El concierto formaba parte de la gira de presentación de On Dark Horses
La música de Emma Ruth Rundle va más allá de los elementos evidentes de una composición, de la melodía, del ritmo… Hay un elemento esencial en el estilo de esta compositora norteamericana, que la define: su voz. Oh, sí, evidentemente. Sí, es cierto: hay voces con personalidad, fácilmente reconocibles, que transmiten… La de Rundle es una de ellas. Condensa sentimientos con cada ligera modulación de su voz.
Cuando escuchas sus discos, ya percibes un montón de sensaciones que en ocasiones parecen encogerte el estómago. Al pasar al directo, compruebas que no era un momento de flojera. Es más bien un momento incómodo, pues no parecemos habituarnos a hablar de sentimientos. Los stripteases emocionales, en ocasiones, pueden resultar más violentos que los físicos. No hay efectismos en la presentación: con su camiseta enorme, con una pinza con la que a veces se recogía el pelo… Es una más, alguien a quien quizás acoger por una sospecha de fragilidad.
¿Pero hasta qué punto es frágil alguien que habla de emociones? Cualquiera de los temas de On Dark Horses (Sargent House, 2018), el disco que presentaba, parece que va escarbándote por dentro poco a poco. Nuestro interior no es pop y está más cerca del ambiente casi tenebroso que comenzaron a dibujar Jaye Jayle, al inicio de la noche, y que lo remató Emma Ruth Rundle. ¿Pero quiénes son los frágiles: ella o nosotros? Quizás al cantar “Protection” nos hace pensar en nuestras carencias emocionales.
Pero tanta introspección estaba lejos de resultar incómoda. Es cierto que primaba el matiz sobre la variación y quizás podría resultar algo monótono, pero era una cuestión de aceptar ese pacto sentimental e inmiscuirte en la sensibilidad de Rundle. De hecho, prácticamente todos los que allí estaban permanecían pendientes de lo que iba cantando, especialmente cuando sonó “Light Song”: la mezcla de la voz de ella con la de Evan Patterson (el líder de Jaye Jayle), tan grave y profunda, fue todo un espectáculo.
Fue denso, tan intimista que se alejó del espectáculo, pero supo a poco cuando dijo que era la última canción, antes de volver y tocar en formato acústico “Shadows of my Name”. Sin embargo, puede que su recital de algo más de una hora fuera suficiente: abusar de ese bloque de sentimientos puede que fuera contraproducente.
