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Primavera Sound Barcelona 2023: Aciertos y Errores

Por María José Bernáldez 0

Anoche terminó nuestra aventura en el Primavera Sound Barcelona 2023 y, mientras ponemos orden a contaros qué vimos, os contamos cómo lo vimos. Un año lleno de cambios, con sus aciertos y errores que te desgranamos a continuación. Este 2023 haremos crónica en espejo, Primavera Sound Barcelona y Primavera Sound Madrid, al hilo de su temática ‘I’ll be your mirror’ y también ponemos frente al espejo las dos caras del festival y hacemos nuestro propio balance.

ACIERTOS

El recinto:

La reubicación de los escenarios de la playa en el Parc del Fórum y, con ella, la desaparición de los problemas logísticos para llegar allí han mejorado sustancialmente la experiencia este año.

Un recinto mucho más manejable, cero posibilidad de tener arena en los zapatos, 10.000 pasos menos al día. Cero pereza de moverse de un lado a otro y quedarse en sólo cierta zona para ahorrar energía y tiempo.

Los escenarios:

El sonido y la ubicación del nuevo escenario Amazon Music se llevan el sobresaliente de esta edición. Todo lo que pudimos ver sonó como un trueno y podías situarte donde querías con relativa facilidad. Una grata sorpresa después de haberlo pre-hateado por cambiar su orientación, perdiendo la rampa de césped donde podías sentarte para ver los conciertos.

La ampliación de la Boiler Room, punto a favor. Y se ha mejorado la “insonorización” para que no se escuchara tantísimo en el escenario Plenitude. Es increíble cómo en poco tiempo esta propuesta es una de las más cotizadas.

La discreta ampliación de los dos escenarios principales de Mordor ha conseguido que sea mucho más fácil situarse bien, con buen sonido y poca sensación de agobio. Cuanto más cerca estabas del escenario, menos gente había, algo bastante curioso, pero al darnos cuenta hizo que pudiéramos ver todo cerca.

¿Los mejores? Un año más tanto por programación como por sonido, los escenarios debajo de la placa solar (ahora Dice y Plenitude) han sido nuestros favoritos. Cada concierto ahí es un regalo, tanto si conoces al grupo como si vas a probar suerte porque no conozcas algo.

Las colas:

La gran queja del año pasado ha sido atendida con creces: difícilmente se llegaba a más de 1-2 minutos de cola tanto para pedir en las barras como para ir al baño (como siempre, con luz, limpios y con papel hasta altas horas, un estándar que ojalá sirviera de ejemplo)

Las barras:

Bastante eficiente el sistema de este año: distintas personas pero un mismo equipo para pedir, cobrar y servir.

Gente muy joven y amigable que además actuaron bastante bien ante un par de problemas puntuales, tanto de las barras en sí como de gente del público que necesitó ayuda.

Por otro lado, se han mantenido los precios de años anteriores y se ha ampliado la carta de bebidas: para las que no bebemos cerveza, un detalle bastante agradable.

El público:

Todo el mundo quería pasárselo bien y se lo estaba pasando bien. No vi ninguna trifulca y sí que vi bastantes gestos amables entre desconocidos (bastante móviles al suelo devueltos). 

Mi estudio sociológico observacional dice que, efectivamente, mayoría de guiris entre el público, sobre todo ingleses e italianos, lo cual ayudó a que los conciertos de los grupos de sus países fueran verdaderas experiencias locales.

ERRORES

El recinto: 

La única pega que podemos poner a la nueva organización  fue el tapón de gente que se creaba entre la cola de la Boiler Room y el escenario Plenitude. Siempre ha sido zona de paso para llegar desde el Casco Antiguo a Mordor sin subir escalones y el flujo de gente fue siempre bastante denso y, en ocasiones, agobiante. 

Los escenarios:

El otro escenario nuevo en la entrada, el Ron Brugal, no terminó de sonar bien en ningún momento y hubo varios problemas técnicos que retrasaron los conciertos programados y, con ello, solape con el Amazon Music. Quejas por parte de público y artistas en varios conciertos.

El cambio de tamaño de la Boiler Room ha llevado a un cambio en su disposición y no tener al DJ en el centro le quitaba algo de gracia al propio concepto de ese escenario.

Quizá tampoco ha sido la mejor idea del mundo poner el escenario Pull & Bear tan cerca de los principales. Demasiado ruido de un lado y de otro para que funcione como debe. 

Las barras:

Era muy difícil hacer funcionar el crédito acumulado de los 10 euros por cada ticket del Primavera a la Ciutat, pero dado que se reintegrará lo que haya quedado sin gastar, tampoco pareció un problema mayor. Igualmente, no sería un Primavera Sound si no hubiera de por medio algún problema tecnológico: las tradiciones hay que mantenerlas. 

El público:

Quizá tenga que ver la cantidad de guiris,  quizá no, pero este año el ruido del público ha sido bastante escandaloso. No. Paraba. De Hablar. La. Gente. Nunca defenderé el silencio sepulcral en un concierto y menos en un festival, pero todo el mundo estaba de cháchara y en muchos conciertos la conexión con el grupo del público se echaba en falta. Los artistas lo notaron: muchísimo “make some fucking noise” para intentar encauzar el concierto. Supongo que es porque la ventana de atención de nuestra generación está en 10 segundos, pero en algunos casos era descorazonador.

¿Nuestro balance? Positivo.

El reset de la megaedición del año pasado y la reducción de aforo nos ha devuelto la experiencia que recordábamos de años anteriores. Esperamos que el feedback positivo que parece haber en bastantes foros y medios llegue a la organización y mantengan este camino que quizá no sea el mejor cuantitativamente para ellos, pero sí cualitativamente para nosotros.

Y ahora pasamos el relevo a Javi, que tiene la tarea de contaros los aciertos y errores de la primera edición del Primavera Sound Madrid.

 

 

 

 

 

 

*Fotografías de Sergio Albert y Christian Bertrand.

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