«La voz del oráculo» de Liv Strömquist

Por Marcos Gendre 0

la voz del oráculo

Sin duda, uno de los llamados a ser fenómenos literarios de este 2025, la reciente novela gráfica de la archiconocida Liv Strömquist ahonda en su mayor habilidad: escribir y dibujar cómics de ensayo didácticos en clave de humor negro. Bajos estos parámetros de acción es como surge “La voz del oráculo”, un nuevo ejemplo de cómo la narrativa del cómic puede alcanzar niveles de comprensión y expresividad de gran poder empático con el lector/a.

En este sentido, la seguridad con el que la sueca aplica la sátira visual es igual de equiparable a su capacidad de integrarla dentro de un lenguaje ameno pero mordaz, que en este caso encadena miles de años de pruebas con las que poder hilar un artefacto que veníamos necesitando desde hace mucho mucho tiempo: un libro de autoayuda contra la autoayuda. No en vano, ¿quién no empieza ya a desconfiar de los prescriptores emocionales que se sirven de su pseudo dialéctica psicológica para hacernos creer que la vida puede ser mejor a través de un catálogo de consejos archivados como recetas de cocina en sus bestsellers?

Strömquist no sólo desmonta con gran tino semejante circo en torno al hippiesmo del siglo XXI, sino que lo hace por medio de un sinfín de referencias históricas que demuestran que dicha tendencia al autoengaño no es flor de un día, sino que se trata de una práctica que se lleva realizando desde los albores del tiempo.

Lógicamente, más allá de sus siempre ingeniosos cepos literarios, lo que rubrica la personalidad de Strömquist parte de un dominio total de sus aptitudes gráficas. En este sentido, una estudiada composición visual que desdeña la viñeta al uso como herramienta central comunicativa. En su caso, su percepción del color y el trazo desgarbado añaden un plus turbio de comicidad aterradora entre una montaña de bocadillos articulados cual yinkana de frases con tirachinas disparadas al corazón de los cimientos del pensamiento filosófico occidental. O cómo desmembrar los consensos de actuación adquiridos para hacernos creer en la artificiosidad de una #happylife adquirida por catálogo a través de una las maniobras críticas más ingeniosas de estos últimos años.

8.0

8.0
80%