid (sala Siroco)

Por Ana Rguez. Borrego 0

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La emoción y el disfrute fueron la respuesta al sold out

Lo que empezó casi como un divertimento, como ellos mismos cuentan, tiene visos de convertirse en una propuesta sólida. Entre los nombres que tiene 2017, Apartamentos Acapulco es uno de ellos. Durante ese año, no sólo han conseguido situar su primer trabajo, Nuevos Testamentos, en la mayoría de las listas de los mejor de 2017: se han convertido en teloneros de Los Planetas, Él Mató a un Policía Motorizado o The Pains of Being Pure at Heart. Poco a poco, van construyendo un nombre dentro de la escena musical. Y lo que es más importante: una identidad, reconocible.

Afortunadamente, esa progresión continúa. A finales de años se convirtieron en una de las bandas seleccionadas para el circuito Girando por Salas, lo cual les ha permitido reforzar su presencia en diferentes escenarios. Una oportunidad que han aprovechado sacando nuevas canciones, recogidas en el EP Las Cuatro Esquinas (2018). El descanso no está hecho para ellos.

Con semejantes credenciales no es de extrañar que consiguieran hacer un sold out en la noche del pasado viernes. Algo que emociona y que quizás asusta. Tras “Amigo Sol” agradecieron que tanta gente estuviera allí y comentaron esa mezcla de impresión y responsabilidad que tenían. Su disco les había llevado hasta allí, pero también querían presentar las canciones de su nuevo EP. Esperaban que gustaran.

Apartamentos Acapulco es uno de esos grupos que merece la pena ser vistos en directo. Al escucharlos, percibes una especie de línea de ensoñación melódica que les hace identificables, que les relaciona en parte con algunos de esos grupos que han teloneado. Pero cuando se suben al escenario no se quedan en un simple traslado de lo grabado, sin más. Ni mucho menos. Una vez lo pisan se dejan llevar por la emoción, el gusto por tocar, la diversión pura y dura, y esa emoción se disfruta con creces. Tanto ellos, que se les ve pasándoselo bien, como los que allí estábamos. Esa vivencia de la música se agradece.

“Juan Sin Miedo”, “Y si todo cambia”, “Bing Bong”, “Romance de Verano”… son algunos de los temas que recrean, en cierta manera, el sosiego de la emoción habitual, una sencillez de esas que no son precisamente simples. Pero no se quedan ahí y con tino saben intercalar estas canciones con otras en las que se dejan un poco llevar por una sutil tendencia a la distorsión. “Por las Noches”, “El Almendro”, “Hola y Adiós”, “Qué quieres de mí” o “Canción de Angelina” fueron buena muestra de ello. Se vienen arriba con los cierres instrumentales y se ve que lo disfrutan tanto que se agradecería que la evolución de su sonido fuera hacia ese camino. Tal y como suenan los temas de Las Cuatro Esquinas, podemos pensar que así será.

Poco quedaba y lo comentaron: tocarían dos canciones más y el concierto terminaría. Con cierta sencillez irónica afirmaron que tampoco tenían muchas más canciones, y que además, ellos no eran de hacer el paripé de marcharse unos minutos y volver. Francamente, se agradece esa sinceridad. “Scarlett” y “Nueve Esferas” sirvieron como cierre y conclusión de esa identidad: de esos sentimientos y de esa forma de entender las melodías la primera, y el gusto por dejarse llevar por la distorsión en la segunda. Incluso se permitieron hacer un guiño instrumental al “Cumpleaños Total” de Los Planetas en la última. Detalles que divierten y que de alguna forma quieren hablar contigo.

Con un colofón así solo podemos esperar que se dejen llevar por la fantasía instrumental. Sería genial.

Fotografías por Ignacio Sánchez-Suárez.

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