Presentaba su disco de debut Alondras (Folc Records, 2020), tras posponer la fecha en dos ocasiones
Al terminar el concierto, una se preguntaba que qué hacer con La historia del pop moderno de Bob Stanley. Ese Yeah! Yeah! Yeah! que en ocasiones se hace apabullante por la cantidad de nombres y referencias que encuentras en él. ¿Seguías leyendo o pedías convalidación de algunos de sus capítulos tras escuchar en directo a Pablo Solo? Durante todo el concierto, con cada mención, con su sencillez a la hora de presentarse, con su forma de encarar él solo el directo (aunque en esta ocasión estaba acompañado de Goyo Chiquito al contrabajo), piensas que no has estado tan errada al identificar a Pablo Solo con la música.
La disposición de la Maravillas, el estar sentados, favorecía el observar cada uno de los detalles. Tanto que, antes de que comenzara, era inevitable no mirar cada uno de los elementos que había sobre el escenario. Una guitarra acústica(aparte de la eléctrica), los pedales en torno al taburete, la disposición del bombo, del tom y del platillo… Todo pensado para poder tocar varios elementos el mismo tiempo. ¿Pero cómo? Es la pregunta constante hasta que le ves con la guitarra, rasgueando las cuerdas mientras sostiene una pequeña maraca al mismo tiempo que maneja los pedales y el bombo.
Ah, genial, qué fácil, piensas, aunque progresivamente te das cuenta de que no tanto. Quizás en las primeras canciones Pablo Solo optó por una instrumentación más sencilla, pero a medida que avanzaba el concierto la hizo más compleja. A través de diferentes secuencias que grababa en los pedales iba sumando capas, tantas que incluso en alguna de ellas dejaba de tocar para centrarse en su voz.
Y aún así, todo aquello parecía cercano por todo lo que contaba entre las canciones. Un setlist en el que no se limitó a cantar las canciones de Alondras (Folc Records, 2020) y de su EP Name The Lad (2020): entre “Gotta Leave”, “Thank You”, “Jerome” o “Tomorrow”, intercaló canciones del mítico Ringa Belle (2016) de The Puzzles y varias versiones de John Bromley, aparte del “Tannenbaum” de John Simon. Entre todas ellas había alguna anécdota de la que hablar, sobre su historia personal, sus referentes, la experiencia que estaba viviendo con John Simon…
Aunque el tiempo estaba medidísimo y parecía que lo había agotado al completo, era inevitable no pedir un bis a Pablo Solo para cerrar el concierto. Porque más allá de la escasez de conciertos, de cómo la pandemia ha cambiado nuestra forma de vivirlo, éste fue una auténtica experiencia. Quizás por esa capacidad que tiene él de generar un circuito de empatía, con sus canciones, con sus breves monólogos que quieren ser diálogos. Es música y algo más, así que nadie debería perderse una oportunidad cuando surja.